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España España · Ponferrada
Voto de Rober:
10
Drama A finales del 1800, en Hawai, un comité de higiene decidió que los leprosos debían pasar el resto de su vida en la isla de Molokai, un territorio completamente aislado, en el que imperaba la ley del más fuerte y la muerte. Allí llegó como voluntario el Padre Damián, un sacerdote belga de la congregación de los Sagrados Corazones. El misionero dedicó toda su vida a velar por los leprosos de la pequeña isla hawaiana. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los albores del siglo XIX una isla de Hawaii, que hoy sería el cielo de los ociosos, se convierte en el infierno en la tierra para todos los hombres y mujeres aquejados de lepra en el archipiélago de Honolulú. El comité de Sanidad decide “emparedar” en vida a quien muestren signos externos de tan contagioso mal, abandonándolos a su suerte.
Un clásico del cine español rodado en 1959 con una maestría digna de los mejores directores de la época. Molokai se convierte en el biopic español del padre Damián que decide compartir la suerte de todos aquellos desgraciados dando un giro de 180 grados a una realidad que acabó convirtiendo el averno en un edén desde la entrega y el amor incondicional.
La isla de los malditos supone un ejercicio de soberbia fotografía, que aun siendo en BW parece que quiera pintarse de colores al ver esas aguas tan cristalinas; impecable en los detalles (quizás abusan un poco del stand creado para el malvado Bluc, que reutilizan como dispensario médico, casa de san Damián y tienda de intercambio de alimentos); al guion no se le podría añadir una coma más ni un punto menos, llegando incluso a rozar la poesía en boca del soberbial Javier Escrivá. Los actores parecen teatralizar y transmiten una verosimilitud inaudita en el cine actual; una dicción más que perfecta y unos gestos tan medidos que parece estemos ante un reloj perfectamente coordinado. Pocas películas tan corales y que dejan escenas magistrales, p.e., la de la balsa de los leprosos que maldicen a su raptor (es para verla una y otra vez).
No sabría qué destacar de los 105 minutos de largometraje porque no hay nada que se quede en la mediocridad. Una joya del cine español que, más allá de la historia que cuenta, se convierte en un baño de paz para el que lo ve y de confianza en la naturaleza humana para el que entra en su mensaje. Y si queremos afinar un poco más podemos encontrar muchos paralelos bíblicos (la imagen de la Magdalena, la multiplicación de los panes, el Sermón de la Montaña…) y otras apologías que no voy a desgranar.
El corolario podría ser lo que es capaz de lograr un solo hombre a pesar de la indiferencia y persecución de todos los demás.
Rober
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