Esta es una de esas películas que, al verla, hizo que todos los de la pandilla nos pasáramos casi todo el tiempo riéndonos sin parar, a carcajada limpia. Esta película consiguió que pasáramos una tarde digna de recordar, porque fue un despiporre total.
Ese Jeff Bridges haciendo el papel de "El Nota", un individuo anclado en los tiempos del hippy más psicodélico, fue todo un acierto. El Nota, que representa el arquetipo del antihéroe pringao, vago y cachazudo pero buena gente, por causa de un cúmulo de malentendidos se va metiendo, sin comerlo ni beberlo, en una serie de situaciones absurdas, a cuál más disparatada, y él tendrá que hacer, por una vez en su vida vegetativa, algo de provecho. Con la ayuda de algunos amigos que están mucho más pirados que él, y con la aparición de una Julianne Moore prácticamente irreconocible, en un papel totalmente fuera de la línea que ella acostumbra, El Nota a ratos saldrá un poco de su catalepsia habitual y tratará de resolver unos entuertos que plantean un reto demasiado complicado para su cerebro aletargado por el exceso de porros y de otras sustancias.
Esas escenas del Nota sumido en sus delirios lisérgicos son descacharrantes, así como la confusión que lleva al muy ceporro personaje de John Goodman a cometer una serie de actos vandálicos. El papel de John Goodman resulta tremendamente chocante y estridente y se pasa de la raya, en contraste con la perpetua cachaza del Nota.
De principio a fin, El Nota, con ese careto de pasmado, logra provocarnos unas sanas e incesantes carcajadas y por lo menos consigue que nos desahoguemos y que hayamos pasado un rato estruendosamente divertido.
No se la recomiendo a quienes les choque demasiado o no les guste este tipo de humor fuerte y a menudo grosero. Pero si creen que podrán resistirlo, véanla. No se crean, yo tampoco es que sea una gran fan de esta clase de películas, pero aún así, me encontré a mí misma desternillándome sin poder evitarlo.