Camino salvaje

Le he bajado la nota. Es como los vinos malos, de los peleones, que con el tiempo se agrian. Y esta peli es de un peleón que echa para atrás.
Porque es totalmente hipócrita. ¿De qué se las da un niñato pijorro en plan no-soporto-tener-pasta-y-el-mundo-es-osea-muy-cruel y que se cree que ya es el gurú del ecologismo porque es muy leído y tiene un librito sobre plantas comestibles? Como es tan listo, con eso se cree que tiene de sobra para sobrevivir en la naturaleza salvaje, dejando en pañales incluso a las mismísimas tribus del Amazonas. ¡Yo soy Chris McCandless, norteamericano rico pero muy rebelde por supuesto, y como estoy harto de llevar mi vida regalada de niñito bien (qué duro es que tu imperfecta familia y tus amigos te quieran más de lo que mereces y que hayas vivido cómodamente, si es que en el fondo hubieras deseado que te abandonaran en un contenedor al nacer y haber crecido en un orfanato de mala muerte), ahora os voy a dar una lección de lo que es ser libre de verdad!

1. Dejo muy claro a todos los que me quieren que son unos seres inmundos y que yo soy superior, les tiro al careto mi carrera universitaria y el cochino dinero que me han dado, y me largo con viento fresco.

2. Soy tan libre que a los dos días sin pasta (los pocos pavos que me quedaban los quemé como el lumbreras que soy) ya me vuelvo un rajao, un "hippie del Corte Inglés" como me llamaría una ex-amiga, y no se me ocurre otra solución que trabajar ¡en un McDonalds! Es que como soy tan libre, no necesito la pasta para nada, por eso voy y me pongo a currar en ese odioso símbolo del capitalismo, porque como lo detesto tanto me pienso ensañar con la comida basura (cuando salga del trabajo el encargado me dejará llevarme gratis un McMenú para que pueda vengarme de la hamburguesa doble y de las patatas Deluxe con ketchup, qué mejor venganza que zamparte a tu enemigo).

3. Ah, cómo no, voy soltando frasecitas muy chic con voz en off donde demuestro lo culto que soy, es que cuando llegue a Alaska le endilgaré todos esos rollos a la flora y la fauna porque así pienso matarlos y mustiarlos de aburrimiento, la forma más fácil de cazar y recolectar, está chupado.

4. Soy un misántropo total, pero no paro de encontrarme con gente con la que voy ensayando mis rollos de pseudo-ecologista intelectualoide, porque eso viene de fábula para ligar y para que todos los hippies me miren con expresiones orgásmicas, aunque claro, como yo soy tan libre y tan superior eso de follar es muy bajuno, no es porque yo sea patético, qué va, es porque soy tan elevado que puedo permitirme comportarme como un perdonavidas.

5. Mi libertad crece por momentos, ya sí que estoy preparado para convivir con la Madre Naturaleza, he leído el manual de instrucciones y ná, eso es como darme un garbeo por un centro comercial, le doy a un botoncito y me sale un sándwich vegetal (hay que mimetizarse con el ambiente) y un café expreso.

Si es que... ¿Se puede ser más rematadamente imbécil que este tío?

Solo se salva que al estar inspirada en una historia real las cosas se cuentan como se supone que fueron.
Pero al intentar convertir el film en una moralina sobre el comportamiento humano y sobre los valores y sobre el falso sentido de la vida etc , etc ,etc... se convierte en un panfleto hipócrita y fraudulento nada consecuente con la realidad. Carente de todo interés cinematográfico, aburrida y en ocasiones tan melancólica y ñoña que no hay por donde cogerla. A pesar de sus buenas intenciones es un compendio de abusos sensibleros y nada originales para intentar llevar al espectador a un sitio (etéreo) al nirvana de los sentimientos, pero desde luego en mi caso no lo ha conseguido de ninguna manera. Pero si me ha llevado al hastío. Como deseaba que terminara para poder decir, "La he visto" y es un plomo.

Esta es otra de esas películas que, aunque esté pasando sin meter mucho ruido por la cartelera, yo estaba deseando ver, mucho más que el mayor y más publicitado de los éxitos.
Una vez vista, Hacia rutas salvajes resulta ser película profundamente irregular y desproporcionada en algunos momentos, y en cambio ha conseguido llegarme al corazón.
La película cuenta la historia de Christopher McCandless, un idealista chaval que una vez terminada la universidad decide romper con todo (familia, amigos, vida acomodada, lujos), e irse a Alaska a vivir de y con la naturaleza. Vemos la odisea, llena de encuentros y desencuentros, que lleva al protagonista desde su casa hasta las deslumbrantes y salvajes montañas de Alaska. Por el camino va (vamos) conociendo a diferentes personajes que le empujan aun más si cabe a conseguir ese sueño, y con los que vive momentos realmente emocionantes.
Todo este viaje, tanto exterior como interior, del protagonista está narrado de forma apasionada pero también muy irregular. Saltos en el tiempo, voces en off, un guión demasiado presente y un exceso de reflexiones sobre el ser humano y la vida, hacen de Hacia rutas salvajes una experiencia que puede resultar tan fascinante como agotadora por momentos.
Afortunadamente la historia y los personajes están por encima de la forma en que nos cuentan la película. Es por ello que, pese a lo irregular del conjunto, la historia de Christopher McCandless acaba resultado cercana, contagiosa y profundamente emotiva. La presencia de la exuberante naturaleza proporciona momentos de una sobrecogedora belleza, y la intervención de algunos de los personajes alcanza momentos de conmovedora emoción. Hacia rutas salvajes es una película que despierta ganas de disfrutar de la vida, y eso es algo que pocas películas consiguen.
Sean Penn ha tenido la suerte y el acierto de contar con el espléndido Emile Hirsch como protagonista, un actor con una mirada limpia que acierta de lleno en el retrato que hace del protagonista, llegando a cotas extraordinarias al mostrar la pasión, el desamparo, la angustia y el entusiasmo del personaje a lo largo de la historia. Del largo, y excelente, reparto cabe destacar a los personajes de Catherine Keener y Hal Holbrook, un prodigio de sabiduría y emoción, tanto los personajes como los actores que los interpretan.
No quisiera acabar sin mencionar las espléndidas fotografía y música, y destacar la canción Guaranteed que acompaña de forma preciosa varios momentos de la película.

