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El ángel de la muerte

Drama La insoportable señora Goforth, propietaria de una isla en el Mediterráneo, pasa allí el verano, entre pastillas, histerias y el libro que está escribiendo. Un día, llega a su casa el poeta Christopher Flanders, que asegura que ella lo ha invitado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
25 de marzo de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quién diría que, tras la sensual, tensa y helada perfección de Accident, sobrevendría el derrame. Boom! es la incongruencia impúdica como método riguroso de descubrimiento. Boom! es el asesinato a sangre fría cometido contra cualquier vestigio de decoro actoral. Impura e impune incontinencia ‘camp’ al interior de una producción de 10 millones de dólares. Parodia general degenerada y regeneradora, que reta al espectador a no tomarse ni medio fotograma en serio, demuestra con creces que fracasar así no es fracasar, sino una manera sublime e irrepetible de triunfar más allá del desastre. Es como si cometieras un error tan grande, que ya ganaste, porque eres otro y ya comprendes mundos nuevos… Con razón John Waters adora esta película. La exageración histérica, a la vez que su saludable parodia como autoconsciencia, sería el programa creativo de este director. En cuanto a Losey, la incomprensión no se hizo esperar (moraleja: no todos los chistes dan risa igual de rápido).
GEORGE TAYLOR
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11 de diciembre de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The milk train doesn’t stop here anymore” (El tren lechero ya no se detendrá más aquí) fue una obra escrita por Tennessee Williams en 1963, y entre los que la pusieron en escena, se encuentran los renombrados directores Tony Richardson y Michael Wilson, quienes la tenían en alta estima. Pero, parece ser que al igual que la película que, con guión del mismo Williams, dirigiera Joseph Losey (titulándola "Boom!"), a los críticos no les agradó mucho y ambas recibieron más palos que flores en tierra inglesa y norteamericana.

¿Razones? Me da la impresión de que la obra, y por supuesto la película, pone a mucha gente frente a un triste y frustrante espejo… y a nadie le agrada que desnuden sus miserias cuando solo ha ido a entretenerse. Y otra razón, es la ya sabida de que, al común de la gente, no le gusta el lenguaje cargado de alegorías y sutilezas que impliquen un gran esfuerzo de comprensión por su parte.

Y es precisamente en estos dos aspectos, donde se centra la gran valía de esta obra que es toda una delicia en sus diálogos y donde el sentido de la vida queda tan bien plasmado, que mucha gente sentirá, quizás, unas cuantas punzadas que le dolerán por un largo rato. Y para complementar la riqueza inherente a sus profundas ideas, el director ha puesto a sus personajes en un set que me recuerda al de “El león en invierno”, donde cada objeto, cada pared y cada estructura, complementan perfecta y delicadamente lo que va ocurriendo entre los personajes.

Esa suntuosa isla convertida en jaula; ese lujo de vajillas donde se deniega una tostada con mantequilla; esa abundancia de joyas y de cristales donde tan solo hay soledad; esa arrogancia ante la vida donde solo hay miedo y afanes de apariencia, deja muy bien sentado el vacío existencial que suele cubrirse con ostentaciones.

“Sissy” Goforth (el nombre bien podría aludir a la categoría de reina) es la clase de ser que lo tiene “todo”… pero nada de lo que tiene le merece ese mínimo de afecto por el cual estaría dispuesta a unos cuantos sacrificios. Su incapacidad de dar hace que su vida luzca ahora como un enorme desperdicio, y es quizás por esto que llega “L’angelo de la morte” (El ángel de la muerte) encarnado en Christopher Flanders, un singular poeta de un solo libro, quien le ha tomado la palabra de visitarla la única vez que había hablado con ella. Y entre ellos estará “El brujo de Capri”, una suerte de barón que resulta muy bien informado y sabe a qué apunta aquella particular visita, y la joven Blackie, la secretaria contratada para escribir las memorias de la “reina”.

La película emana una magia indescriptible, y para quien sea capaz de entregarse sin restricciones a la búsqueda de significados, los encontrará por doquier en las ropas (bata negra de samurai, vestido transparente, gorro colmado de piedras preciosas…), en las estancias (sombrías, apagadas…) y en cada uno de los objetos que llegan a manos de los personajes (el libro de poesía, citófonos, la espada, los papeles en blanco…) o que se ponen a nuestra vista (el abismo que lleva al mar, la comida que nunca se consume... y hasta la chica que descubre cada una de las mentiras), y en conjunto, “LA MUJER MALDITA” es a plenitud una suerte de tesoro por descubrir. Terminé con ganas de volver a verla.

