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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
5
Terror Damien Thorn (Sam Neill), de 32 años, es un ser cruel, frío y calculador que ha sido engendrado por el diablo y cuyo único objetivo es dominar el mundo. Con tal de conseguir sus propósitos está dispuesto a matara todo el que se cruce en su camino. Sólo un abnegado sacerdote (Brazzi), cuya misión es destruir al Anticristo y que tiene en su poder las siete dagas sagradas de Megiddo, se interpone entre Damien y su deseo de sembrar el caos ... [+]
26 de mayo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierre de la trilogía de Damien, el niño del demonio, que inquietó a propios y extraños en su magnífica primera parte, aterrorizó aunque en menor medida en la segunda, y en esta tercera entrega hace cualquier cosa menos asustar.

Graham Baker, director de poco bagaje y escaso talento, fue el elegido para acabar con la historia de Damien (Sam Neill), el Anticristo hecho carne. No toma conciencia de su identidad hasta bien entrada su adolescencia, tal como se vio en el final de la película anterior, y en esta tercera es ya un joven adulto de 32 años con un poderoso imperio empresarial y plenamente consciente de sus poderes y de su verdadera misión: evitar el segundo advenimiento de Cristo. Quizás sea esto lo que hace fallar la película: la plena consciencia de Damien de su demoníaca identidad, con sus discursos apocalípticos baratos y su pretencioso aire de maldad. Lo que hacía especiales las dos entregas anteriores era precisamente la ignorancia de Damien, dando al personaje y a sus actos un valor que desaparece totalmente en la cinta de Baker.

Los espeluznantes asesinatos que se veían en las dos primeras partes son escasos y menos espectaculares, lo que resulta decepcionante al ser una de las máximas de la saga. Por otro lado, el acondicionamiento del personaje al guion supone un cambio a peor; ahora Damien más parece uno de esos malos de saldo de telefilme que no hacen más que decir estupideces y arengar con su verborrea a sus seguidores. Por otro lado, los monjes que tienen las siete dagas que acabarían con él son más torpes que un elefante saltando por las hamburguesas de Humor Amarillo.

Sam Neill, en uno de sus primeros papeles, no lo hace mal del todo e intenta darle al personaje un aire de maldad con sus medias sonrisas malévolas. Por otra parte, la película no es aburrida y se le puede conceder un buen ritmo en su desarrollo.

Pero su principal defecto es contar con un final que no le hace ninguna justicia al personaje de una de las trilogías de terror más famosas del género. Imperdonable.
Richy
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