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Cadenas de roca

Drama. Cine negro Charles Tatum es un periodista sin escrúpulos que atraviesa una mala racha a causa de su adicción al alcohol, razón por la que se ha visto obligado a trabajar en un pequeño diario de Nuevo México. Cuando un minero indio se queda atrapado en un túnel, Tatum ve la oportunidad de volver a triunfar en el mundo del periodismo. Entonces, en connivencia con el sheriff del pueblo, no sólo convierte el caso en un espectáculo, sino que, además, ... [+]
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Críticas 73
Críticas ordenadas por utilidad
22 de mayo de 2014
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la sensación que le podría dejar a alguien que cogiera la película empezada, quince minutos tarde, y tuviera que irse diez minutos antes del final, sin llegar así a conocer con seguridad la historia que se nos cuenta en este film.
Y ese es el problema de esta película: la historia, porque todo lo demás es perfecto: actores, personajes, ambientación, ritmo narrativo. suspense. Es Billy Wilder.
Quizás nos pueda parecer excesivo el "circo" que se monta, con circo de verdad incluído, en mitad del desierto, pero estamos acostumbrados a que Hollywood nos describa al pueblo americano como lo más parecido a un rebaño de estúpidas ovejas.
Si la historia se me atraganta el final roza lo ridículo.
shincotiros
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8 de abril de 2007
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un esquema fílmico casi idéntico al del mejor film de cine negro que por el momento he visto de Wilder en 'El gran carnaval' se nos presenta la temática de la obsesión llevada a los límites. Kirk Douglas protagoniza este film encarnando a un periodista alcoholico capaz de cualquier cosa por recuperar el status que merece como profesional.
Se le brinda la oportunidad y la coge al vuelo sin miramientos. Una sátira brutal sobre el mundo del periodismo y la política. Hasta donde puede llegar uno para hacer interesante una notícia.
Muy simplista el contraste entre la senzilla redacción pueblerina dirigida por el lema 'Tell the Truth'con los carroñeros de new york matándose por las primicias de la notícia.
El film esta bien dirigido sin llegar a ser uno de los grandes de Wilder.
Me fijo una vez más en las pequeñas obsesiones de Wilder que se van repitiendo: varias maneras de encender el fuego para los cigarrillos (muy presente en Perdición); aquí vemos la modalidad contra máquina de escribir, irónico tratándose de una cínica crítica al periodismo, bien logrado, si señor. Encontramos una vez mas a un vendedor de seguros y la rubia platino y maléfica. Tópicos Wilder. Sin duda me quedo con algunos toques del guión, tratándose de Wilder no es para menos:

-me gustaría ver al dueño. Como dices que se llama?
-Yo no he dicho nada.
-Listo eh?
(...)
-Que dijo que vendía...¿Polizas de seguro?
-No he dicho nada.
-Listo , eh?
------------------
-Avanzar, avanzar...
-¿Avanzar? ¿Hacia donde!?
Rojadeletras
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3 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ace in the Hole (El Gran Carnaval, 1951) es igual de cómica que The Lost Weekend (Días sin Huella, 1945) o que Sunset Boulevard (El Crepúsculo de los Dioses, 1950), es decir, nada. Está última había sido un éxito de taquilla y Wilder, envalentonado por los resultados, decidió llegar un paso más allá en su acidez. Seguramente el Gran Carnaval es la película más oscura de su prolífica carrera (por lo menos en lo que respecta a la crítica al Establishment) y por este motivo el filme se estrelló en taquilla. A pesar de los intentos de la productora, la Paramount, por cambiar el enfoque comercial del filme (escogiendo un nuevo título, The Big Carnival) el público no aguantó una obra que le señalaba de manera directa con el dedo, apuntando sus defectos, de igual manera que con la prensa[1].

El Gran Carnaval nos presenta una introducción magnífica en la que vemos a nuestro personaje protagonista, interpretado por Kirk Douglas, presentarse ante el espectador. Que Billy Wilder era un magnífico guionista que cuidaba hasta la extenuación cada detalle queda demostrado en estos primeros minutos, donde realiza un clinic perfilando los detalles principales del personaje. Sabemos que es un egocéntrico periodista, y que ha sido despedido de todos sus antiguos trabajos por su conflictiva personalidad. Sin embargo, el jefe del periódico local, decide contratarlo por la entrega y dedicación que parece presentar. El personaje de Douglas es enviado a cubrir una noticia absurda, pero por el camino se encuentra con un caso que puede ser un filón, y que no va a desaprovechar de ninguna de las maneras.

