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Hara-kiri: Muerte de un samurai

Drama Deseando morir con dignidad, Hanshiro, un samurái sin recursos, solicita realizar el ritual de suicidio en la residencia del clan Li, cuyo director es Kageyu, un guerrero obstinado. Intentando que cambie de idea, Kageyu le cuenta la trágica historia de Motome, un joven ronin que llegó solicitando lo mismo. Remake en 3D de la película homónima de Masaki Kobayashi (1962), con Tatsuya Nakadai en el papel principal. (FILMAFFINITY)
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Críticas 41
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2019
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Narrada y tratada de una manera totalmente alejada del mito romántico de samurái, Hara-Kiri presenta una historia cruda y cruel sobre los ronin (samuráis sin señores) que por circunstancias de la vida, se empobrecen y no saben cómo sacar adelante sus vidas sin el uso de la katana. Dirigida con sobriedad por el prolífico Takashi Miike (13 Asesinos, La espada del Inmortal), la cinta se mueve con ligera sutileza a lo largo de sus dos horas de metraje, con escenas estáticas en la que los personajes tienen mucho que decir y hacer. En esa tensa atmósfera y llena de desasosiego se mueven unos personajes demasiado arraigados a las costumbres ancestrales de su pueblo que cansados de las falsas promesas cometen uno de los hechos más crueles y agónicos que se hayan visto en el cine de los últimos años. Abigarrado por esa seriedad, Hara-Kiri es un drama bien compuesto que se deja ver con tensión, pero al que los 120 minutos duración pueden afectar negativamente al visionado, porque puede llegar a ser un tanto pesada, quizás, debido a la parsimonia en la que se envuelve en ciertos momentos de la narración.
Aún así, es una película diferente sobre los samuráis y sus heroicos hechos.
Siferval
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19 de agosto de 2012
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No esperaba mucho de esta película o, para ser más concreto, temía aburrirme como una ostra. Me suele pasar con el cine japonés. Supongo que debido a que refleja una sensibilidad muy diferente, otro sentido del tiempo y todas esas cosas que se dicen.
Esta película no es ninguna excepción: morosa, detallista y destilando unos valores que me resultan totalmente extraños. Imagino que a un japonés también, ya que se trata de una historia de samurais que transcurre hace cuatro siglos, pero seguro que menos que a mí.
Por todo ello me sorprende que haya conseguido si no engancharme, sí al menos mantenerme atento en todo momento a la narración. Tal vez se deba a que la historia que se cuenta tiene mucha fuerza y el conflicto humano que presenta es universal. Además está filmada sin concesiones y los actores interpretan sus roles con pasión (aunque no sé si ésa es la palabra adecuada).
carlos bosch benitez
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19 de agosto de 2012
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de 13 asesinos, nos llega lo nuevo de Takashi Miike, una versión de una cinta de 1962, un clásico de la filmografía japonesa. Una cinta muy alejada del universo del director es esta propuesta, con la trama de un samurái que quiere suicidarse delante de un jefe en su casa de samuráis, el protagonista intentará averiguar que fue lo que pasó. Todo narrado a modo de flashbacks, con una narración lenta y pausada, en la línea del clásico cine japones. Una puesta en escena maravillosa, sobria y simple, sumamos la fotografía y música, con la muy buena interpretación de sus protagonistas, de ahí sale una de las mejores cintas que para mí se verán este año. El toque Miike tiene una gotitas en la película, a modo de seña de identidad, un drama d esos que quedan en la memoria.
victorv
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28 de agosto de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hiciéramos una de esas pruebas de contestar lo primero que se nos viene a la cabeza cuando nos dicen, HONOR, muchos contestaríamos: SAMURAI. Y es que el llamado código samurái, más que una serie de reglas o principios es una forma de vida, es el camino donde el honor, la lealtad y la aceptación de ciertos valores básicos y universales son la vía que llevan al samurái hacia la perfección.
En esta película el honor es el motor del mundo. El pequeño mundo de un antiguo samurái, que comparte vida con su hija y su "hijo" adoptado. A pesar de las dificultades que supone para un samurái un extenso período de paz, el honor es el eje central de la familia. El honor, la humildad, el esfuerzo son los pilares básicos. En un momento de extrema necesidad, ese honor se usa como moneda para intentar comprar la vida de su esposa y su hijo, gravemente enfermos. Y aplicando esa máxima del honor, el joven es humillado por viejos samuráis que lejos del campo de batalla han perdido su código, se han desviado del camino.

