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Whisky a go-go

Comedia Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), un barco cargado de whisky naufraga en una isla de Escocia. Los isleños, que no han podido beber alcohol desde hace tiempo, empiezan a idear toda clase de estratagemas para burlar a las autoridades y apoderarse del cargamento. (FILMAFFINITY)
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
9 de junio de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película ambientada en la época de la Segunda Guerra Mundial. Digo en la época y no llanamente en la "Guerra", dado que no es estrictamente hablando, un film bélico como alguien podría suponer. Sí, en cambio, discurre en tiempos en que en una ínsula británica, los pobladores afectos a la bebida destilada conocida como whiskey o whisky, se ven privados del precioso elemento líquido que es una de sus actividades fundamentales, entendiendo por tal su consumo. Un barco con una copiosa carga de esa índole se ve cercenado de llegar a las rocosas costas por imperio de la vigilancia enemiga, y el objetivo de los lugareños será realizar alguna maniobra tendiente a rescatarlo. Pero otro de los inconvenientes se suscita porque la perspectiva es hacerlo un domingo, pero el riguroso respeto del Sabbath (domingo, no tiene nada que ver con la brujería), que observan inflexiblemente por su encuadre puritano, parece desaconsejarlo...el film es aceptable, no es entiendo nada de otro planeta, el humor con algo de sarcasmo se destribuye con dosis medianas entre lo gracioso y lo trivial, no tiene mucha acción y en mi criterio no marece una gran calificación. 5,50
elneon
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7 de enero de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1947, Hollywood aprueba una subida de impuestos para la exportación de films, lo que obligará al gobierno británico a exigir un aumento de las producciones nacionales; donde la emblemática Ealing jugará un papel esencial. Los estudios, al ver llenos sus platós; deciden realizar un proyecto donde predominen las escenas en exteriores, y para dirigirla deciden confiar en un joven americano de origen escocés, que hasta entonces se encargaba de realizar storyboards y guiones, llamado Alexander MacKendrick. El resultado de todo eso es esta película, más compleja de lo que parece, que ha quedado en la historia como uno de los más claros ejemplos del humor inglés: en lugar de buscar la risa fácil, utiliza la ironía y la sátira. El mismo año en que Whisky a Go-Go llegó a los cines, también lo hicieron dos de las más emblemáticas producciones de los Ealing Studios: “Ocho sentencias de muerte” y “Pasaporte para Pimlico”.

Todday es una isla pequeña, donde la gente vive tranquilamente; hasta que por culpa de la Guerra Mundial, la ciudad queda seca de Whisky, provocando que la población se hunda en una gran depresión. Una noche, un barco encalla contra las rocas con un cargamento de 50000 botellas de whisky, aunque el capitán inglés Wagget intentará evitarlo, los aldeanos harán todo lo posible por conseguir hacerse con ese tesoro. Cuando el preciado líquido vuelve a la aldea, éste ejerce un poder milagroso entre sus gentes (los ancianos recuperan la vitalidad, los enfermos sanan, los jóvenes recobran el valor, etc).

Pero, aunque a simple vista puede parecer una simple comedia ligera, es mucho más; sobre todo gracias a la labor de Alexander MacKendrick, donde ya empezó a dar muestras de su famoso perfeccionismo. El Capitán Wagger, inglés, representa la civilización y la autoridad de la ley; intentará frenar la anarquía iniciada por los aldeanos. En un principio, la simpatía recae completamente hacia estos últimos, a los que parece el whisky realzan todas sus virtudes; aunque por la parte final el tono se vuelve un poco más claro oscuro, al mostrar al Capitán Wagger con más compasión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Time Bandit
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9 de febrero de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que voy a ejercer un poco de contrapunto en la opinión de las críticas que me preceden acerca de esta película.
Aún siendo muy simpática y agradable, en mi opinión está algo avejentada.
Teniendo en cuenta que yo soy un furibundo admirador del cine de los 60 para atrás y por lo tanto, la estética, el estilo y las narraciones de antes no suelen hacer mella en mi apreciación del cine, al contrario, creo que me gustan más que las de ahora, es extraño que esta película me haya resultado un poco anticuada.
El argumento es impecable. Durante la segunda Guerra Mundial, los habitantes de una pequeña isla británica están sufriendo lo indecible. El motivo de ello no es el hambre, la incomunicación, la enfermedad o la invasión del enemigo, como bien nos lo apuntan en el film. Nada de eso. El motivo es que la isla se ha quedado sin una gota de whisky, una auténtica catástrofe para los sencillos y alcoholizados lugareños que ante la perspectiva de tener que vivir sin el preciado licor, hace que todos se suman en una gran depresión colectiva, que resultará más terrorífica que el estallido de una bomba nuclear.
Pero cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana y ante ellos, en las rocosas costas, encalla un barco cuyas bodegas están abastecidas por innumerables cajas de whisky.
Es la salvación. Hay que hacerse con el cargamento antes de que se hunda para siempre. Pero no va a ser fácil. El ejército de la retaguardia, cumpliendo su obligación, no puede permitir el saqueo y el pillaje de un barco perteneciente al Estado. Les vigilarán muy de cerca.
Esta simpática premisa, nos servirá para presentarnos a los diferentes lugareños y nos mostrará escenas jocosas acerca de sus peripecias.
He leído en las críticas de los profesionales y también en las de los usuarios que esta cinta es una ejemplificación del llamado humor británico. Ironía y elegancia. Cierto. Pero yo no creo que sea la más representativa. A mí me ha parecido excesivamente dulce y amable.
Quizá soy yo, que esperaba un poco más de mala baba. Me viene a la mente " El quinteto de la muerte", de este mismo director u otra de los estudios Ealing, de la que hablé hace poco, la colosal " Ocho sentencias de muerte" y creo que aún siendo el típico humor británico tan admirado, el tono está más rebajado quizá debido a la apología del alcoholismo que hacen y que quizá consideraron que ya tenía suficiente subversión.
Por cierto el final me encanta. Aunque parece que con ello desdice todo lo que defiende en el grueso del film, a mí me parece que lanza una auténtica pulla, esta vez sí, muy irónica y con auténtica mala leche.
Por todo ello, por supuesto que recomiendo el visionado de la película. Tiene escenas olímpicas. Pero no puedo evitar desear que se hubieran lanzado más a fondo en el arte de burlar sin burlar.
Izeta
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15 de marzo de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La época dorada de los míticos estudios londinenses Ealling comenzó en el 47. Un puñado de comedias que como las calzadas romanas hoy pueden estar algo olvidadas pero que siguen en pie con el paso del tiempo y funcionan cada vez que uno las revisita u otros las descubren por primera vez. Alexander Mackendrick brilló en ese época como director de ficción (antes se dedicaba a anuncios y documentales) y su nombre y el de los estudios quedaron asociados para la historia. Su paso a Hollywood posterior, si bien no fue para nada un fracaso le descubrió que las exigencias de la industria y los estudios no iban con el. No quería ser un títere en manos del sistema y prefirió retirarse del cine para dar clases en California.

