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Muerte a medias

Western Owen Merritt (Randolph Scoth) es un hombre de pocas palabras, extraordinaria puntería y principios firmes, que ha de tragarse su orgullo cuando la mujer a la que ama se casa con otro por dinero. Pero cuando el marido, celoso, jura destrozar el rancho de Merrit, éste tendrá que defenderse. (FILMAFFINITY)
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
1 de abril de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pensaba verla, pero aguanté. Es de De Toth y está Randolph. La iba a quitar, pero no lo hice, seguí. La quito, no. Sigo. Coño, no está mal. Ya la termino y bien, no me arrepiento.

Cuando un hombre quiere una mujer y ella se casa con otro por dinero y poder, el primero llora. Se emborracha, pero luego se le pasa a uno el berrinche. ¡Qué hay más mujeres que botellines, hombre! Y es verdad, pero hasta que se entera pasan un montón de cosas. Disparos, peleas, cánticos en fuegos de campamento, pastoreo bovino, discusiones amargas, de todo... Es una película muy ágil que no para un momento. Y los decorados de las casas del pueblo están muy bien. Y los salones con mucha animación, amplios y acogedores. Y los ventiladores a punto. ¡Cómo sopla el viento!

Una más para la colección. Hay que llevar pólvora en la sangre; comprender que las mujeres se enamoran por amor y también por dinero, y aprender de los canallas. Si no, no la veas.
floïd blue
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4 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido y poco ambicioso film, con un esquema argumental bastante básico del que, creo, que se podía haber sacado bastante más jugo, se sostiene, principalmente, porque De Toth le confiere bastante dinamismo, llenando la película de múltiples escenas de acción, tiroteos, cabalgadas, estampidas, duelos, que proporcionan agradable entretenimiento a pesar del poco trabajado guion que ofrece muy poco conflicto y sólo es una mera excusa al servicio de la acción.
Las actuaciones de sus intérpretes tampoco son nada destacables. Exceptuando la escena de la pelea entre John Rusell y Randolph Scott, larga, emocionante y bien rodada, en todas las demás escenas, los intérpretes se mueven con torpeza. De Toth no tenía que haberles permitido bajarse del caballo, que es donde mejor están.
Por contra, las dos únicas mujeres del film lo hacen bastante bien y es una pena que no se haya profundizado un poco más en el conflicto del triángulo amoroso entre ellas y el señor Scott o el que se da entre Scott, Leslie y Knox. Otro gallo hubiera cantado en la calidad de la película. Tal y como está concebida, la película resulta llevadera pero muy previsible.
A Scott, su novia ( Joan Leslie), le da plantón para largarse con un tío con más pasta ( Alexander Knox). Scott, lejos de guardarle rencor a su chica, se retira caballerosamente brindando por su felicidad.
Sin embargo, el vencedor del premio no se queda en absoluto satisfecho ya que sabe que su mujer sigue enamorada de su rival. Además, también ambiciona sus tierras así que, matará dos pájaros de un tiro si se lo quita de en medio. Para ello contratará a un pistolero con la intención de provocar la lucha. Ellen Drew, por su parte, es la hermosa vecina y amiga de Scott al que ama en silencio, pretendida a su vez, por otro pistolero del rancho enemigo.
Izeta
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23 de mayo de 2013
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wéstern de historia simple y maniquea que comienza con fuerza y va perdiendo interés progresivamente hasta un final muy flojo.
El guion es sólido, hay buenos diálogos y la trama y los personajes están bien delineados. El fallo es su desarrollo, su falta de coherencia, el perderse en tiroteos y persecuciones sin sentido, su infantilismo y obviedad, que los personajes no evolucionen, su rígido esquematismo y lo mal resuelta que está.
Ahora vamos a lo importante: Randolph Scott; ese actor que debe ser el anticristo para los actores del método, el hombre sin gesto, paralizado de cuello para abajo y que solo nos concede una mueca irónica y ambigua. Un actor que marca el tono de las películas; esa economía de gestos y sobriedad transforma su cine en crónicas sobre un samurái imperturbable que vive en su propio ecosistema (como si estuviera encapsulado, liofilizado) y que provoca que los demás parezcan inútilmente agitados, que se esfuerzan en vano (tanto para qué), cuando todo inexorablemente acabará haciéndose a su manera; sus deseos serán ordenes y su destino sera el DESTINO.
Motor inmóvil, causa primera, Dios con sus creaciones, rey con sus súbditos: todos bailan su son. Flautista de Hamelín que, con su displicencia y magnanimidad, perdona y castiga, juzga y reparte, ordena y manda. Su capacidad de atracción es infinita: todas las mujeres caen rendidas a sus pies y los hombres suelen pagar con la vida su estupidez y osadía; el no darse cuenta de que cada minuto que viven es gracias a él, a su inmensa benevolencia.
Esta presencia, este anti-actor, logra imponerse a partir de los años 50 (creó su propia productora) y hace un cine (el CINE) en el que los directores que mejor le entienden son André de Toth y, sobre todo, Budd Boetticher. Durante esta última época acumula wésterns de poca duración, pétreos, esculpidos en mármol; pelis de serie B brutales en su rotundidad minimalista, en su nimiedad y simplicidad.
En el 62 rodó su última película: "Alta Sierra" de Peckinpah.
Las noticias dicen que murió en el 87 a los 89. Yo creo que no. Estoy convencido de que nos observa, se ríe y nos perdona.
Ferdydurke
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7 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un marcado perfil del hombre ambicioso sin remedio, Will Isham, es la clase de individuo que no quiere nada a medias. “Nunca poseo nada a la mitad sino del todo, por completo. Lo que tengo es mío y de nadie más. No lo comparto con nadie”. Así se confiesa ante el viejo, Pay, cuando decide comprarle su rancho… y resulta que entre las cosas que Isham desea ésta, Laurie, la bella exnovia de Owen Merritt, que ha aceptado casarse con él convencida de que vale más el dinero que el amor… además nadie le quita que pueda seguir viendo a Merritt y tenerlo cuando desee. Pero con esa mentalidad insaciable, tras haber comprado la parcela de Pay, Isham quiere la tierra de Merritt que es la que ahora linda con la suya. El problema es que Merritt no vende, pero con tal de librarse de él, el “poderoso” Isham está dispuesto a cualquier cosa.

