Para mi gusto, la mejor película de Almodóvar. Una historia de desencuentros e imposibilidades. De tristezas existenciales y sueños imposibles. Para sentarse a ver y dejarse llevar por su encanto.

La interpretación de Grandinetti es interesante y con rasgos que permiten identificarnos con el, pero seguramente sea el trabajo de Javier Cámara el que gane mayor interés durante el visionado.

Hay un trasfondo que convence y es el de la introspección, a través del ensimismamiento con uno mismo, reflejado en el papel interpretado por Cámara. Una versión libre del hombre moderno, que se siente victima de un sistema que lo cohíbe y que le impide ser libre. Casualmente, encuentra su forma de liberación a través de su paciente, la mujer que aguarda en coma y a la cual el protagonista asiste.

Genial desde todos sus aspectos y altamente recomendable.