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España España · Miranda de Ebro
Voto de la28:
8
Ciencia ficción. Drama. Fantástico Una ciudad entera se ha quedado sin voz y vive bajo un largo y crudo invierno. Un hombre malvado y sin escrúpulos, el Sr. T.V., dueño absoluto de las imágenes que animan esta ciudad y de una extensa cadena de productos bajo su sello personal, lleva adelante un siniestro plan secreto para someter eternamente a cada una de las almas que habitan este lugar. Para construir este monopolio ha financiado la creación de una peligrosa máquina ... [+]
19 de abril de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si queremos recuperar la inocencia como espectadores, y sentarnos delante de una pantalla con el ánimo dispuesto a dejarse llevar y deslumbrar por la belleza de un sencillo cuento, donde hay buenos y malos, La antena nos brinda la oportunidad perfecta. Nos sentiremos en la piel de aquellos primeros testigos del cine, de mirada intacta e ingenua. Nada que ver con lo que nos hemos convertido: cinéfilos cubiertos de escamas escépticas entre las que rara vez se cuelan el asombro o la admiración hacia una nueva historia, y que aspiramos, al menos, a no mirar el reloj hasta que salimos de la sala. Por eso, si pasados los primeros minutos de proyección, no hemos conseguido desprendernos de nuestras escamas, asistiremos solamente a una simple y obvia alegoría sobre la falta de libertad de expresión que imponen, paradójicamente, los dueños de los medios de comunicación que silencian la voz de la sociedad y anulan el pensamiento individual y crítico. Merece la pena, por tanto, disfrutarla, además, como ejercicio de poesía visual que recoge, entre otras, influencias del cine expresionista de Murnau o guiños y homenajes a la magia de Méliès. Es un filme en blanco y negro, prácticamente mudo. Como el cine antiguo, también es mudo para los ruidos; todo el sonido está “pegado” a la película, de manera que se realza ese tono naif. La falta de voz de los personajes se compensa con la gestualidad, la caracterización, el maquillaje, textos que interactúan dentro de la imagen y una hermosa y elocuente banda sonora. Pero no se trata sólo de reproducir una estética reconocible sino que también sorprende, continuamente la original puesta en escena que desborda creatividad y ternura.
Detrás de este regalo cinematográfico está el director argentino Esteban Sapir, que ha dedicado muchos años para hacer real un sueño. Previamente al rodaje, toda la película estaba dibujada, plano a plano, en un impresionante story board de 4.000 dibujos hechos por él mismo. Aunque hay una sofisticada labor de postproducción digital, siempre que pudo utilizó maquetas y efectos ópticos para parecerse más al cine primigenio.
En cuanto a los actores, esta es una película donde han tenido que ser muy generosos. Sus papeles parecerían fáciles, por esquemáticos, pero. acostumbrados a ser intérpretes con voz, el tener que trabajar suprimiendo su instrumento fundamental, suponía actuar bajo un cierto síndrome de mutilado, aceptando ser un engranaje del espectáculo; no los protagonistas.

Aunque La antena se presentó en Festival de San Sebastián de 2007, en la sección “Horizontes latinos”, tal vez no fuera vista por los críticos de cine o éstos la verían con las escamas puestas… Después de su estreno comercial en mayo de 2008 sólo pasaron por taquilla 5.500 espectadores. Este es el drama de la pequeñas distribuidoras que arriesgan para ofrecernos joyas y no nos enteramos.
la28
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