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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
6
Drama. Ciencia ficción Jamie Salter es un cómico fracasado que se convierte en la voz de Waldo, un anárquico personaje animado de un típico late night de humor. La vida de Salter se escapa de control cuando, frustrado por el mundo de la política, el oso azul Waldo se convierte en un firme candidato en las próximas elecciones. Tercer episodio de la segunda temporada de la miniserie "Black Mirror" creada por Charlie Brooker. (FILMAFFINITY)
17 de marzo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Último capítulo si exceptuamos el especial “White Christmas”, y uno de los más flojos, si no el que más, de toda la extraordinaria miniserie ideada por Charlie Brooker.

“El momento Waldo” vuelve a la política como ya hizo el primer capítulo de la serie con “El himno nacional”. Esta vez, se trata de llevar al extremo algo tan legal y tan posible como hacer un movimiento político basado en un personaje inventado, gracias a la popularidad que ese personaje alcanza en la ciudadanía. Al igual que lo que ocurrió con el “chiquilicuatre” a la hora de votar quién tenía que representar a España en Eurovisión, el éxito del programa que conduce Waldo, un osito azul de lo más impertinente, ha llevado a su creador a meterlo en el proceso electoral con esperanzas de igualarse a sus contrincantes políticos gracias a la gran aceptación que tiene sobre la gente. Pero Waldo es controlado por un cómico que ha conocido mejores días y que no está muy a favor de hacer del osito azul un líder político.

La sátira política está servida en bandeja. Brooker plantea el efecto que tiene la política sobre la gente y la posibilidad de dar la vuelta a las campañas electorales con un elemento subversivo y radicalizado. Waldo representa la imagen del pueblo, es la voz de su pensamiento y por ello lo aplauden y lo siguen, y están dispuestos a votarle aunque no tenga un programa político específico. Se busca el voto de una idea cuya base es criticar a los oponentes y ridiculizarlos para crear la duda en los votantes, por lo que se convierte en un elemento de competencia desleal.

Fuera del aspecto superficial viene el drama humano, representado en el que tiene trastornado al cómico que pone la voz de Waldo, o en la candidata nobel del partido laborista. Seres humanos al fin y al cabo que se ven arrastrados por su función y que, quieran o no, les afecta de forma casi alienante. El caso del cómico es mucho más notorio, si atendemos al final del episodio.

Buen capítulo de cierre, aunque no llegue a la brillantez del resto de capítulos de una de las series más extraordinarias y controvertidas que ha dado la televisión. Queremos más de esto, por favor.
Richy
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