Cada vez que veo una película como esta me pregunto lo mismo: ¿Por qué no dedicarán el mismo esfuerzo en escribir un guión consistente que en crear estos efectos visuales? Chris Columbus, director de las dos primeras entregas de Harry Potter, vuelve al género "fantasía adolescente" con un resultado muy lejos de lo esperado. Podríamos decir que es poco más que una película de serie B con mucho presupuesto.

Ya en la primera frase se nota que algo no cuadra: El guión se ve muy forzado, sin pizca de emoción o garra. La película avanza a trompicones y las situaciones se ven abruptas, no te crees nada y las fugas de un guión endeble y simplón se multiplican hasta que al final no puedes sino reirte de los fallos argumentales que abundan en el film.

Los "intentos" humorísticos se quedan en eso, intentos, que quizás consigan hacer reir a un niños de 10 años, pero a pocos más. Además, la historia se supone que esconde una gran moraleja para la vida, pero no ésta no queda ni clara ni creible. Incluso hay partes que tratan de emocionar al espectador, sin embargo no consiguen transmitir nada más que indiferencia.

Lo mejor, su aspecto técnico. Qué menos, sólo faltaría que con 80 millones de dólares de presupuesto no hubieran buenos efectos especiales.

Sí, la historia es fácil de entender, el argumento general puede incluso llegar a interesar a ratos y la idea de mezclar mitología griega con el Estados Unidos del siglo XXI es al menos innovadora, pero el gran fallo está en disfrazar una novela más dirigida al público adolescente en una película que se toma demasiado en serio un guión que intenta acercarse al público adulto y sólo provoca situaciones patéticas y momentos de tedio absoluto.