Esta revisión de Miike, en primer lugar, obliga a ver la original de Kobayashi, película aparcada en mi disco duro durante demasiado tiempo. Y digo esto, porque viendo esta magnífica revisión, la original tiene que ser una obra maestra. Así que Miike, al menos ha conseguido algo bueno.
En segundo lugar, Miike filma una película muy cuidada, preciosista, con un ritmo pausado, pero muy bien calculado. Todo parece estar en el sitio correcto. La película está compuesta en tres partes, la primera es magnífica, presentando una historia que nos sorprende a cada paso, hasta el clímax final de este primer acto. Clímax, por cierto, soberbio. El segundo acto, se centra más en el drama, en la pobreza, en las calamidades. Quizás sea la parte más discutible, pero a mí, amante de los dramas, me ha parecido excelente. Contando con detalles mínimos, las penurias. La tercera parte, vuelve a ganar intensidad, con un Ebizô Ichikawa, magnífico en su sobriedad.
En definitva, una muy interesante pelicula que ha conseguido despertar (más) las ganas de ver el original.
Lo mejor: lo bien cuidado que está todo: la fotografía, sonido, vestuario, actores...; una historia muy interesante y magníficamnete contada.
Lo peor: quizás decae un poco en la parte media y podría ser un poco más corta.
La escena: la agonía del seppuku.
lughnasad
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5 de septiembre de 2012
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de haber versionado "13 asesinos", un clásico del cine japonés de samurais (género más conocido como chambara), el realizador Takashi Miike, se atreve con una auténtica joya como es el "Harakiri" de Masaki Kobayashi. Y además en 3D. A priori tenía muchas reticencias por este proyecto pero al final pudo más la curiosidad.
Hay que decir que Miike nos ofrece un film en el que, contando lo mismo, es capaz de ofrecer matices que la distancian. El realizador japonés ha imprimido una identidad propia. la trama es prácticamente la misma. No hay apenas desviación argumental. Qué es, entonces, lo que nos ofrece Miike? Pues un film con un mayor componente melodramático y mucho más pesimista.
La historia de Hanshiro, es una historia conmovedora, de un samurai que se quede sin señor y que junta a su familia (su hija y su yerno) intentan subsistir como buenamente pueden en un mundo que ha cambiado en el que los samurais apenas tienen sitio. Es también una historia de venganza, contra un código de honor mal entendido y peor aplicado que apenas deja espacio a la humanidad. Miike rueda en 3D con un especial sentido plástico, que se hace notar especialmente en las secuencias rodadas en la humilde vivienda de Hanshiro, con unos tonos oscuros, reflejo de la situación extrema en que viven, y también especialmente destacables las secuencias que tienen lugar en el palacio de los samurais, sobre todo en el último tercio del film en el que los acontecimientos se desatan mientras está nevando, con unas bellas composiciones plásticas.
El film de Miike es decididamente mucho más amargo que el original y también mucho más pesimista. Y mucho más crudo. Sin apenas acción, hay varias secuencias sobrecogedoras que Miike alarga mostrando los rostros de sufrimiento de los protagonistas en primer plano. Especialmente dura es la secuencia del primer sepukku. Pero también lo son otros acontecimientos igualmente dramáticos que tienen lugar en la trama. Por otro lado, Miike le birla a su protagonista la gloria y el honor al elidir una secuencia que para Kobayashi era el momento capital del film, la culminación de la venganza.
Para Miike esa venganza tiene lugar de puertas para dentro, el espectador no puede verla, e incluso los culpables padecerán su castigo de puertas para dentro. De forma que al final, asistimos a un gesto valeroso, un discurso en el que critica la falsedad de valores como el honor y el orgullo, y como al final todos somos humanos, por muy samurais que sean y por muy poderosa que sea su casa. Pero todo de todo eso sólo es testigo el espectador, ya que en el universo creado por Miike, las cosas siguen como si no hubiera pasado nada.
Es difícil valorar un film, teniendo en cuenta el excelente original en el que se refleja, pero hay que decir que Takashi Miike consigue elevar la misma historia llevándola por otros derroteros más oscuros con excelente pulso y no pocos aciertos, consiguiendo al mismo tiempo mostrar un profundo respeto por la obra original.
manulynk
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