El mago de Oz

Admito que estaba a un paso de desear la muerte de Dorothy a manos de la Bruja Malvada del Oeste. ¡Que pesadez de niña! Que cursi, que pavo, que amaneramientos más forzados, cuánto caramelo pastoso, empalagoso, azucarado y pegajoso. Con su «perrito», su «tiíta», su «tiíto» y su desesperante tontez, dan ganas de tirarla por la ventana de la casa en pleno tornado.

Luego, también es verdad, la muchacha mejora un tanto, por fortuna, especialmente cuando empieza a encontrarse a lo largo de su camino amarillo con los buenísimos personajes secundarios: el Espantapájaros, el Hombre de Hojalata y el León, un trío de lo más encantador y divertido que alegra la película. La historia de «El Mago de Oz» no es, a fin de cuentas, demasiado brillante, pero Victor Fleming se propone, y lo consigue, hacer una obra directamente para la mentalidad infantil, así que potencia los colores, el maniqueísmo, las canciones pegadizas, el lenguaje sencillo, el humor limpio y el final feliz.

¿Y los adultos? Pues los mayores nos daremos cuenta de que, sí, de que es para niños, y nos alegraremos un rato con el miedoso León y su lacito rojo, con las cursilerías de Doris y con la maravillosa «Over the Rainbow» en la preciosa voz de Judy Garland. Que portento de canción. Que alegría de película.

Uno de los milagros cinematográficos de los años 30 fue El Mago de Oz. Una película mágica que ha conseguido permanecer maravillosa aún a día de hoy tanto tiempo después. Indispensable para ver cuando se es niño, es una ensalada repleta de imaginación, fantasía y colorido, aliñada con personajes carismáticos e inolvidables envueltos en una historia trepidante a ritmo de caballeresca Road Movie. Con estos ingredientes la odisea de Dorothy y sus amigos en el mundo de Oz entretiene y conmueve a partes iguales y consigue emocionarnos y hacernos soñar.

Partiendo de un humilde cuento de literatura infantil Hollywood sacó lo mejor de sí para darle vida y obtuvo un irresistible divertimento donde todo está cuidado con mimo y cariño, estrujando todas las técnicas cinematográficas conocidas en la época y adornándolo con canciones que han pasado a ser estándares del folclore americano. Todo funciona, y en ningún momento hay altibajos porque está cargada de detalles que continuamente nos amenizarán el ya de por sí fascinante viaje.

Mención aparte merecen las criaturas que pueblan la tierra de Oz: El hombre de hojalata, el león, el espantapájaros, las brujas, el propio Mago de Oz... todos ellos junto a Dorothy y su inseparable Totó son cautivadores y llenos de matices. A titulo personal me atrae especialmente el espantapájaros porque siempre he pensado que tienen algo de inquietante y dan mucho juego a determinadas películas de fantasía que los incorporan y utilizan explotando ese lado fantasmagórico y misterioso.

Ha pasado mucho tiempo desde que el niño que fui partía de la mano de Dorothy hacia Ciudad Esmeralda pero en el fondo la verdad es que mi visión de las cosas no ha cambiado tanto. Cualquier día volveré a recorrer el camino, sé que las baldosas amarillas siempre estarán ahí para mi.

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Para 1939, el director estadounidense, Victor Fleming, había realizado ¡39 películas!, y “EL MAGO DE OZ” se convirtió en su tercera gran realización infantil, después de, “La Isla del Tesoro” y “Capitanes Intrépidos”. Con esta trilogía le bastaba para hacer ya parte de los inmortales del cine.

Basada en la obra, "The Wonderful Wizard of Oz" que, L. Frank Baum, publicara en el año 1900, ésta es la historia de un bello y edificante sueño. Lección para una niña llamada, Dorothy Gale, y para todos los chicos y adultos del mundo entero, sobre aquellas magníficas cosas que nos pasamos buscando afuera, cuando en realidad las llevamos bien adentro.

Cuatro inolvidables personajes nos recrean estos valores: un espantapájaros (la inteligencia), un hombre de hojalata (el sentimiento), un león (la valentía), y la pequeña Dorothy (el calor de hogar).

Juntos viajarán, por una tierra encantada (pero, con bruja a bordo), en busca de un conocido personaje llamado, El Mago de Oz, con quien esperan recuperar aquellas grandes virtudes que consideran perdidas. ¿Tendrá el mago la suficiente sabiduría para ayudarles a ver?

“Extrae de tu interior todos los valores que reclamas. Los valores están dentro de nosotros, sólo es preciso fluirlos”. “No debo buscar lo que deseo fuera de casa, porque sino está allí, no estará en ninguna otra parte”. “Muchas personas poseen símbolos, pero, en la realidad, estos no son lo que representan”. “El valor de un hombre no se determina por lo mucho que ama, sino por lo mucho que es amado”.

Como éstas, habrá muchas lecciones fundamentales para la vida (relaciones familiares, la calle, el trabajo o el estudio). Lecciones que nos permiten ser y que no deben olvidarse jamás.

Además, la película nos divierte, se mira con embeleso, se enamora uno de sus personajes, se viaja sin restricciones por aquel mundo de fantasía que no envejece jamás y, a Judy Garland cantando “Over the Rainbow”, la llevarás tallada por siempre en la memoria. Al final, queda uno con la sensación de haber visto algo maravilloso, algo con-sentido.

No veo objeciones, "EL MAGO DE OZ" es una obra maestra.

Tengo 47 años y cuando mi hija de 21 era pequeña la veía una y otra vez, casi con obsesión, es ahí donde aprecié que cada vez le sacaba más jugo a diálogo, intepretación, guión, historia, dirección, MAGIA. Hoy es el día que en nuestra vida cotidiana, seguimos empleando frases de esta maravillosa película, como "sigue el camino de badosas amarillas" " los chapines colorados", en fin muchas. Película de 69 años vigente, viva muestra de la atemporalidad de una obra maestra.

Nunca estuvo mejor Judy Garland que en esta película que fue un fracaso en su estreno y con los años resurgió como fantasía gay, fantasía de la contracultura hippie de los 60 o simplemente como la primera película que se emitió en una tv americana durante los años 50. Todos los números musicales tienen una música impresionante, cada personaje está perfectamente interpretado y los decorados chillones y el tecnicolor le dan un aire Kischt al que es difícil resistirse. En América es una película intocable, y por algo será. Además fue la primera producción de la Metro en la que colaboró ese genio de la producción de musicales que fue Arthur Freed. Cada vez que oímos a Judy cantar "Over the rainbow" nos emocionamos y con razón. Ese blanco y negro de Kansas que pasa al fastuoso color de Oz es solo uno de los muchos momentos memorables de esta obra maestra. Una maravilla para niños y adultos. Un 10.