Pocas veces uno topa con títulos que traspasan la pantalla para convertirse en toda una experiencia extrasensorial. Y que te hacen reflexionar sobre lo que has visto y el sentido de la vida. Es como si hubiera sido yo mismo el que ha realizado semejante aventura.
Sean Penn parece haber aprendido mucho de Terrence Malick con el que trabajó en la magistral "La delgada línea roja" y convierte a la naturaleza en uno de los protagonistas que modifican la vida de los personajes. Pero ojo, el montaje contemplativo de los impresionantes paisajes está totalmente justificado con la historia que se cuenta. No es sólo una mera excusa. Emile Hisch, cual Jeremiah Johnson, busca un sitio en el mundo que le haga sentir de verdad la vida. Y en su camino va a encontrarse a todo un universo outsider del sueño americano. La referencia a la obra maestra de Pollack "Las aventuras de Jeremiah Johnson", no es gratuita. Los personajes tienen muchos puntos en común y la naturaleza juega en ambas un papel trascendental. A lo largo de "Into the Wild", oimos una maravillosa banda sonora que nos cuenta las andanzas de Emile Hirsch. Tal y como ocurría en el extraordinario film de Robert Redford.
La genialidad de la película reside no sólo en criticar el sistema de valores en el que vivimos, sino también en mostrar el reverso de la moneda, enseñándo el mal que provoca en los seres queridos (como en la hermana del prota). El genial Hal Holbrook le dice al protagonista algo así de que los seres humanos cuando perdonan, aman. Y si no aman, no son humanos.
Impresionantes actores secundarios que acompañan al excelente Emile Hirsch.l Éste consigue transmitir mucho, mucho, mucho sin caer en histrionismos.
Es una lástima que los Oscar la hayan dejado bastante de lado. Para mí esta película es la gran olvidada junto a "Adios, pequeña, adios." Porque merece muchas más nominaciones.
Los que vayan a visionar esta película, preparense para vivir algo que se les dejará mácula en el fondo.

He estado tentadísimo de ponerle una sola estrella, pero venga, al final he decidido ponerle dos porque técnicamente tiene buenos aspectos. Aunque no es de eso de lo que hablaré.

Esta película está increíblemente sobrevalorada, quizás porque tiene una narrativa que engancha muy fuerte en el hombre blanco de izquierdas. Pero al final la historia del protagonista es la del creído más inútil que he visto nunca: un pequeñoburgués (aunque je, casi podría decirse burgués a secas por lo que se ve) blanco que desencantado con la horriblemente superficial sociedad se aleja de ella. El análisis de sociedad superficial me hace especial gracia porque, sin darse cuenta, es un análisis terriblemente superficial y simplista, pero sigamos.

La ideología que plasma esta película no es más que una rama especialmente insidiosa del capitalismo: individualismo asfixiante. El protagonista va por ahí solo mientras arregla (él solito) la vida de los demás con filosofía barata, porque claro, todos sabemos que la vida cambia simplemente mirándolo todo desde otra perspectiva. ¿Condiciones materiales? ¿Qué es eso? La historia no es más que idealismo capitalista barato, disfrazado de underground con una habilidad paúperrima pero suficiente para engañar a los que, como McCandless, buscan escapar del sistema sin darse cuenta de que lo tienen metido hasta el tuétano.

Hirsch simplemente encarna a un hombre que es un producto desencantado del capitalismo, pero producto del capitalismo al fin y al cabo. Sin analizar bien ese terrible consumismo que tanto denosta (y que, a la vez y por fuerza, es lo que da dinero a su familia y le ha permitido vivir una vida que muchos sueñan con tocar) decide simplemente dejarlo todo atrás en una huida hacia delante producto de una inmensa cobardía mezclada con una dosis desagradablemente alta de egolatría.

El único motivo por el que el imbécil del protagonista romantiza tanto la vida alejada de las terribles comodidades es que no tiene ni puñetera idea de lo que es ser pobre, de lo que es ducharte con agua fría por imposición y no por elección, de lo que es depender de que los demás te den comida para sobrevivir, de lo que es que te corten la luz por imago, de lo que es resignarte a andar decenas de kilómetros porque no puedes permitirte el autobús. Y aún peor: de lo que es no poder salir de eso. Porque él, aunque fuera inconscientemente, sabía que podría arrepentirse, volver atrás y ser una vez más un niño de papá. Muchos otros no tienen esa suerte, y si se hubieran encontrado con alguien así no le habrían agradecido que les abriera los ojos, no: le habrían escupido en la cara.

En definitiva, una BSO bonita, unas tomas preciosas, y un protagonista tan superficial e inútil como la sociedad que pretende denunciar, con una historia tan capitalista como el sistema que quiere criticar. Esta película es la misma historia que se ha vista decenas de veces, y los defensores de esto que ha acabado convirtindiéndose en un cliché en sí mismo pueden negarlo, pero la verdad es que sigue tan aburrida como la primera vez que se contó, pero se ha vuelto mil veces más insoportable.