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El día que paralizaron la Tierra

Ciencia ficción. Drama Una nave extraterrestre llega a la tierra con la misión de entregar a los hombres un importante mensaje. El mundo entero queda conmocionado el día en que, sin previo aviso, un platillo aterriza en Washington y de él sale Klaatu, un alienígena de aspecto humano acompañado de Gort, un amenazante robot. La petición que Klaatu hace a todos los gobernantes del mundo es rechazada. Así las cosas, Klaatu decide observar cómo viven los humanos ... [+]
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2008
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy por hoy, "Ultimátum a la tierra" es una película completamente pasada en muchos aspectos. Es todo un clásico de la ciencia ficción con mucho más encanto de lo que pueda tener cualquier versión moderna, pero lo que en 1951 fueron considerados unos grandes efectos visuales, hoy quedan completamente desfasados.

El film de Robert Wise ha envejecido muy mal, pero da igual, sigue teniendo algo especial que jamás tendrá la versión de 2008. "Ultimátum a la tierra" no sólo fue una película de ciencia ficción, el film de Wise tiene un evidente mensaje pacifista en plena guerra fría. Un emisario espacial aterriza en la tierra para avisarnos de que el camino que llevamos sólo puede terminar en ruina para la Tierra. El film invita a la reflexión en una época en la que reflexionar no parecía ser una prioridad, y en la que la carrera espacial y nuclear nublaba la mente de nuestros mandatarios.

El film evidentemente ha quedado desfasado en su mensaje antinuclear y en sus efectos visuales. El film de Wise se mira desde la distancia y el aprecio, y pese a su mensaje desfasado, su principio básico, es decir, su antibelicismo, sigue tan vigente como antes. Si algún día aterriza Gort en el planeta Tierra ya sabemos que tenemos que decirle: "Klaatu barada niktoh".
Sersolo
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18 de junio de 2005
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que el guión de este filme es para sacarse el sombrero, y de ello se puede apuntalar la idea o concepto que el filme es una obra maestra de la ficción. Sí, con mucho de originalidad, el filme de Robert Wise nos brinda una acabada muestra de todo lo jugosa que una película de ficción puede llegar a ser en su valor discursivo.
Nadie puede negar que la mayoría de los filmes de mero corte ficticio son pobres en contenido y mucho de formas. Bueno, aquí Wise enseña ya en 1951 que la cosa puede ser muy distinta. Debemos agragar que en la época de los cincuenta había una obsesión por presentar filmes con contenido de extraterrestre, y por entonces la idea estaba muy en boga.
Wise impone originalidad al presentar al ET como una persona que viene en son de paz y no con la idea de conquista y sometimiento de la raza inferior. Con un objetivo educativo y aprovechándose del conocimiento superior, la raza visitante nos trae la advertencia de lo que el ser humano puede llegar a hacer con la tecnología. Pero nos lo muestra en una forma drástica, nos pone en aviso del peligro que conlleva la mala utilización de la ciencia.
Una obra maestra se la mire por donde se la mire, con un alto nivel de profundidad discursiva, con un presupuesto que indica que las formas son las mejores de acuerdo a la época (sin ir más lejos, los efectos son pocos pero sorprendentes).
Tanto tememos que la destrucción del planeta sea por una fuerza invasora externa pero aquí se nos abre los ojos para darnos cuenta que el hombre en sí constituye un peligro latente.
La idea pacifista no fue muy auspiciada en su momento debido a la Guerra de Corea que se suscitó. La música es densa e inquietante en todo momento, y Herrmann utilizó el theremin (instrumento electrónico) para lograr dicho sonido. La musicalización comprende un factor muy interesante en el filme y acompaña en forma armoniosa cada escena.
Muy recomendable historia llena de moralejas que nos muestra un claro mensaje antibélico y que siempre será tomado como punto de referencia para identificar a las obras de ficción con alto contenido de conceptos.
Pasatiempos Digitales
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6 de agosto de 2008
23 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película entretenida, sin más. Su mensaje es tan hipócrita que no entiendo tantas alabanzas vertidas a su favor, porque viene a significar que o haces lo que te digo o te doy pero... eso sí, al final más pacifista que yo no hay nadie. De hecho, no se puede visionar sin tener en cuenta la época y el lugar donde está filmada, en los comienzos de la Guerra Fría. Imagino que "obligar" a las personas a la desaparición de la violencia podría suponer, para algunos, una solución a lo que parecía la Tercera Guerra Mundial inminente (los Estados Unidos se encontraban implicados, en esos momentos, en la guerra de Corea, la misma donde el general McArthur intentó utilizar armas atómicas contra las tropas chinas...)

