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El vengador de su padre

Western El inmigrante sueco, Sven Hansen, es asesinado por negarse a vender su granja al gamonal Ed McNeil (Sebastian Cabot), un ser ambicioso dispuesto a apoderarse de esta y demás tierras aledañas... porque ha descubierto que tienen petróleo. Los granjeros se sienten intimidados e incapaces de enfrentar al temible asesino,Johnny Crale (Nedrick Young), quien sirve a McNeil, pero entonces llegará el hijo de Hansen, Georg (Sterling Hayden), un ... [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
28 de agosto de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el rostro esculpido en granito de Sterling Hayden, que se exhibe airoso y contraído, este hombre, George Hansen, camina decidido hacia lo que podríamos considerar un destino fatal...

Es uno de los inicios menos convencionales del "western", y que ya nos sitúa en el epicentro de una lucha épica entre el Bien y el Mal; ese hombre, arpón ballenero en mano, encara a un pistolero. Nótese que Joseph Lewis sitúa cuidadosamente a este último a la derecha ocupando su mano rígida todo el cuadro mientras el contrario y una muchedumbre impersonal se agazapan a la izquierda, entre temerosos y expectantes...
Ejercicio de pura tensión que encierra en sus imágenes bañadas de un blanco y negro terroso por Ray Rennahan una visión de cariz política desoladora, espinosa. "El Zurdo", "El Rebelde Orgulloso", "El Hombre del Oeste" o "El Cowboy" fueron algunos de los aguerridos héroes que poblaron el género en 1.958, pero pocos se acuerdan del tipo alto del arpón de "Terror en una Ciudad de Texas", producción de presupuesto bajísimo que significó el canto del cisne de la carrera de un Lewis a punto de retirarse para trabajar más cómodamente en la televisión; quizás su infarto sufrido unos años antes fue la causa. Pero el entusiasmo de su colega Ned Young por el guión le arrancó el ánimo de ponerse tras la cámara por última vez.

Quien firmó la historia fue en realidad un Dalton Trumbo que seguía disfrutando en México de su exilio mientras su nombre se mantenía en la lista negra de Hollywood; como de costumbre le respaldó el guionista Ben Perry. Este hecho, el de haber juntos varios individuos señalados de influencias comunistas (Young y Hayden fueron otros), otorga al film un aire contestatario nada sutil. La trama en sí, que viaja sobre sus propios pasos en forma de "flashback", tampoco lo es, de hecho se trata de la vieja rencilla del rico propietario de tierras loco por expropiar las de los habitantes de la ciudad que ahora tiene dominada por la fuerza. Situación que requiere justicia.
No la va a haber. Si bien volvemos a esa microsociedad donde el miedo se ha apoderado de la voluntad de todos como en "Solo ante el Peligro", aquí no hay sheriff que valga, el sheriff está comprado por el capitalista gordo repelente de turno; y no hay héroe aguerrido. Quien más destaca es de hecho el villano a quien el anterior contrata para aligerar los tramites; el mismo Young encarna a este tipo todo de negro, de pasado misterioso y carácter cínico, con una mano artificial y algo latiendo en su interior, entre la frustración y el odio a cuanto le rodea. Es de ley considerarle el protagonista absoluto.

Tanto más cuanto lo único que se respira en esta atmósfera enrarecida es eso: el odio, la ansiedad. Lewis preña de agobio el espacio, interiores austeros y exteriores de campo abierto, se ensaña en la violencia y presenta calles vacías, una desolación de pueblo acorralado por el miedo. Cuando llega Hayden lo hace bajo la identidad de un sueco de mal acento hijo de uno los propietarios recién asesinado; utiliza además sutilezas para dar a su interpretación unos extraños matices que lo alejen del acartonamiento de los típicos héroes del Oeste. Se mueve, habla y se expresa de una forma peculiar, incluso excéntrica.
Trumbo examina sin paliativos las vidas de personajes ruines que se avergüenzan de su miseria o la usan para sobreponerse a los demás, personajes complejos y oscuros, de debilidades y traumas, examina los estragos que hace en el entorno el temor ostentado por los poderosos capitalistas y ofrece una visión negrísima de la sociedad norteamericana del momento, cuya ley se alimenta de la corrupción igual que el pistolero de Young alimenta su frustración con el miedo de otros. Por eso los buenos son un sueco recién llegado que no goza precisamente de la mejor hospitalidad del pueblo americano y un mexicano bondadoso desplazado a quien también quieren arrebatar esas tierras que por herencia histórica pertenecen.