En realidad, La tesis principal de El gran Carnval es demostrarnos el desarrollo y nacimiento del sensacionalismo periodístico. El personaje de Kirk Douglas es la encarnación de este nuevo periodismo, que no tiene ningún reparo en realizar todas las triquiñuelas posibles para cubrir la noticia más grande posible. Su modus operandi difiere totalmente del emblema bordado en tela que hay en su empresa (“Cuenta la verdad”) y se acerca al de “No dejes que la verdad estropee una buena historia”. De hecho el filme es una confrontación constante entre estas dos éticas periodísticas.

En cierto momento del filme, el personaje de Douglas espeta que “Yo no provoco los sucesos, sólo los cubro”. Algo que posteriormente se descubre como una mentira, porque precisamente lo vemos negociar con el Sheriff para que la expedición de rescate se demore lo máximo posible, y de esta manera conseguir más tiempo para su espectacular historia.

Wilder desdobla el personaje de Douglas en un joven periodista que le acompaña desde el primer momento. Este joven personaje, que la película nos lo presenta en un primer momento como un auténtico novato recién salido de la universidad, es en primera instancia un periodista con fuertes convicciones morales. Sin embargo, a medida que se va dejando influenciar por el personaje de Douglas, va adquiriendo sus métodos así como su ética. Y ¿Porqué? Porque al fin y al cabo es mucho más útil (en términos económicos) que el periodismo esforzado.

El filme alcanza cotas demenciales a lo largo de su desarrollo. Como ya comentaba, Wilder señala claramente con el dedo a las masas que se acercan para contemplar el espectáculo (porque el incidente se convierte en un espectáculo mediático, como si se tratara de un partido de fútbol) , banalizando de esta manera la gravedad del asunto. Casi como un lienzo surrealista, Wilder describe a la cantidad ingente agrupándose al evento formando un ecosistema propio, que se retroalimenta con las noticias que van llegando de la mano de los periodistas. El despropósito es tal, que incluso se forman atracciones para entretener a los espectadores (el culmen lo encontramos con la noria que se alza en contraposición con la propia montaña) mientras aguardan a la espera.

Todo finaliza con la secuencia, casi mesiánica, en la que el personaje de Kirk Douglas se ilumina ante la muerte del hombre y decide enmendar su propio error. Se sube a lo alto de la cima, y desde ahí Wilder, presentándolo casi como una especie de Moisés bíblico enfadado ante la lujuria de su pueblo, pregona que el Show ha terminado (algo imperdonable para la gran masa).

El Gran Carnaval ha sido asociado por la historiografía con el geénero del film Noir. Sin embargo, es evidente que el filme desarrolla algunas características que lo diferencian de sus compañeros, como es que principalmente la acción transcurra en pleno desierto. Y es cierto que una historia que sucede en un lugar tan amplio y sin remitentes urbanos no es habitual en el género, pero por lo demás, la película cumple con otros tópicos como la trama oscura que se cierne, el poder y la corrupción que ejercen una influencia decisiva en los personajes, e incluso una mujer fatal que interpreta Jan Sterling.

[1] GONZÁLEZ, Juan Carlos, Elogio de lo Imperfecto: El cine de Billy Wilder, Ed. Universidad de Antioquía, Medellín 2008, p. 62

https://neokunst.wordpress.com/2015/02/03/el-gran-carnaval-1951/
Kyrios
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8 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Wilder hace una invectiva desconsolada al periodismo sensacionalista, con sarcasmo y colmillo más retorcido que nunca, Wilder ofrece aquí uno de los más retratos más crudos del egoísmo y la crueldad de nuestra sociedad que se haya rodado jamás.

Un mundo dispuesto a comprar periódicos con noticias lo más morbosas posibles. Un cruel retrato a la prensa en EE.UU., razón quizá por la no tuvo éxito dentro del país, llegándose a tachar de antiamericana.

Sin embargo sí fue muy bien recibida en Europa convirtiéndose en una de las críticas más audaces y fieras que el cine ha hecho nunca sobre la manipulación del periodismo y sobre el morbo y el egoísmo de los lectores. Douglas hace un excelente papel de periodista arrogante, embustero, cínico, manipulador y alcohólico.
Kikivall
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5 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchas películas que hablan sobre la labor del periodista de investigación en busca de la verdad remarcando la importancia del periodismo serio y riguroso. Con El gran carnaval pasa lo contrario. Se trata de una obra agridulce que retrata magistralmente las miserias humanas en una historia tan cruel como real. Todos los defectos del ser humano quedan expuestos; el morbo, el afán desmedido de lucro, la ambición política, la mentira, el egoísmo y sobre todo la falta de escrúpulos del periodismo sensacionalista y el beneficio económico a cualquier precio.

Y es que cuando comprendamos que no todo en la vida se reduce al dinero mejor nos irá. Como bien decían los de Eskorbuto "La mentira es la que manda, la que causa sensación, la verdad es aburrida, ¡Puta frustración!". Una cita que a esta película le viene como anillo al dedo.
Harold Angel
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