Regreso a casa

Zhang Yimou debutó como director de cine en 1988 con la película “Sorgo Rojo”. Inicia en ese año una andadura de 7 años y 7 películas con la actriz Gong Li como protagonista principal. De esta época, “La linterna roja” (1991), “Quiu Ju, una mujer china” (1992) y, sobre todo, ¡Vivir! (1994) son películas extraordinarias. Después Yimou siguió haciendo buenas películas, otras muy buenas como “Ni uno menos “(1999) y una obra maestra como es “El camino a casa” (1999). También se decantó por hacer películas de corte fantástico, interesantes desde luego, con un tratamiento del color que es sello de la casa. Incluso hay alguna comedia, pero,… es cuando Yimou deja la leyenda o la fantasía y se viene al mundo real, a la historia minimalista, cuando podemos ver sus mejores películas, “Amor bajo el espino blanco” (2010) es claro ejemplo de ello. En “Regreso a casa” también ocurre aunque aquí le cuesta un poco llegar.

Con Gong Li volvió a trabajar con Yimou en el año 2006 con “La maldición de la flor dorada”, un espectáculo visual que, en mi opinión, solo es interesante. Con “Regreso a casa” vuelve Gong Li al drama realista y es la principal culpable de mantener el interés en una película donde Yimou vuelve a conseguir (esta vez solo en parte) algo que muy pocos saben, eliminar lo superfluo y lo artificial, nada de efectismos, dejar a un lado lo melodramático y conseguir hacer llegar plenamente al espectador la esencia, el aspecto humano de la historia.

En “Regreso a casa” la historia se sitúa al principio en plena Revolución Cultural China, sobre el año 1973. Después da un salto al año 1978, donde realmente la película arranca y coge sentido. Muchos podrán pensar lo contrario, sobre todo por querer buscar metáforas o alegorías entre lo que ocurre a esta familia y lo que ocurría en China en aquellos años. No es mi caso y por este motivo la primera media hora de película no me enlaza del todo bien con el resto, aun siendo necesaria a modo de presentación y para introducir el trauma de la madre/esposa. Pero solo por introducir, porque el trauma tiene más raíces y son diferentes. Se pierde, en mi opinión, un tiempo precioso cuando solo quieres enfocar la película a partir de su media hora, si solo te interesas por ver como se plasma la humanidad de la lucha de un esposo y de una hija contra el olvido de una madre. Si solo se hubiera centrado en este aspecto, con lo bien que lo hace el maestro Yimou, la película hubiera sido otra película extraordinaria. A modo de ejemplo la mejor escena, un piano, una melodía y Gong Li que con la mirada muestra que regresa a casa por un momento, está impresionante.

Historia que interpela (a quien se deje): ¿Que habría hecho yo? ¿Sería capaz de ciertas traiciones o generosidades? Más allá de los aspectos políticos que toman una cruda fuerza durante la primera parte de la película, me ha interesado, y mucho, la historia humana que se despliega durante y después de éstos. En alguna crítica he leído que aparece el tema del alzheimer, y es evidente que la falta de memoria de la protagonista tiene orígenes más complejos que no se corresponden exactamente con un alzheimer. También he leído que las personas de lágrima fácil lloraran, y es cierto, pero me gustaría matizar que ser de lágrima fácil no equivale a conformarse con provocaciones sentimentales fáciles, y de éstas carece la película. También, en otro lugar he leído que la película tenía que haberse terminado en la escena del piano. Es decir, final convencional y feliz. No, la historia va mucho más allá, por suerte. Tiene tanta poesía como realismo, y no voy a revelar si el final es feliz o no, pero no solamente por no hacer spoiler sino porque cada espectador, según su sensibilidad y percepción, le dará un significado u otro, y esa es otra de las maravillas de esta película. Para algunos será un final triste, para otros agridulce, y para otros hasta quizá feliz, si se ahonda en la palabra felicidad hasta despojarla de todos sus ingredientes previsibles.

Lu Yanshi escapa de un campo de trabajo para reencontrarse con su esposa Feng y su hija Dan Dan después de diez años. La hija impide el reencuentro delatando al padre a cambio de un empujón en su carrera como bailarina. Finalmente Lu regresa al cabo de tres años, cuando la revolución cultural ya ha terminado, pero se encuentra con una Feng que no lo reconoce por una extraña amnesia.
El director Zhang Yimou deja atrás su etapa de "mimado" por el régimen en la que llegó a dirigir la ceremonia inaugural de los JJOO de Pekín y se vuelve a situar en su posición más crítica a la vez que recupera su cara más profunda e íntima. Sin quitar mérito a las últimas grandes producciones como la última "Las flores de la guerra" el director reencuentra su insuperable maestría para captar y transmitir atmósferas emotivas con una variedad de matices y una claridad magníficas. Escenas en tiempo real, sin necesidad de cortes y con unos diálogos minimalistas con una fuerza que conmueve sin abusar de la sensiblería. Un realismo sentimental y mágico que pocos realizadores superan, consiguiendo transmitir perfectamente el amor, la abnegación, la culpa, el perdón, la tristeza o la rabia con veracidad abrumadora y resistiendo la tentación de una teatralidad exagerada.
El drama se fundamenta en una magistral interpretación más que notable de una Gong Li que, desde "Sorgo Rojo" (1988), ya se ha convertido en la musa del director chino acompañada por un extraordinario Chen Daoming. Su hija interpretada por una debutante Zhang Huiwen no desentona en ningún momento.
El equilibrio entre la terna protagonista, el guión preciso, una dirección memorable y una ambientación sólida convierten la cinta en una historia que va mucho más allá del ámbito familiar para convertirse en una reflexión metafórica y crítica de su país y, por extensión, de la necesidad de una imprescindible memoria colectiva en todos aquellos procesos históricos totalitarios y represivos. Todo ello nos toca muy de cerca y queda muy evidenciado que la amnésica "pasar página" nos conduce necesariamente a una escena final llena de simbolismo y contundencia. Sólo por esta composición a modo de síntesis, gélida, larga y magistral vale la pena entrar en la sala.
Aunque podemos criticar su "perfección académica" y su ritmo extremadamente pausado se trata de una cinta recomendable por su realismo sensible y sabio acompañado todo ello por un simbolismo crítico con una validez universal que se agradece. (7/10)

Regular. La película está bien hasta los primeros 30 minutos. Después pasa de ser una película de corte sociológico-histórico a un drama familiar, en un drama sobre el alzheimer. No hay otra opción que esa, no hay cabida para otra cosa. Y ni siquiera en su drama hay cambios: se mantiene estática, es todo el rato lo mismo. Se moría la película, pero seguía sin pasar nada. Apuesta por la lágrima, pero lo cierto es que a mi no me ha emocionado. No me creído el sufrimiento de sus personajes. Por no creerme, no me he creído ni la nieve (Vamos a ver: China, Nochevieja, no parando de nevar, ¿y sales a la calle con un abriguito de principios de primavera y sin gorro ni guantes? ¡Anda ya!). Los escenarios son demasiados limpios, demasiados pulcros...

Impecable película, melodrama previsible pero redonda en su conjunto. Interpretación fabulosa sobretodo de él.. Chen Daoming. Conciliador con el régimen político de Mao cuya ferocidad apenas se intuye en su magnitud.
El argumento recuerda un montón a la canción de Maná "En el muelle de San Blas de su álbum "Sueños líquidos"
Algunas escenas de esta película son verdaderas obras maestras estremecedoras.