De ascendencia escocesa aunque nació en Boston, debutó en la ficción con la adaptación de la novela del escocés Compton Mackenzie del mismo título publicada dos años antes. Mackenzie amaba las tierras altas escocesas donde se ubica esta sátira en una isla ficticia de las Hébridas exteriores en plena IIGM . La novela se basaba en un hecho real.

La película se rodó en exteriores, cosa que no era habitual en los Estudios Ealling. El mal tiempo disparó el presupuesto y el patrón de Ealling, Michael Balcon no quedó contento con el resultado final. Encargó a otro de sus directores, Charles Crichton,  que la complementara con algunas escenas añadidas y la reeditó. Fue un gran éxito. Tuvo secuela, se adaptó al teatro y hubo un remake en 2016 carente del encanto de la original. En París dio lugar a un famoso club musical también en el 47 que llevaba su nombre y que a su vez inspiró a una franquicia de discotecas en USA donde se curtieron muchas bandas de rock importantes.

No deja de ser curioso que dos de los destilados alcohólicos más representativos como son el Vodka y el Whisky, signifiquen "agüita" en ruso y "agua de vida" en gaélico escocés. Y vida es lo que parece insuflar esta bebida a la dura y monótona existencia de los habitantes de esta pequeña isla que deciden saltarse las rígidas normas en una desobediencia colectiva en tiempos de escasez de forma ingenua, casi infantil, como niños a los que se les priva de la pelota con la que se unen para jugar. Un elenco coral acertado y un ritmo narrativo que mantiene la tensión hacen que la cosa funcione y que tomemos partido por los simpáticos habitantes que en palabras del director parecen más irlandeses que escoceses. Él estaba de parte del férreo purista capitán Wagget  notablemente interpretado por Basil Radford en contra del productor asociado Danichevsky. Entre lineas se pueden leer otros muchos matices de índole social,  de relación del pueblo con sus gobernantes, moral, de estrecha amistad... El papel de las mujeres es muy interesante en sociedades tan cerradas. El contraste generacional entre la estricta madre de Campbell, y las dos jóvenes hijas del comerciante que ya apuntan a la nueva mujer surgida después de la guerra. Peggy es la telefonista del pueblo. Y por supuesto las tradiciones. Al final del visionado de "Whisky galore" lo único que se puede hacer es brindar con un buen scotch por su excelente salud: !Sláinte!. 

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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9 de marzo de 2013
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Whisky galone adaptada de la novela Compton MacKenzie, el filme se desarrolla durante la pesada época de la segunda Guerra mundial. Revelando la belleza del mar con el toque de las olas todo esto se da a saber con los inicios de mezclas de planos, resaltando la fotografía ya que refleja todo tipo de características de la ciudad donde se filma la historia, los oficios de los isleños.

Percibimos como aquella isla tan cotidiana, normal y feliz, podemos llamarla perfecta, donde los hombres su única diversión es ir a un bar y brindar con un whisky por un día exitoso, se convierte en una tragedia al terminar ese elipsis de la felicidad que es el whisky.
Toda una comedia se convierte al ver como todos los isleños buscan la mejor maniobra para que regrese ese entrañable whisky, recomendada para un fin de semana.
Carmengac
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