En manos de cualquier otro esto sería una más del montón, o en el “mejor” de los casos… ¿cómo Encanto? Sin embargo, la gran diferencia entre ésta con respecto al resto de películas animadas es que el talento y la originalidad todavía se imponen a la omnipresente necesidad de lucrar con una franquicia.

Poner esto en cines en un año tan particular ha resultado demasiado riesgoso para Sony, la compañía de animación que un día hace Emoji y al otro Spider-verse (el gran parte aguas histórico de finales de los 2010). Por eso se siente tan de nicho verla ahí en Netflix, alejada de las multisalas atestadas de familias viendo Encanto o Sing 2.

Al mismo tiempo la historia es una mezcla de géneros bastante atípica en cuanto a éste tipo de películas. Entre familia disfuncional, apocalipsis robótico, comentario acerca del consumismo y las redes sociales, referencias cinéfilas en cada fotograma, gags visuales y memes; es casi un milagro que el rango de edad sea prácticamente inexistente.

Los personajes son tan buenos y lucen tan auténticos porque su construcción responde a un retrato generacional genuino por parte de los cineastas. La dedicación es evidente, la inspiración de la vida real se siente de tal manera que es imposible no conectar. Todos se pueden ver reflejados en ésta familia sin necesidad de estar inmersos en la cultura zoomer que destila en cada escena.

Allí es cuando los autores han decidido tener de protagonista al usuario promedio de Letterboxd, el tipo de persona que vota y registra categóricamente todas las películas que ve mientras su padre se muere de cringe a su lado, viéndola desperdiciar su vida.

Ésta película es demasiado para asimilar en una sola sesión; no le sobra ni un minuto, ni una referencia, ni si quiera los gags visuales más “tontos” ocurren por que sí. La película logra ser un gran shitpost todo público con un mensaje que ya quisieran transmitir Encanto, o Raya*, o Encanto (¿le estoy tirando demasiado hate a Encanto?), o las películas genéricas de animales parlantes del resto de compañías clónicas sin apelar tan forzosamente a la lágrima fácil o (en el caso de las compañías clónicas) a insultar a la mitad de la audiencia mientras aburre supinamente a la otra mitad que paga.

Segundo año consecutivo que la animación se impone. No me hagan elegir entre esto y Wolfwalkers.