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Voto de Vivoleyendo:
7
Comedia. Drama. Fantástico. Romance Una novelista (Emma Thompson) está intentando acabar su última -y posiblemente mejor- obra. Sólo hay un problema: tiene que encontrar un modo de matar al personaje principal (Will Ferrell). ¿Que cuál es el problema? Pues que el personaje principal no es un ente de ficción. (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2008
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No os habéis sentido alguna vez como si fueseis personajes de un libro que alguna especie de fuerza superior estuviese escribiendo sobre vosotros? ¿No habéis sentido alguna vez que podríais pertenecer a una especie de mundo de ficción, en el que todos vuestros pensamientos, sentimientos y acciones estuviesen expuestos ante un ser omnisciente que los registra y que de algún modo los controla?
¿Y si lo que creemos libre albedrío, no lo es, o al menos no en toda su acepción? ¿Y si formamos parte de una novela?
¿Os habéis preguntado cómo se sentirían los personajes de una novela, si fuesen reales y descubrieran que están ligados a ella?
¿Hasta qué punto la realidad es tal, y hasta qué punto lo es la ficción?
Todos los que leemos novelas, y quienes nos hemos metido en la difícil tarea de escribir alguna, llegamos a un punto en que los personajes nos absorben de tal forma, parecen tan vivos, que si en ese momento se plantaran ante nosotros en carne y hueso, no nos sorprenderíamos demasiado. Esos seres podrían existir. ¿Por qué no?
Esta simpática, excéntrica y curiosa comedia plantea esa alternativa. Una autora de reconocido talento se embarca en la redacción de un libro cuyo protagonista existe fuera de las páginas del borrador. Pero con la salvedad de que ella no lo sabe.
Ella conoce exactamente todos los hábitos de Harold Creek. Describe sus meticulosas, maniáticas y milimetradas costumbres diarias. Como inspector de Hacienda y experto en números, todos sus días están perfectamente cronometrados. Siempre las mismas cosas, en los mismos momentos, todo calculado. Y su soledad. Porque Harold vive anestesiado tras el muro de protección de sus números y de sus acciones reiteradas. No se aventura más allá de ese muro, porque se ha acomodado en una rutina en la que cree que puede controlar las variables.
Y empieza a oír en su mente la voz de la autora, narrando todo lo que él hace. Y se asusta.
Su voz relatando sus hechos y pensamientos le está avisando, al igual que su reloj de pulsera, ese reloj que la escritora conoce mejor que su propio dueño.
Oyéndola hablar en su mente, Harold descubre que su muerte se aproxima.
Y reacciona.
Consultando a profesionales sobre su problema y haciéndose a la idea de que es un personaje tanto real como de ficción cuyo destino está sentenciado a menos que encuentre a la novelista y la convenza de que cambie el final, Harold empieza realmente a vivir.
A hacer lo que siempre quiso hacer y nunca se atrevió. A dejar de contar las veces que se cepilla los dientes o los escalones de los edificios. A buscar el amor. A tratar de hacer algo para mejorar el mundo.
Ninguno de nosotros sabe si le va a llegar pronto la hora, o no (afortunadamente). Pero si lo supiéramos, ¿qué haríamos?
¿Es necesario ser consciente de la propia muerte para empezar a vivir de verdad? ¿Por qué necesitamos ese aviso? ¿Por qué no vivir cada día como si supiéramos que todo se iba a acabar al día siguiente, o al otro?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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