20 de marzo de 2007
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Murnau hace del montaje un prodigio con logrados trucos y efectos (para una epoca en donde el cine todavía estaba consolidándose) como hilos conductores de una particular historia de amor, surgida a partir de que un sabio anciano vendiese su alma al diablo, en búsqueda de juventud y amor y por consiguiente felicidad, pero Fausto se dará cuenta demasiado tarde que la felicidad está en lo mundano.
Murnau relata la historia con unos decorados y un vestuario que crean una ambientación impecable, creando una atmosfera lúgubre y tenebrosa, con la que Mefisto parece no solo adueñarse del alma del protagonista, sino que da la impresión de quedarse con la de todos los espectadores.
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