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El luchador

Drama Randy "The Ram" Robinson (Mickey Rourke) es un luchador profesional de wrestling que, tras haber sido una estrella en la década de los ochenta, trata de continuar su carrera en el circuito independiente, combatiendo en cuadriláteros de tercera categoría. Cuando se da cuenta de que los brutales golpes que ha recibido a lo largo de su carrera le empiezan a pasar factura, decide poner un poco de orden en su vida: intenta acercarse a ... [+]
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Críticas 338
Críticas ordenadas por utilidad
15 de febrero de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aranofsky teje una tremenda película sobre la derrota y el desencanto, llena de personajes vencidos y entrañables.
La película se construye sobre una primera parte donde, con un cierto exceso de sangre, nos presenta el sórdido mundo de la lucha americana, lejos de las cámaras, el lujo y los grandes estadios, para devenir en, yendo de lo general a lo particular, el mundo de The Ram, (Mickey Rourke), un mundo de derrotados, de soledades, de perdedores, de ilusiones rotas, de esperanzas vencidas.
Es en esta parte de la película donde Rourke se crece y consigue que su enorme físico se encoja en la pantalla, y su rostro, marcado por las imborrables cicatrices de la vida, nos muestre un personaje entrañable, vulnerable, tierno, vencido, desesperado, desilusionado, arropado por la cámara y los silencios, manejados brilantemente por Aronofsky.
La mirada de Rourke consigue transmitirnos todo eso y nos zambullimos en el pasado-presente de The Ram, y quizás también en el del propio Rourke, paradigma de oportunidades perdidas.
La banda sonora es inconmensurable con Sweet Child o'mine de los Guns 'n Roses sonando en uno de los momentos culmen del film, y con el tema de Springsteen cerrándolo, para dejarnos hundidos en el sillón, viéndo los títulos de crédito y pensando en la grandeza que se puede extraer de la derrota, en la alegría que nos da ver retornar al hijo pródigo, como nos pasó en su día con Travolta por ejemplo, y nos pasa hoy con Rourke, y en el vértigo de un final de vida en soledad; y "es una soledad tan desolada...."
Kokolo
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27 de febrero de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy efectista, como son las de Aronoksky pero muy bien dirigida. Utiliza muy bien la cámara en mano y en este sentido se sale de lo formal en el cine comercial americano. La historia aunque llena de tópicos está muy conseguida. Permite varias interpretaciones la motivación del personaje, dándole luces y sombras lo que engrandece la historia ¿Porqué hace lo que hace?. Sin lugar a dudas hay que verla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
elfuturoyaeshistoria
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11 de marzo de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un dramón, una muy buena interpretación de Marisa Tomei, otra realmente alucinante de Mickey Rourke, y un personaje que inexplicablemente consigue hacerse querer a pesar de ser como es.

Me recuerda, aunque ya hace muchos años que la vi, a "Homeboy", película también interpretada por Rourke y con la que "The Wrestler" comparte algunos otros paralelismos, pero con más contenido, más dosis de realismo, y un protagonista de carne y hueso que "saca los cuernos" y hace lo que hace porque es todo lo que le define, su esencia, su lugar en el mundo. No puedes compartirlo, pero sí entenderlo. Superar la dificultad de transmitir esta sensación sin caer en el ridículo en ningún momento es, para mí, el mayor logro de la cinta.

Quizás por esto, mi escena favorita es cuando The Ram va caminando por los pasillos del supermercado torciendo las mismas esquinas que en el combate con el que se inicia la película y se escucha de fondo el sonido de los vítores de esa primera escena. Muy bueno. Poesía pura.

Lo peor: La cámara al hombro que, conjuntamente con el uso del primer plano, llega a marear en algunos casos. Para verla en el cine, es muy recomendable sentarse en las butacas más alejadas.
Dali
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16 de enero de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El triunfo de la integridad personal sobre la adversidad dentro de los laberintos de la existencia. De esto va ésta conmovedora y desgarradora película, con una interpretación soberbia de un actor “outsider” como Mickey Rourke, que de paso, hizo el papel de su vida. La soledad más absoluta, la ausencia de los fundamentales afectos familiares, la inhibición de una sociedad convencional ante lo que pudiera desconcertar su plácida rutina, la inocencia estupidizante de unas moles gigantescas que hacen del culto narcisista una opción de vida y el simulacro de la lucha sobre las bases del espectáculo, el entretenimiento y el negocio, ante estas situaciones se sumerge el desgarrador personaje al que da vida Rourke. Un hombre prisionero de su fama y pasado, incapaz de asumir la decadencia y la inserción en la vida real como un cualquiera, un anónimo más. El personaje de Rourke, termina siendo fiel a sí mismo, y éste homenaje a la autenticidad sin cálculos de por medio, nos permite una identificación/admiración por éste luchador teatral que cree de verdad lo que representa ante su público y es capaz de hacer bien. Una película de un solo actor, y de paso magnífico, un mimetismo casi absoluto, es como si de verdad Rourke fuese ese luchador en la vida real. Tomei es el contrapunto necesario, comedido y sin estridencias, que realza aún más ésta sorprendente película.
bucefalo
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17 de enero de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aronofsky vuelve a sorprender con la desgarradora historia de un luchador que debe afrontar el combate más importante de su carrera: su vida.

Parece que la moraleja que trata de enseñarnos la historia del personaje (casi alter ego) de Mickey Rourke es que el éxito y la fama en un mundo tan absorbente y sacrificado, como es el del 'wrestling', acaba siendo, de forma inexorable, incompatible con una vida "normal".

Tras consagrarse con la magistral "Requiem for a dream", Aronofsky completa un soberbio retrato de la más absoluta decadencia de un hombre que lo deja todo atrás para centrarse en su única pasión: la lucha. Un mundo sórdido y sobrecogedor que habita Randy y que acaba siendo su único hábitat natural. Y es que los años no pasan en balde para nadie y, en un momento dado, nadie es indestructible ni tampoco inmune al dolor de la soledad y eso es lo que Randy trata de afrontar desesperadamente. El pasado siempre vuelve y la redención no siempre es posible, por lo que esta vez el luchador tendrá que decidir si seguir luchando o tirar la toalla.

La interpretación de Rourke es sublime. Su cuerpo maltratado e hinchado al límite refleja la vida de un hombre que sacrifica su pasado por un mundo en que no existe retorno posible a la vida normal. Su personaje está hecho a su semejanza y es encarnado con una pasión sólo al alcance del controvertido Mickey Rourke. Un hombre hercúleo, a la par que entrañable, con una vida interior demacrada más allá de sus cicatrices y magulladuras.

La realización de Aronofsky y la fotografía son soberbias. El poco convencional uso del plano secuencia con Steady Cam, también. Pues no hay modo mejor de contar las reales y crudas andanzas de Randy por su vida rutinaria con tanta cercanía y sensibilidad.

Bravo, Mickey. Bravo, Darren.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dani_DP
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