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Hasta el último hombre

Bélico. Drama Narra la historia de Desmond Doss, un joven médico militar que participó en la sangrienta batalla de Okinawa, en el Pacífico durante la II Guerra Mundial, y se convirtió en el primer objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de Honor del Congreso. Doss quería servir a su país, pero desde pequeño se había hecho una promesa a sí mismo: no coger jamás ningún arma. (FILMAFFINITY)
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Críticas 264
Críticas ordenadas por utilidad
8 de mayo de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta excelente y preciosa película cuenta una emotiva historia real que nos permite conocer otra interesante perspectiva de la Segunda Guerra Mundial (de todas las guerras, en realidad): el papel de las personas que se encuentran cara a cara con el conflicto bélico cuando sus creencias religiosas les impiden actuar como el resto de la gente en tales circunstancias.

La cinta obtuvo un notable éxito de crítica y público, y dos Oscars técnicos de seis nominaciones. Es uno de los mejores films de Mel Gibson como director, y destaca por su virtuosismo formal y un gran trabajo de producción, pero también por la humanidad de la historia, increíble pero verídica, que resulta muy cercana al espectador.

Muy bien interpretada por todo el reparto, emocionante e intensa, es una de las mejores películas de su promoción, y una de las destacadas en el género bélico.
Antonio
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9 de febrero de 2017
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película sobrevalorada, un Mel Gibson que ha terminado como un buen y blanco "WASP" norteaméricano, ha utilizado buenos actores para dirigir una película con un guión y papeles muy simples, con mucho ruido a su alrededor, personajes bondadosos y con firmes creencias cristianas, los americanos vuelven a ser los buenos de este mundo y luchan contra los muy malos. Me ha dejado un sabor amargo, el sabor de las historias muy fuera de la puñetera realidad, comienzo rosa claro sigue con rojo fuerte y sangre cristianizado, para terminar una historia de color rosa suave que no me ha dicho absolutamente NADA.

Si está basada en hechos reales, vaya vida y creencias más gilipollas las de este muchacho, desde el respeto, ojo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pete Pachorras
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9 de diciembre de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso como unas simples declaraciones, pronunciadas en estado ebrio, pueden cambiar el rumbo de una carrera, hasta el punto de estigmatizar a su responsable y apartarle de la primera línea de fuego, en la desde siempre hipócrita industria norteamericana.

Por suerte, la figura del productor ejecutivo, del que se pueden contar varias docenas en los títulos finales, salen al rescate de un director de la talla de Mel Gibson, un tipo auténtico, que pese a contar con una filmografía más bien escasa, ha sabido funcionar como consuelo para al alma del viejo cinéfilo, gracias a un estilo contundente, que sabe respetar el aliento clásico, y mostrarse al mismo tiempo infectado de una épica feroz, de esas que se quedan grabadas a fuego en el subconsciente colectivo.

Fiel a sus principios, Gibson escoge una historia real, como lienzo sobre el que desarrollar su particulares obsesiones, entre las que destaca su gusto por las escenas de acción, terreno que domina a la perfección, tras haberlo ejercitado desde su rol de estrella del género durante años.

Tres guionistas, ente los que se encuentra Randall Wallace, con quién el realizador ya colaboró en Braveheart, al servicio del mismo número de actos, muy bien diferenciados, y que transitan del costumbrismo del principio, algo aletargado, al período de instrucción, más dinámico aunque poco original, para concluir en la parte bélica, justo el punto donde Gibson desata su clásica orgía de sangre, y el film adquiere momentos de gran cine, por mucho que el desarrollo narrativo muestre cierta inconsistencia emocional, en ese desequilibrio que se plantea entre el pacifismo, y el placer culpable que supone vibrar con un ejercicio de estilo dominado por lo brutal y lo salvaje.

De justicia es señalar el buen trabajo de Andrew Garfield como protagonista, no es fácil sacudirse las telarañas de críticas que empañaron en parte sus inicios, para ponerse en la piel de Desmond Doss, el joven médico militar al que da vida con convicción y firmeza, bien acompañado Teresa Palmer, que confirma su candidatura a nueva diosa en el Olimpo Hollywoodiense, y por actores veteranos como Vince Vaughn, o Hugo Weaving, siempre ideales para roles secundarios.

