El turismo es un gran invento

La España vaciada en todo para el pueblo pero sin el pueblo, pero con chicas, sí.
Esta comienza como tantas de aquel tiempo, con una voz en off, esa, y no otra, dirigièndose al personal más renuente con ese tonillo que para sí quisiera el Sacristán de solos en la madrugada, una turbia mezcla de condescendiente ironía con una repelente blanda sorna, una homilía posmoderna cuando no toca o tocaba, publicitaria, como de cuéntalo, venga, interminable, denunciable.
Es realmente mala, mucho, con ahínco perruno, insistentemente, se crece en ello y echa humo por la cabeza y espuma por la boca para acabar como el rosario de la aurora.
Una especie de película oportunista teniendo en cuenta la época, desarrollismo de los sesenta, que se queda en su planteamiento inicial y más nada, no avanza, tampoco retrocede, el rato pasa, crea una nueva línea temporal paralela que todavía por ahí sigue pululando, dando pena, ese cruce de galaxias entre los paletos de pueblo con la boina calada y las del norte extranjeras tan descocadas, sexo, eso, no hecho, por supuesto, apenas se comen los mocos, una evidente metáfora, todo ello, de la conquista (¿ahora se dice encuentro, expolio, genocidio... ?) española de las Américas aunque en este caso como paradoja, una defensa, si no puedes con tu enemigo, únete a él, camúflate, la España más cerril y atrasá que se enorgullece de sus miserias frente a la Europa más chabacana y hortera que descubre el solete, empate a muerte, horror o abominación, no hay distinción ni posible solución.
Aquí está hasta más flojo Paco, alcalde ye ye, no hace ni gracia, y casi la única que salvo, tengo una debilidad, es a la Ponte como siempre que, como bien ella misma comenta, ella no dice, igual que Costner en Un mundo perfecto, que no amenazaba, arreaba, cumplía, daba, entrambos de lo mismo hablan, tal calzan, hace, y lo parte, una diosa, insuperable, solo a la Rafaela Aparicio la pongo a su vera.
Por otro lado, como de pasada, se hace un broma o chanza, chascarrillo, una vez más, es un no parar, ministerio de igualdad, del maltrato doméstico o de género, hay que ver el patriarcado de antaño tan tremendo, cómo se las gastaba, qué mal ejemplo, no daba tregua, ninguna.
Y la aparición de las cupletistas o lo que fueran esas andobas remata la faena fanega como dios manda, pone la puntilla a la obra, echa la definitiva palada a esta cochambrosa película, ustedes me perdonen, inefable, deleznable, terriblemente tonta.

Las cintas de Martínez Soria se sostienen por la gracia de éste y una sucesión de gags para lucirse. Si aparece el gran López Vázquez la gracia se multiplica. Ambos brillan y, como otras veces, el contraste entre un mundo cerrado y pacato y el "desmadre" del turismo, con suecas incluídas, proporciona ocasiones para reírnos y llenar de envidia a sus paisanos, ente los cuales, Antonio Ozores sobresale como macho ibérico "salidillo".
Graciosa

Ya estamos acostumbrados al maravilloso ritmo narrativo que Pedro Lazaga impone en sus obras. En este film encontramos a unos actores de la mejor cantera española en su máximo esplendor. Ni uno de los personajes vacila. Todos se mantienen en una linea perfecta y ascendente que acompaña al film hasta su precioso cierre. Es una sátira brillante. Un retrato de la sociedad y el pensamiento rural y urbanita de finales de los 60. Plasma a la perfección la España de la revolución turística. La comedia del film es muy fina y elegante como de costumbre.
Sin duda una de las mejores películas de su director y de Paco Martinez Soria, acompañado de los grandes Jose Luis Lopez Vazquez y Rafael López Somoza.

El turismo es tan gran invento
-cual nos dice el alcalde nuestro-
que ya en España sólo se habla,
de las suecas, de otras turistas,
de si en la Costa del Sol atan
a los canes con las divisas.

