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Voto de Vivoleyendo:
9
Drama En 1943, la ciudad polaca de Lvov vive sumida en la miseria debido a la ocupación nazi. Un día, Leopold Socha, un mezquino usurero, se encuentra con un grupo de refugiados judíos y los oculta con su dinero en el laberinto de las alcantarillas de la ciudad. De esta manera deja de interesarse sólo por sus negocios, y su vida experimenta un cambio esencial. (FILMAFFINITY)
9 de julio de 2012
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso el hecho de que, cuando el día a día consiste en levantarse y acostarse en una cama confortable, disponer de comida suficiente, compartir las horas con la gente querida en condiciones de un aceptable bienestar, entrar y salir libremente, realizar las tareas y ocupaciones con la motivación de hacer cosas útiles, necesarias y/o satisfactorias y recibir una paga con la que ir tirando... Curioso que, cuando no se ciernen terribles peligros, nos asustemos de las cosas más nimias. La oscuridad, las películas de miedo, los ratones, las ratas, los bichos. Llegar tarde al trabajo por algún imprevisto. Hablar en público. Hacer el ridículo. Decirle a alguien que te pirras por sus huesos. A veces, se experimenta verdadero terror ante situaciones que están muy lejos de amenazar de muerte. Como si el aletargado instinto buscara emociones fuertes para ponerse en funcionamiento alguna vez, ya que no dejamos de tener una parte irracional y primitiva, herencia de aquellos lejanos ancestros, guiada por pulsiones muy arraigadas, que prácticamente actúan por su cuenta. Los padres de la especie luchaban titánicamente por la supervivencia en un entorno salvaje y virgen. Ese fiero instinto de conservación ha pasado de una generación a otra, cambiando según las circunstancias. Y es obvio que permanece ahí, atento; porque incluso con todas las necesidades básicas cubiertas, seguimos alimentando miedos, recibiendo señales de amenaza.
Y si lo que se cierne es el odio, la guerra y el caos, todos los miedos superfluos se esfumarán para dar paso a la auténtica fuente del pánico: la misma muerte. El deseo de aferrarse a la vida hará palidecer todo lo demás, así que ya no importará hacer lo que sea que antes no habríamos hecho, ya dará igual tener que esconderse en unas cloacas asquerosas plagadas de aguas fétidas y de ratas si con ello la parca pasa de largo un poco más. Dará lo mismo respirar el aire corrompido, oler a tumba, llevar harapos sucios, comer en condiciones higiénicas nulas, dormir en un suelo duro y no ver la luz del sol. El instinto prevalecerá de nuevo para salvarnos. Seguramente porque el organismo es tan sabio que no necesita del raciocinio para actuar.
Pero por fortuna también hemos interiorizado otras pulsiones características del ser humano, que se desarrollan en diversos grados en cada uno (o estando ausentes en algunos). La compasión. La protección de los desvalidos contra los obstáculos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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