Rossini

El título de la película responde al nombre del restaurante en el que se desarrolla la acción, que corresponde al apellido de su propietario: Paolo Rossini. Sugiere, sin embargo, la figura del músico italiano, que sobresalió por su desmedida afición a la buena mesa, a los enredos amorosos y a la música. La obra es una comedia de enredos a través de los cuales se narran historias de ambición, engaño, desamores, malentendidos, intereses personales y traiciones. El director consigue que la obra se desarrolle a un ritmo equilibrado, intenso, rápido y absorbente, que retiene la atención del espectador. La música llega de la mano de tres canciones: Azzurro, O Sole mio y Parle-moi d'amour. El hecho de que la melodía de éstas sea conocida transmite al púbico la sensación de estar viviendo algo familiar, próximo, divertido. En suma, la obra es entretenida, distraida e interesante.

La comedia que Fassbinder nunca llegó a realizar. Probablemente esto sea todo lo graciosa que puede ser una película alemana, qué se le va a ahacer, para la ópera estás más dotados. Pero tiene un punto enloquecido que ya quisiera Almodóvar y que hace la película tan rara como atractiva.

Creo que en toda la proyección sólo llegué a sonreir una o dos veces.

El argumento está sacado de quicio, así como también sus múltiples escenas. Pero hay que reconocer que los actores trabajan de una manera suficientemente digna dentro de la locura de sus personajes. Y el ritmo está bien llevado, por lo que la película no llega a hacerse pesada.