Así que el guionista se inventa unos cascos azules robóticos que tienen el poder de destruir cualquier cosa si no se les obedece. Bueno, espero que Ban Ki-moon no vea la peli.

Por otro lado es tan ingenua... pero le doy un 5 porque en el fondo es, como digo, entretenida. Ha envejecido fatal pero vaya, intriga tiene. Intriga y mil defectos y situaciones sin sentido. Para muestra, un botón (o más) en el "spoiler"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ciudadano
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7 de agosto de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aquella foto de la diminuta Tierra que la Voyager 1 tomó en su viaje hacia el espacio interestelar, y que fue bautizada como “Pálido punto azul”, inspiró a Carl Sagan un lúcido mensaje de advertencia.
Y es que siempre nos hace falta la perspectiva que da la distancia para vernos desde fuera y volvernos críticos con nosotros mismos.
Nunca hemos abandonado el egocentrismo (ni el geocentrismo) pese a los esfuerzos de los pensadores que a lo largo de la historia han avanzado más lejos de los confines que nos anclan a lo próximo y a lo aparente, a lo físico y visible. Nos ha costado muchos siglos empezar a comprender lo vasto que es el Universo y lo increíblemente frágil que es nuestro planeta, perdido en una inmensidad tan hermosa como hostil.
Y aún así, pese a que la Tierra recibe abundantes amenazas externas en un entorno tan letal (y hasta ahora ninguna de ellas procede de civilizaciones alienígenas, de las que aún no tenemos noticia), el mayor peligro que corremos nos lo hemos creado nosotros aquí dentro. Enfrascados en el egocentrismo.
Alguno de los astronautas que visitan la Estación Espacial Internacional ha comentado algo así como que todos deberíamos vivir una experiencia similar ahí arriba, desde donde la Tierra queda un poco más lejana, y darnos cuenta de que es el único hogar que tenemos, el único confín en el que podemos vivir de momento.
Entonces quizás nos lo pensaríamos más antes de amenazarlo con armas químicas, guerras nucleares y catástrofes ecológicas evitables. En suma, que el miedo a perderlo, el miedo a exterminarnos, por fin nos quitara el egocentrismo global y nos enseñara el valor de la paz.
No dejamos de ser niños que sólo abandonan las rencillas cuando perciben que su castillo de juguete se puede derrumbar si siguen peleándose y destrozando.
Una de las grandes y amargas paradojas humanas. Parece que la paz internacional sólo podría ser posible si percibimos una fuerte amenaza a nivel mundial. ¿Recobraremos la lucidez en el momento en que nos demos cuenta de que podríamos destruir el planeta y exterminarnos? ¿Nos hará despertar el terror a quedar todos reducidos a nada en el Universo indiferente, como si nunca hubiéramos existido?
“Ultimátum a la Tierra” es una alegoría de esta paradoja. Con los estragos de la Segunda Guerra Mundial, el final debió de verse muy cerca. El tiempo ha demostrado que no hemos aprendido casi nada, pero por suerte sigue habiendo mentes lúcidas, como la del escritor Harry Bates que publicó el cuento en el que se basó esta película, y Robert Wise y su equipo fílmico que lo trasladaron a la pantalla.
Es un drama de ciencia ficción que para su época no está nada mal. Sencillo, sobrio y elegante, con ese aire naïve y una pizca simplón, y esa estética de platillos volantes, seres inteligentes humanoides ultraavanzados y robots cutrecillos, que era la visión romántica de entonces sobre civilizaciones extraterrestres alimentada por la exagerada fantasía popular.
Puede que no sea un paradigma de la sci-fi, y que hoy día se vea desfasado, una simple curiosidad de época para cinéfilos. Pero lo eleva su mensaje, vigente entonces como ahora, ignorado ahora como entonces.
El mismo que Carl Sagan escribió al contemplar la foto de la Tierra, tan pequeñita en una franja de luz solar, donde cabe todo lo que somos.
Vivoleyendo
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25 de febrero de 2008
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que logra retratar de manera acertada la mentalidad estadounidense: "primero dispara y después pregunta". Guión inteligente que deja ver las contradicciones de nuestro tiempo, si bien se hizo en 1951, su argumento sigue vigente. El uso de las armas antes que el dialogo han acompañado y sustentado nuestros miedos desde hace centurias, y el filme retrata esa paradoja de manera magistral. Película inteligente y narrada con buen estilo, de esas de bajo presupuesto pero mucha creatividad.
Enoc
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