Por último, y con la esperanza de no estar ante la última bala en el cargador del Gibson realizador, queda bastante claro que, con mayor o menor fortuna, su trabajo siempre supone un chute de adrenalina necesario, con el que al menos, se consigue disipar un tanto el hastío provocado por la mayoría de producciones, insertadas en el algo oxidado engranaje de nuestro bendito planeta cine.



<Lee esta crítica, y muchas más, en Fusion-Freak.com>
alcaide
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9 de febrero de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mel Gibson es un gran director y lo ha demostrado en cada una de las películas que ha realizado, maneja como pocos el espectáculo y la historia, da equilibrio a la historia que tiene dos puntos muy diferenciados como la guerra y el objetor de conciencia, esto es un objetor de conciencia de verdad, no cree en la violencia, no quiere armas, pero necesita ayudar, necesita involucrarse.
Para ser una gran película, necesitas una gran historia y eso debes ser capaz de plasmarlo y Gibson lo consigue sobradamente, esta bien contada y las escenas de batallas estan rodada de una forma magnífica, tiene escenas brutales, de una realidad asombrosa, una de las mejores películas de guerra que he visto. Un placer.
Megustaelcine
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7 de septiembre de 2022
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé que encuentro más aterrador: que la gente se aliste voluntaria para ir a morir a masacres como esta o la ignomiosa ley Marshall que impone el reclutamiento obligatorio, atentando contra los Derechos Humanos de las personas, despojándoles de su derecho de decidir el destino de su vida. La inculcación de sentimientos patrióticos por parte de los legisladores me parece una de las manipulaciones más dantescas y genocidas que pueden existir. ¿Qué problema tienen entre sí estas personas que se están matando? ¿En qué radica exactamente la falta de entendimiento que los ha llevado hasta ahí? Se encuentran ahí, dando su vida, por defender los viles intereses de los poderosos, tras haber sido manipulados y engañados. Sus mentes débiles e inmaduras no encontraron la motivación necesaria para desear llevar una existencia armoniosa, por eso sucumbieron a la adrenalina que puede proporcionar un evento como participar en una contienda armada y a la necesidad de ser reconocidos y ensalzados por su "patria" (la carencia emocional está presente).

Esos pensamientos eran los que se me venían a la mente mientras visualizaba esta película. Pero en el caso de nuestro protagonista, Mel lo asocia con la necesidad de exponerse al sufrimiento como experiencia catártica que permite la iluminación, esto es tomar la consciencia acerca de la existencia de Dios.

Otra cosa sobre la cual medité es que cada uno puede dar solamente lo que puede/tiene, y no es posible exigirle más. Cuando nos topamos con una persona cuya lógica o naturaleza no entendemos, nuestra reacción innata es la de menospreciarla puesto que es lo más cómodo, no teniendo en cuenta que cada uno arrastra unas circunstancias de vida que lo han llevado a ser como es.

Más que cosa de iluminación religiosa, para mi la fobia hacia las armas del protagonista radica en el traumático incidente sucedido en la infancia en el que casi mata a su hermano en una pelea: ahí fue cuando tomo conciencia del alcance de la gravedad que implica el uso de armas, aunque por otro lado los principios bíblicos por los que se rige son una estricta consecuencia cuando no sostén de su filosofía.

Su hazaña tiene sentido porque la fé mostrada en momentos puntuales es determinante (las circunstancias comienzan a jugar de tu parte) y escapa a una explicación lógica, aunque ahí entra en juego también la pasión que le pone un versado/profesional en su competencia. Y ese binomio es infalible.

No obstante no empatizo demasiado con el protagonista porque sigo sin entender (mejor dicho sin compartir) qué se le ha perdido ahí. El romance es trámite obligado (a Mel le interesaba contar otra cosa), tiene un desarrollo inexistente. No obstante el personaje del padre (excelentes Weaving y Juan Carlos Gustems -su doblador-) aparece como una amarga premonición de lo que le espera a un veterano de guerra en el caso de sobrevivir, solo a eso queda reducido, a alcohol, desilusión y a violencia. Dolor y trauma, nada más.
El Extranjero
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