The Cake General

Una oda a las personas diferentes, una película sin miedo al qué dirán, tan arriesgada y surrealista como su personaje principal.
Funciona por ser una historia real y mas aun, por ser la historia del propio director, que se desnuda ante el espectador a riesgo de ser ridiculizado. Un reconocimiento a lo que en su día le avergonzó, pero hoy le enorgullece.
Lágrimas mezcladas con risas y, sobretodo, ternura. Valiente.

Y el segundo plato fue la comedia sueca The cake general/Tårtgeneralen, basado en una sorprendente noticia real. Año 1984, Köping sale en la televisión nacional sueca por vez primera en su historia. Sin embargo, esta pequeña ciudad industrial residencia de todo tipo de personajes estrafalarias es elegida como la ciudad más aburrida de Suecia. Ofendido, un vendedor borracho que es el hazmerreír del pueblo, decide poner a Köping en el mapa horneando el pastel salado más grande del mundo. Una comedia absurdo de personajes absurdos y patéticos heredera del humor europeo marcado por Amelie que, sorprendentemente, está basado en sucesos y gentes que vivieron y pertreñaron lo narrado. Un punto de partida atractivo que da lugar a una comedia muy divertida y eficaz, cuya ligereza resulta muy refrescante en un festival de cine de autor. Interpretada con ternura, y editada con suficiente eficiencia como para que no decaiga nuestro interés. Es innegablemente una comedia que va de menos a más, que se desinfla progresivamente una vez desaparece el efecto sorpresa. Una película en última instancia convencional, narrativamente acomodada y predecible. Que opta por un cierre blando de una torpeza fílmica evidente. Una comedia agradecida, pero absolutamente anecdótica.