Así comienza esta llamativa película que vuelve a ocuparse de uno de los temas que más han atraído al llamado cine western: el terrateniente ambicioso y sin escrúpulos. Me atrae ver como nadie aprende por cabeza ajena y aunque verse ante el espejo puede motivar alguna reflexión, el ambicioso siempre cree que, “ese no es mi caso”. Pero, es un hecho que la prepotencia obnubila y en la medida que se sale con la suya, el prepotente se infla más… y más… y más… y entonces comienza a creerse una suerte de diosecillo, olvidando por completo que, todo lo que se infla en exceso, un día termina por estallar.

El director, André De Toth, quien ya se había ejercitado en el cine de caballitos con, “Ramrod” (1947) -la cual contiene otro triángulo amoroso con algo de parecido, pero mucho menos logrado-, reincide aquí con otra historia de amor en tres esquinas, y los cuatro años que pasaron entre uno y otro filme es evidente que le sirvieron porque, lo que vemos ahora, es un filme mejor procesado; con una puesta en escena y una fotografía de primera línea; unos personajes capaces de transmitirnos intensas sensaciones; y unos intérpretes de marcada fuerza interpretativa.

Lo mejor de todo son, quizás, las escenas de acción donde, De Toth, da cuenta de una gran creatividad, ofreciéndonos ingeniosas tomas realizadas con recursos muy realistas y sorprendentes. Como ejemplo: la demostración que hace, Fay Dutcher, de su puntería; la pelea entre Merrit y Clagg… o el enfrentamiento de Merrit (apoyado por Charley) contra los hombres de Isham.

El guion de Kenneth Gamet, quien adapta otra de las tantas novelas de, Ernest Haycox, llevadas al cine, aunque resulta un tanto predecible, está bien dosificado con toques de comedia muy entretenidos, gracias a la simpática presencia de actores como el mexicano, Alfonso Bedoya, Guinn Williams y Frank Sully; y en la parte dramática, el reparto es bien calificado en cabeza de Randolph Scott (Merritt), como el hombre al que quieren quitarle todo. Alexander Knox (Isham), el tipo que quiere quedarse con todo. Joan Leslie (Laurie), la chica que quiere quedarse con el rancho y su galán; y Ellen Drew (Nan), la chica que solo quiere dar, pero a lo mejor termina quedándose con algo.

La lección que nos deja la historia vale la pena verla. <<LUCHA A MUERTE>>, es una buena película.

Título para Latinoamérica: MUERTE A MEDIAS
Luis Guillermo Cardona
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