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El Salvador El Salvador · Klendathu
Voto de Especialista Mike:
6
Drama Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre (Barbara Hershey), la rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las exigencias del severo director (Vincent Cassel) se irán incrementando a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión ... [+]
12 de octubre de 2011
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Darren Aronofsky es un paso más en la consolidación de su estilo. Pero no es su obra definitiva. Si bien aprovecha los logros de su mejor obra hasta el momento (“El luchador”, 2008), también ostenta los excesos aparatosos de sus películas anteriores.

Los aciertos de “Cisne negro” se deben al predominio de los planos subjetivos y travellings de su protagonista –Nina Sayers (Natalie Portman). Sugieren que el mundo es vivido desde su mirada, desde su incipiente locura. Se consigue una efectividad innegable: los encuentros de Nina con sus dobles, las risas que susurran hostilidad tras bambalinas… Aronofsky realza con su planificación la realidad de las alucinaciones, la convicción de que el mundo que se nos muestra es producto y distorsión de oscuros impulsos reprimidos.

Hasta aquí, la dirección de Aronofsky es estupenda (sobretodo, si se piensa que la película funciona como un thriller psicológico), pero sólo hasta el clímax final. Esta planificación sucumbe al abuso de la prestidigitación para disimular las soluciones fáciles del guion. “Cisne negro” se presta al juego de “adivina qué es real” y distrae del verdadero tema (la obsesión autodestructiva por la perfección). Por mucho que se haya mostrado las tendencias autolacerantes de la protagonista, no resulta convincente la solución del virtual asesinato de Lily (Mila Kunis) para presentar a una Nina mortalmente víctima de su propia locura.

El problema se agrava porque la prestidigitación se enmarca en los excesos del final, que devuelve a “Cisne negro” a las inconfundibles maneras de Aronofsky, las delirantes apoteosis a las que nos tiene acostumbrado. Aquí, la música de Chaikovski enfatiza hasta la caricatura a una Nina dejándose caer en cámara lenta, con la reconciliada troupe rodeándola extasiada y un Vincent Cassel llamándola “princesita”. Un final, por otra parte, lógico y necesario argumentalmente, pero que saca a relucir el cisne negro personal de Aronofsky: el efectismo.
Especialista Mike
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