Will

Pues es una película para verla en familia, es un telefilm con derecho a ser visto, no es una película que volvamos a ver lo mas seguro, ya que con una vez la hayamos visto será suficiente, el joven protagonista deberá de ir superando las pequeñas trabas que se va encontrando a lo largo de su camino para poder ver esa final que tanto desea, no os esperéis una gran producción ni un gran guión, porque no lo tiene, esta peli hay que verla desenfadadamente, ya que de lo contrario nos daremos cuenta de que quizás nos quieran tomar el pelo ;-).

Lo mejor: Se puede ver sin aburrirte.
Lo peor: Demasiadas cosas que nos demuestra que es un telfilm sin más.

Si reducimos la película a los escasos cinco minutos en los que se habla únicamente de fútbol, es indiscutiblemente una obra maestra absoluta de nuestro triste y absurdo tiempo.
Si nos enredamos con el resto, la práctica totalidad (unos ochenta y cinco minutos de vellón), con esa delirante truculencia sentimental (porno duro), y miramos el parte de guerra (más bajas que en el desembarco de Normandía), es un cero en el marcador, patatero y pelotero, orondo y lirondo, sin tener una sola ocasión de gol.
Por lo tanto, hablemos de lo importante, sí, amigos, de ese club inmortal y de esa lista de jugadores citados: desde el (uno de los muchos, de los más recientes) origen de la leyenda, el gran Kenny Dalglish de los ochenta, hasta el Liverpool de la quinta Copa de Europa (Champions ya en 2005), el de Benítez (recientemente defenestrado por Floren, alias sicario del Bernabéu o Flor el empalador de entrenadores), el de Hyypia, el de Carragher, el Spanish Team, el de García (qué gloria oír su apellido en tierras tan reacias) y el de Alonso y el de, sobre todo, ... (qué jugador, qué orgullo, qué agallas, qué cojones, cuánta clase y nobleza: ¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!) Steven Gerrard.
Y vayamos ahora a la fecha de autos, a la madre de todos las batallas, a esa final de Estambul que los bardos cantarán hasta el fin de los tiempos. Aquella noche en la que el elegante y ultramillonario y muy talentoso Milan, el de Pirlo, Nesta, Kaká y Sevchenko, creía que ya había ganado con el tres a cero al descanso, eran tan dichosos y felices, pero ... no contaban con la orgía roja del segundo tiempo, con la épica más desbaratada y despampanante, la que llevó en volandas a esos elegidos, y por delante, de paso, a sus insignes e italianos enemigos, hasta empatar primero y vencer después a los penaltis. Ni en la batalla de Lepanto o de las Termópilas, ni Aquiles, Ulises o Churchill, ni Toro Sentado, Quinto Sertorio o Indíbil, ni el general Custer o la resistencia de Numancia, todas esas fechas y nombres juntos palidecen en comparación, opacarán jamás semejante conflagración planetaria, esa explosión abigarrada de supernovas. Su luz todavía ilumina el desierto de nuestra existencia.