Agucemos nuestro ingenio
-sigue e insiste el edil nuestro-,
si aun no siendo muy hondo el río,
si a su arenal nombran playa,
a ésta la Costa Maña,
en el caluroso estío…,
vendrán guiris a mansalva,
Marcos, Francos; a puñadas.

Veréis como, hijos míos
-si el asunto no me falla-,
cuando inaugure el pantano
ya no quedará el pueblo,
polvoriento y abandonado,
tornarán todos aquellos
que a la gran ciudad marcharon…

..Y así un día, tal vez,
esta tierra de secano,
sea un hermoso vergel
y en campos de regadío
madurarán el manzano,
el limonero y el laurel.


Una obra que tiene más enjundia de la que parece, hombre, ya sé que no es una joya neorrealista, evidentemente no, aunque cierta intención apunta con su blanco y negro para una producción destinada, en principio, al ámbito meramente comercial, a una más de Martínez Soria. Pero aunque no lo parezca, a veces, Pedro Lazaga apuntaba hacia algo más profundo que la superficialidad...

Pero aunque desprenda cierta ternura, y no carezca de sentimentalismo, no deja de tener cierta gracia y también aflora, en ella, ese tipo de humor tan característico en la filmografía de su protagonista, el actor maño por el que, en su día, se pagaba la entrada... No así yo, pues sus películas las conocí más tarde, por la televisión.

El alcalde de un pueblo, que ve como éste se va despoblando, como se marchan los jóvenes y como cada vez se escuchan menos risas de niños por las calles. Decide que todo esto debe cambiar y para ello no se le ocurre otra cosa que poner a una pequeña población de secano del profundo Aragón en el mapa de la Costa de Sol y para ello, con las pesetas del rico de la villa, junto al secretario del ayuntamiento, partirán hacia un lujoso hotel de Marbella para aprender, cómo se hace eso del turismo, ese gran invento... Y entre paletadas, gansadas, coristas y demás albricias de Don Paco en Don Pepe, pasamos una primera media hora; francamente divertida. Luego, a mí personalmente me gusta todavía más la película, pero eso, claro, va a gustos. Pero sí les recomiendo verla. A esta cinta, que puede añadirse a la crónica sentimental de España...

El cine de Paco Martínez Soria es un tipo de cine clásico de nuestro país, el cual ha divertido a numerosas generaciones con las historias que se narran.
Sus películas son entrañables, divertidas, frescas, traen muchos recuerdos a la memoria y sobre todo hacen pasar un rato agradable.
Pero la verdad es que no todas sus películas se mantienen igual. En este caso nos encontramos ante una comedia que no ha conseguido soportar bien el paso del tiempo, y se enreda en una espiral de la que no es capaz de salir y de la que no hace tanta gracia.
La trama es algo que sigue siendo actual. Esos pueblos de interior que intentan no quedar abandonados porque los jóvenes emigran a otras ciudades para tener un futuro mejor. Para ello, el alcalde y otras personas del pueblo viajan a la costa para informarse del efecto del turismo, y de como otros pueblos han llegado a prosperar a base de ello. Lo que no esperan, es que esto del turismo no le va a gustar a todo el mundo del pueblo, ya que a muchos les gusta el pueblo como está y no con esas modernidades y esas chicas ligeras de ropa que quieren traer.
El film tiene algunas escenas divertidas que consiguen hacer reír. Pero es verdad que en su mayoría la historia no funciona y resulta hasta cierto modo un poco aburrida. Ello es debido a gags no muy efectivos, y a una trama que no ha sabido llevar el peso de los años.
No obstante, decir que Paco Martínez Soria vuelve a estar fantástico el rol de ese personaje pueblerino que intenta adaptarse a los nuevos tiempos. Su actuación es divertida y buena, y es de lo poco destacable de este film que hace aguas por varios sitios.
En fin, "El turismo es un gran invento" es una película que fue un éxito en su tiempo pero que hoy en día no sigue siendo tan efectiva. De ahí el hecho de que no la repongan tanta como otras de la filmografía de este brillante actor. Una película que habla del potencial del turismo en nuestro país que produce tanto éxito. Un éxito que no acompaña a este film.