Un título totalmente desconocido para mí y sin embargo una pieza elemental y referente en su género, clásico desarrollo del cine de terror desde lo aburrido al aturdimiento, desde la cara angelical hacia el ojo del diablo, del afecto al horror, de la compasión a la pasión, un maravilloso escenario, un paraíso encantado dónde se aparente no oir nada, dónde se deben guardar secretos, pero pasan cosas que deben ser aclaradas, la institutriz conquistada es víctima de un juego, prisionera de los sucesos, la belleza pasa a lo molesto y a lo abominable, aunque no termina en monstruoso, es una gran lección de la confianza y el peligro que conlleva.

Busca las respuestas en el pasado para que los secretos salgan a la luz y vivir en paz, las inocencias pasan a perversidades, la mentira es veneno, los niños vigilan y juegan su partida, destacables actuaciones que a día de hoy son sustituidas por añadidos tecnológicos sin poder psicológico, no existe la delicadeza en el terror actúal.

Juega con el odio y la crueldad, aisla a la protagonista y la envuelve en la locura, la salvación es la destrucción, un desafío que, ojo, es provocador porque es casi un hombre, llega a las confesiones, a la necesidad del ayuda, a brotar el mal, una obsesión: Dime su nombre.