Lewis, igual que muchos artesanos que se servían del ingenio, compensa la austeridad y el escaso metraje con una audacia visual y estética que otorga modernidad a las imágenes, pinta su historia de justicia y venganza, que podría haber firmado el mismísimo Burnett, de trazos de misterio acercándose a los pliegues del "noir", subrayado por secuencias donde abundan los claroscuros y ángulos extraños, nada convencionales (cómo olvidar esos inquietantes primeros planos del inicio, de una vena cuasiexpresionista, a los rostros de esos ancianos propietarios que observan su granero en llamas...).
Lo mejor del libreto de Trumbo se encuentra en su parte final, donde inesperadas vueltas de tuerca toman por sorpresa los clasicismos del género, proponiendo la lucha contra la villanía implacable (momento memorable el de Víctor Millán que se niega a ponerse de rodillas) y un levantamiento de los corrompidos contra los que pensaron que la voluntad y la violencia se podían comprar con dinero. Mientras, el petróleo como símbolo de la unión por mero interés; así, guionista y director abrasan con su discurso de pleno nihilismo social, además de unas muestras de racismo y misoginia que dejan un regusto amargo en las tripas.

La película tampoco deja indiferente proponiendo todo un último tramo anticlimático, más propio de cine minimalista y que incluso podrá decepcionar a los acérrimos del "western" del espectáculo y el artificio. Hay que leer entre líneas y buscar el sentido político y de denuncia a las imágenes de ese duelo final que en realidad es el que ya vimos al principio.
Solo que ahora el villano invisible se muestra en una imagen de Muerte encarnada o Gobierno opresor cuya mano derecha de hierro amenaza al pueblo sin compasión. Es una despedida muy digna, arpón en mano, de uno de los realizadores más interesantes y comprometidos (aunque tras las sutilezas del cine de género) que dio la serie "B" norteamericana.
Chris Jiménez
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27 de junio de 2016
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una manera muy buena de empezar enseñar a un fulano en una ciudad clásica del oeste con un arpón ballenero al hombro caminando por una calle ancha y con la mirada perdida. Aunque sea Sterling Hayden, recién llegado a Texas y lógicamente con un pasado en el alta mar. Llega tres días tarde, no dieciocho años tarde, no, sólo son tres días los que pasan e impiden que pueda reencontrarse con su padre que, es importante añadir, era el propietario del arpón.

Pero así como no me voy a meter con Hayden, que tiene el papel menos agradecido de la historia, el eje motor de la película es un pistolero manco que viste de negro y que tiene muy poca chispa. Es mi opinión, faltaría más. Si la película flojea y falla inevitablemente es por ese (mal) malo. No sé explicarlo mejor, pero ese asesino debería haber llevado la película por el buen camino, aunque sea con su maldad. Y no, no me ha convencido en ningún momento.

Creo que sólo los muy enamorados del western se acercarán aquí y como es sabido, la fidelidad que ello conlleva explica que se trate de una película con una puntuación tan elevada. Bajo mi punto de vista hay mejores westerns, a patadas. Tiene su gracia, eso de cerrar el círculo con la escena de Hayden con el arpón es muy buena idea. Pero lo que queda dentro de ese círculo no es gran cosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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16 de abril de 2024
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Dirigido por Joseph H. Lewis y protagonizado por Sterling Hayden, la película es conocida por su atmósfera sombría y su poderosa puesta en escena.

A pesar de ser una producción de bajo presupuesto, ha sido elogiada por sus escenas dialogadas bien construidas, una fotografía excelente de Ray Rennahan (B&N) y una estupenda BSO de Gerald Fried.

El guion, escrito nada menos que por Dalton Trumbo bajo el seudónimo de Ben Perry, presenta una trama de venganza y justicia en la que un inmigrante sueco es asesinado por negarse a vender su granja a un hombre ambicioso, Ed McNeil (Sebastian Cabot), que ha descubierto petróleo en las tierras.

Los granjeros están asustados y no se sienten capaces de enfrentar al temible asesino, Johnny Crale (Young), quien sirve a McNeil. En este punto llega el hijo de Hansen, Georg (Hayden), un experimentado pescador y diestro con el arpón, pero nada ducho con las armas... aunque sí anhela hacer justicia.

Es de destacar la dignidad de los personajes que, a pesar del miedo, encuentran el valor para enfrentarse al asesino que sirve al antagonista. Además, se resalta la interpretación de Nedrick Young, quien da vida a un pistolero manco que encarna el miedo y la maldad. Muy bien Sterling Hayden, como el sueco venido de fuera y justiciero.

Algunos comentarios en los diálogos tienen excelentes comentarios políticos, para quienes quieran entender, y la trama involucra la necesidad de que los pequeños propietarios de las tierras se unan.

“Terror en una ciudad de Texas” es apreciada por su enfoque único dentro del género western y por cómo utiliza sus limitaciones presupuestarias para realzar la narrativa y la tensión visual.
Kikivall
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