Y en las actuaciones, Elizabeth Taylor, Richard Burton, Noël Coward y Joanna Shimkus, avalando cada uno lo suyo con irreverente precisión.

Título para Latinoamérica: “EL ÁNGEL DE LA MUERTE”
Luis Guillermo Cardona
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2 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Totalmente desconocida por el gran público, no apta para todo tipo de paladares, rodada en 1968 avanzando algunas señas del próximo estilo setentero que estaba desembarcando con el Nuevo Hollywood, “La mujer maldita” es un film de culto que puede resultarte soporífero o insoportable o totalmente adictivo (es mi caso). Fascinante y lisérgica visión de la muerte a través de un guión profundo, vocacionalmente metafórico y oscuro de Tennessee Williams y una dirección de Joseph Losey onírica hundiendo sus raíces en las producciones de serie B de Roger Corman para la Hammer. Todo ello para reflexionar sobre la necesidad de aceptar la muerte como el último episodio natural de la vida. La propuesta no puede ser más atrevida y el resultado más opinable: a muchos les puede parecer horripilante, a mí me resulta embaucadora y me entusiasma, puro vicio inconfesable.

Hay dos cuestiones previas que llaman la atención en el film: por un lado, la escenografía de la misma, a medio camino entre la modernidad setentera que se aproximaba de forma imparable y cierto tono oriental que me parece una de las más grandes y enloquecidas direcciones artísticas de la historia del cine; por el otro, cierto tono intencionadamente cutre que Joseph Losey decide utilizar para homenajear a los clásicos de serie B de las Hammer y a Roger Corman (la imposible sangre de Richard Burton tras ser atacado por los perros es más serie Z que B y es gozosamente ridícula, creo de forma intencionada).

Obviamente, el resto de mi idolatría por esta difícil cinta se centra en otros dos elementos: el guión del mejor dramaturgo de la historia para mí, Tennessee Williams, adaptando él mismo una obra teatral suya de 1964 titulada “El tren de la leche ya no para aquí” y que había sido uno de sus primeros fracasos en los escenarios, es pura metáfora desde el inicio al fin sobre la muerte como episodio ineludible de todo proceso vital y el rechazo patológico a la misma que tenemos, especialmente cuando se presiente cercana; el otro elemento brillante son las interpretaciones de su pareja protagonista, Elizabeth Taylor y Richard Burton, excesivos e histriónicos, como corresponde a tamaño texto literario, increíbles e imposibles, pero mágicos.

Lo que se cuenta es una concatenación de simbologías sin descanso. Elizabeth Taylor interpreta a una señora mayor rica que vive apartada del mundo en una isla italiana en mitad del Mediterráneo tratando de culminar una autobiografía antes de que la enfermedad terminal que padece la obligue a abandonar la vida. En la isla es despótica e insoportable con todo el personal que trabaja para ella, a cual más peculiar y exótico, en una galería de imposibles secundarios que merecerían análisis aparte. A la isla llega Richard Burton, un guapo e irresistible maduro famoso por vivir de las mujeres a las que les queda poco para fallecer, motivo por el que es conocido en sociedad como “El ángel de la muerte”. La vieja rica vivirá, a partir de ese momento, en la encrucijada entre la fascinación y el deseo sexual que le produce el hombre y el miedo insuperable a la muerte, que ha llegado a dirigir su vida.

Estamos ante 113 minutos de pura metáfora, donde Elizabeth Taylor luce vestidos blancos imposibles de diseños fastuosos mientras que Richard Burton se pasea cubierto tan sólo por un kimono negro y una katana ejerciendo de ángel de la muerte. Los diálogos lucen la profundidad y densidad propia de Tennessee Williams, aligerados en este caso por un tono de humor negro y sarcasmo hiriente bastante intensificado.

