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Voto de travis braddock:
7
Romance. Drama Alex y Sergi, una sólida pareja de Barcelona, acaricia la idea de tener un hijo, pero, inesperadamente, Alex consigue una beca de un año en Los Ángeles, lo que supondría un año de relación a 10.000 Km de distancia. (FILMAFFINITY)
22 de mayo de 2014
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un viejo dicho que afirma que del roce nace el cariño y ese sería el resumen más acertado de “10.000 km”, el debut en el largometraje de Carlos Marqués-Marcet, crónica del distanciamiento de una pareja al no ser capaces de afrontar su nueva vida, con varios miles de kilómetros de distancia entre ellos. Las nuevas tecnologías permiten mantener el contacto entre ambos y al principio acogen este nuevo orden con ilusión, hablando durante largos ratos durante todos los días e incluso compartiendo momentos íntimos en la medida de lo posible. Pero el paso del tiempo hará su natural erosión y les irá distanciando, ya que su día a día depende mucho menos del otro y ambos empiezan a aceptar que la otra persona está lejos y que no forma parte de su rutina cotidiana. Cada uno, especialmente en el caso de ella, acaba por organizar su vida en su nuevo entorno y eso supone otra construcción de su espacio vital, otro modo de pasar el tiempo y otras personas en el entorno más cercano.

El director ha hablado de una analogía de su película con la “Odisea” de Homero que es bastante acertada. Para Sergi, Alex supone el final de un largo camino, un largo camino con final feliz. Alex, en cambio, necesita un compañero de viaje en el continuo navegar de su vida, una vida que nunca se detiene. De este modo, Alex sería Ulises y se repite a sí misma que necesita una Ítaca, pero lo que realmente le interesa es el viaje. Por su parte, Sergi sería Penélope, esperando pacientemente que Alex se canse de aventuras y quiera volver a disfrutar de su reino, sin darse cuenta de que lo que le enamora de ella es precisamente lo que les impide estar juntos. Es curioso también el cambio de roles que se hace, siendo el chico el que tiene comportamientos tradicionalmente asociados a la mujer y viceversa, pues mientras ella es la que se aleja de casa y busca su destino por ahí es él el que espera y el primero que empieza a tener dudas de que aquello vaya a salir bien.

Carlos Marqués-Marcet dirige con interés una historia a la se le pueden reprochar algunos tics de director debutante, empeñado en demostrar lo bueno que es a través de diversas virguerías, como el plano secuencia del inicio en el que se nos muestra la intimidad de la pareja y el planteamiento de la historia de una manera un poco forzada o el final, que tiene un buscado aire cíclico para la historia que se ve venir desde minutos antes. Tampoco me convenció una Natalia Tena (británica de origen español que ha aparecido en películas de Harry Potter y en la serie “Juego de Tronos”) a la que no se le ve cómoda hablando en español y que solo transmite a ratos ese aire misterioso, entre fuerte y frágil, que requiere su personaje. Bastante mejor está su compañero de reparto, el desconocido David Verdaguer, como ese hombre imperfecto, de buen corazón aunque algo egoísta, que está dividido entre no cortar las alas a las aspiraciones de su novia y el miedo a perderla cuando se aleja de él. Ambos son los únicos actores de una historia ambientada en interiores, algo claustrofóbica, con los dos encerrados en sus hogares, apartados del resto del mundo, con la pantalla de un ordenador como ventana al exterior. Muestra de una sociedad que usa de las nuevas tecnologías para creerse más conectada, olvidando lo indescifrable del factor humano y que un día cara a cara pesa mucho más en el ánimo de quienes lo viven que meses de charlas por Skype.
travis braddock
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