Tres mentiras

Es una pena que un tema interesante, y que podría dar mucho juego, se trate de una manera tan burda y tramposa. Y es sorprendente que una actriz tan buena como Nora Navas, caracterizada aquí como una chica Almodóvar del siglo XXI, parezca tan patética. Supongo que la causa es la mala planificación y el desastroso guión. Los diálogos son sencillamente inverosímiles. El imaginario sentido del humor y la supuesta tensión sexual entre la protagonista y el policía dan más grima que otra cosa. Algunas situaciones provocan vergüenza ajena. Destaco como ejemplo de momento delirante la escena en que la protagonista se hace pasar por "agente del gobierno vasco" ante el empleado de una inmobiliaria. Alguien debería explicarle a la directora y al guionista que en este país existe una cosa que se llama Registro de la Propiedad, que es un archivo público... La conversación es de Tip y Coll.

Pero, como digo, lo que más molesta es la manera deliberadamente tramposa de enfocar una cuestión tan seria como la de los niños robados (o comprados, que quizá es peor). Puedo entender que se quiera criticar el inmovilismo que han mostrado las autoridades durante mucho tiempo a la hora de enfrentarse a este problema, pero ello no justifica que determinadas instituciones se muestren de una manera tan casposa. Vale que el funcionamiento de los juzgados deja mucho que desear, pero que yo sepa sí que hay al menos, desde hace décadas, un ordenador para recoger las declaraciones de testigos e imputados. Reflejar que las declaraciones se hacen con un señor encorbatado que da constancia manual (un escribano, diríamos, utilizando una terminología añeja) es renunciar a cualquier planteamiento realista de la historia. Me parece legítimo que se quiera mostrar a los jueces como una casta mafiosa (algo subjetivo y opinable), pero el tono del film llega al exceso y a la extravagancia. Seguro que todos los jueces de instrucción de este país desearían tener el despacho que aparece en la película. Y eso por no hablar de las escenas ambientadas en 1971. La monja de marras encarna todos los tópicos de papanatismo y beatería tantas veces vistos en cualquier película ambientada en el franquismo, con autoflagelación y todo...

En suma, una historia con múltiples aristas se trata de un modo zafio y maniqueo. El tono es supuestamente desdramatizador y modernillo, pero ello termina siendo un disfraz para tapar la falta de ideas para abordar un tema que decididamente le viene grande a quienes han hecho esta película.

Una película con un tema difícil pero muy bien llevado.
El tema, por cierto, no es el de los niños robados. Las madres, empujadas por las circunstancias (sociales, familiares) se veían obligadas a vender los niños.
Y, contra lo que puede parecer, no es un dramón. Se centra en una mujer de 40 años (en la actualidad) que junto con la policía intenta descubrir quién es su madre biológica. Así, mientras tanto, nos cuentan la historia que más importa: qué pasó a principios de los 70.
No digo más para no descubrir nada.
La recomiendo.

"Tres mentiras" es una película entretenida, valiente y solidaria con las mujeres, sobre todo con las que han tenido la desgracia de sufrir un embarazo no deseado siendo muy joven, una situación que "Tres mentiras" consigue comunicar de manera emotiva y eficaz. Dividida en paralelo en dos partes que convergen al final, magistralmente enlazadas, la película se cuenta en dos épocas. En los 70, tres jóvenes se ven obligadas a dar a sus hijos, que son vendidos por gente sin escrúpulos. En la cabeza de la organización está Sor Inés, papel que borda una desconocida Carmen San Esteban. También las interpretaciones de las tres adolescentes son memorables, transmiten ternura y naturalidad. En la época actual, Nora Navas, excelente como siempre, se entera de que ella también fue vendida al nacer y decide investigar a fondo hasta descubrir la verdad. Se une a dos policías que la ayudan. Entre los tres surge una relación que da a la película el toque de humor.
Con un final de los que dejan huella, tengo que decir que hacía tiempo que no me divertía ni emocionaba tanto en un cine. La película engancha y se hace corta, la dirección de Ana Murugarren buenísima, la ambientación y la música también. Recomendable cien por cien.

Tres Mentiras no solo habla de aquella realidad tan oscura que nos han querido ocultar durante años y que, ahora, por diversos motivos, está saliendo a la luz. Veo mucho más que a una monja tipificada, unos policías graciosos o una historia dramática. Tres Mentiras es, en mi opinión, ante todo una crítica hacia todas las insitutciones que quieran ocultar la verdad, sobre todo a la Iglesia, que siempre ha jugado un papel déspota en la sociedad y ha sabido llevar muy bien al rebaño a sus propias fauces de lobo; es también un canto al feminista, a aquella igualdad que todas buscamos y que no pararemos hasta conseguirla. Los tres casos de las tres chicas podrían haber sido cualquiera de nuestras amigas, compañeras, vecinas... Se ve esa infesensión en la que la mujer estaba sometida en el franquismo, que contrasta mucho con la acitutud de la protagonista, tan llena de vida y con ganas de luchar por ella y por sacar a relucir la verdad. Muy recomendable. Enhorabuena al equipo.

Esta película que narra el tema de los niños robados. Una mujer que a la muerte de su madre esta le confiensa en una carta que fue comprada.A lo que la mujer se pone en contacto con la polícia. Bueno a base de flashbacks y de la actualidad vamos entendiendo todo. Aunque es una historia que en algún aspecto recuerda un poco a la miniserie Niños Robados. Resulta ver y se agradece películas como estas en nuestro pasado mas reciente.