Como no podría ser de otra forma, chirrían por estridentes tanto la adecuada música de John Barry como la setentera dirección de fotografía de Douglas Slocombe.
Sergio Berbel
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9 de mayo de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminando de ver “Boom!” (1968) de Joseph Losey con Elizabeth Taylor, Richard Burton, Noël Coward, Joanna Shimkus, Michael Dunn, Romolo Valli, entre otros. Drama basado en la obra de teatro escrita por Tennessee Williams “The Milk Train Doesn't Stop Here Anymore” (1963), que a su vez se basó en su historia corta “Man Bring This Up Road” (1959) La obra de teatro, como la película fueron fracasos de taquilla, que simbolizaron el final de la grandeza de Williams como dramaturgo. La trama gira en torno a una mujer al borde del colapso con una enfermedad terminal, propietaria de una isla en El Mediterráneo, donde pasa allí el verano entre pastillas, histerias y el libro que está escribiendo… Todo cambia un día, cuando llega a su casa un poeta que asegura que ella lo ha invitado... La interacción entre ambos personajes forma la columna vertebral de la trama, expresando líneas de diálogo que llevan significado alegórico y simbolista, tanto para ellos mismos, como para los actores como pareja fuera de la pantalla; y en el fondo, mezcla respeto y desprecio por los seres humanos, con seres entregados al vicio, los excesos y la soledad; al tiempo que ven cómo se desvanece la belleza, y se resisten a la muerte inevitable. La película vale primeramente por las locaciones rodadas en La Isla de Cerdeña, en El Parque Natural de Porto Conte, cerca de Alghero, en Italia; así como la presencia de la pareja Burton-Taylor, el vestuario y de las joyas de Taylor, como el diamante famoso de compromiso que tiene muchos “close-ups” Técnicamente el filme está muy bien rodado, con buenas tomas de las locaciones en un escenario casi único, pero falla en el interés de la trama… pues no se llega a conectar con la historia ni con los personajes. Como dato, esta fue la primera película británica comercial, en incluir el improperio “mierda” en su diálogo; y el autor, Tennessee Williams, declaró que era la mejor versión cinematográfica de cualquiera de sus obras que se haya producido alguna vez… pero el resto del mundo pareció no estar de acuerdo, principalmente por la monumental y costosa producción que fue bombardeada en la taquilla; donde los salarios combinados de Taylor y Burton representaron $2,500.000 del presupuesto total de la película, o algo más del 75% de la misma.
Y es que también, originalmente se suponía que el personaje masculino era más joven que el personaje femenino, pero Elizabeth Taylor insistió en que su marido Richard Burton, fuera elegido para el reparto… Por ello y más, el fracaso de esta película dañó seriamente la posición de Elizabeth Taylor en la taquilla, aun sabiendo que este era el 3° filme basado en una obra de Williams en el que ella actuaba, pues los otros fueron: “Cat on a Hot Tin Roof” (1958) y “Suddenly, Last Summer” (1959); y también representó la 8° de 12 películas protagonizadas por Elizabeth Taylor y Richard Burton. Pero ¿Por qué se filmó Boom!? Evidentemente para permítale a la pareja hacer lo que quieran de manera sobreactuada; como gritándose todo lo que llegaría a ser “Who’s Afraid of Virginia Woolf?” (1966), por lo que ese título no podría ser más apropiado: Era el sonido de una bomba explotando, pues “¡Juntos devoran la vida!”
NO RECOMENDADA.
NO tendrá nota en Lecturas Cinematográficas
http://lecturascinematograficas.blogspot.com/
Alvaro Zamora Cubillo
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23 de febrero de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pea que la última película escrita por Tennessee Williams y siendo dirigida por Losey sea algo tan pretencioso y absurdo para que al final resulte en algo tan mediocre.
Es como si T.W no supiera qué hacer con sus personajes, los mete en una mansión en una isla privada y lo único que se le ocurre es poner a Flora el personaje de Elizabeth Taylor a gritar como una loca y toser durante toda la película.
En si la premisa de un misterioso visitante que viene a ver a una mujer que enviudó 5 veces todas de hombres millonarios, que fue una figura publica y ahora vive recluida y se ha vuelto una misántropa. El duelo que se da entre los dos es mediocre, reiterativo y aburrido. No funciona como como drama ni tampoco como comedia de humor negro, es demasiado grotesca para ser un drama y demasiado solemne y carente de humor para ser una comedia.
Lo peor: que no saben bien qué contar, que Williams cae hasta coquetea con lo metafísico. Elizabeth Taylor era demasiado joven para su personaje y Burton demasiado mayor.
La historia no tiene ni pies ni cabeza si es que se puede decir que tiene un argumento, es más bien una excusa para que los personajes discutan.
Los secundarios no aportan nada, solo resultan Pepe Grillos, Miss Black, The Wich of Capri, tal vez el menos peor sea Rudi pero es como un injerto, es un bufón para una comedia, no para lo que sea que quiso ser esto.
Los diálogos por algunos pocos momento suenan coloquiales pero enseguida se vuelven solo replicas pseudo ingeniosas, por otros poéticos cuando no caen en monólogos.
Elizabeth Taylor si bien se esfuerza está pésima aunque o por su culpa, tiene un personaje imposible, igual Richard Burton.
Lo mejor: algunos pocos tramos donde se ve a las perdidas algo del ingenio y sensibilidad de T.W pero son muy escasos.
Manuel
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