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Voto de Antonio Morales:
8
Comedia. Musical El padre O'Malley acaba de llegar a su nuevo destino como sacerdote del colegio de monjas y la parroquia de Santa María, en un barrio humilde de Nueva York. Pronto se verá enredado en los problemas del barrio y de los alumnos, lo que le lleva a formar un coro para sacar a los chicos de la calle. La vida del colegio le lleva a estrechar la relación con la hermana Benedicta, superiora del convento y directora del colegio, y a participar ... [+]
2 de septiembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que se cumplen cien años del nacimiento de Ingrid Bergman, me parece oportuno rendirle tributo y recordarla en esta irrepetible película, en la que brilla en todo su esplendor, su naturalidad, su limpia sonrisa y su nobleza le dan al personaje de la hermana Benedict un aura de pureza y espiritualidad dentro de un personaje inolvidable. “Las campanas de Santa María” es una comedia sentimental, donde el humor sencillo y los sentimientos nobles se manifiestan de forma poética, donde se conjugan de forma palmaria elementos de distintos géneros: el melodrama romántico, el cine musical y el cine religioso, que en realidad es el más aparente, dado la filiación del dúo estelar.

Pero en el fondo el menos definitorio, aunque con respecto a los ingredientes sentimentales devenga decisivo; esta última circunstancia se manifiesta en que la progresión afectiva entre el padre O´Malley y la hermana Benedict tienen que diluirse por las aspiraciones espirituales de ambos personajes, quedando sublimada en renuncias implícitas por parte de los mismos. Es obvio que la narración, gracias a un excelente guión de Dudley Nichols, trasciende la condición religiosa de la pareja y eleva los significados a esferas de mayor amplitud; sin embargo, las convicciones católicas del director Leo McCarey alimentaron precisamente la poética profundización en la intimidad psicológica de los protagonistas.

El padre O´Malley (Bing Crosby) llega a la parroquia de Santa María y su escuela católica como sustituto del padre Fogarthy, que ha sido internado en una “casa de reposo”, la institución es pobre, está casi en ruinas y a punto de ser expropiada. Tiene como directora a la hermana Benedict, quien desde el primer momento no aprueba los métodos con sus alumnos del recién llegado. El film plantea un enfrentamiento, dentro de la corrección y los buenos modales, entre el sacerdote y la monja, dos formas distintas de concebir la docencia: él, flexible y comprensivo, mientras ella, propugna la disciplina y el esfuerzo. Uno es amante de la música, como no podía ser de otra forma, siendo Crosby cantante; y la hermana Benedict es amante del deporte, más concretamente el beisbol en su infancia.

Una película humilde, de una sensibilidad asombrosa y una emoción contenida, que trata del respeto y la tolerancia, la obediencia y el sacrificio, la pasión por educar y difundir el conocimiento desde la modestia y la pobreza de forma altruista. A lo que hay que añadir el personaje capitalista de Horacio Bogardus (el inefable Henry Travers), un mecenas bonachón al que las monjas rezan para que les conceda el inmueble contiguo. Alguien me podrá decir que no es realista, que es demasiado complaciente en el que todo el mundo es positivo, efectivamente, y es por eso que me subyuga, por su barniz de fábula de unos seres abnegados por ayudar al prójimo, pero ¿Qué es el cine?, sino ilusión y ficción que llega al alma, además de disfrutar de la calidad del cine de un maestro como McCarey.

Erróneamente considerada una secuela de “Siguiendo mi camino”, (Going my way) 1944, la película de Crosby y Bergman estaba proyectada con anterioridad a este otro film de McCarey y el padre O´Malley, desde 1942. Ocurrió que Paramount, a cambio de ceder a su estrella cantante Crosby para “Las campanas…”, exigió al director que también era productor, previamente le suministrase una película, y fue así cómo tuvo que improvisarse “Going my way”, paradójicamente ganando un puñado de Oscar incluyendo al mejor film de 1944.
Antonio Morales
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