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El diablo blanco

Aventuras. Acción. Drama Hadji es un príncipe caucásico que se ha dado cuenta de la tiranía del gobernador y de los abusos a los que somete a sus súbditos. Por ello, el valiente joven cambia y se convierte en el defensor los oprimidos. Hadji lidera a la resistencia chechena para marchar contra las tropas del Zar; pero un rival, Ahmed Khan, lo traiciona y detiene. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
21 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1850, La Rusia Imperial no se conformaba todavía con los inmensos territorios que ya tenía en Europa, Asia y Norteamérica, sino que también estaba pretendiendo, entonces, dominar el Cáucaso Norte (Chechenia, Ingusetia, Daguestán…). Pero, en Chechenia, existía un hombre llamado Hadji Murat (Хаджи-Мурат) (1799-1852) quien se uniría al Imán Shamil en sus aspiraciones de mantener al Cáucaso libre del imperio. Su valor y liderazgo, su resistencia y determinismo, convertiría a este guerrillero separatista en un héroe del pueblo y sus hazañas atraerían la admiración y el interés del entonces soldado, Lev Tolstói, quien también estaba luchando en aquella guerra a la edad de 23 años.

En los diarios y cartas de Tolstói, es posible encontrar ahora numerosas referencias a Hadji Murat, un personaje que lo marcó tanto que, entre 1896 y 1904, fue madurando un proyecto que, en gran parte es novela histórica, reconstruida con entrevistas a numerosos testigos presenciales, más algo de ficción. Pero, convencido luego de que jamás obtendría el visado de censura, el escritor guardó su novela, la cual sería publicada póstumamente, en 1912, con las temidas mutilaciones en los capítulos XV (donde describía al zar Nicolás I) y en el XVII (matanza ordenada por el zar contra el pueblo checheno). Habría que esperar hasta que los Bolcheviques llegaran al poder, para que, por fin, “Hadji Murat” fuera publicada como la concibió Lev Tolstói.

Esta novela, fue la que interesó al director egipcio-italiano, Riccardo Freda, quien, en coproducción italo-yugoslava y con guion de Gino de Santis y Ákos Tolnay -que, como suele ocurrir, se tomaron algunas libertades respecto a la historia-, convirtió en una aventura donde se privilegia y exalta la libertad de los pueblos contra toda tiranía. El héroe –italianizado como Agi Murad-, llamado por los rusos “El Diablo Blanco”, en alusión a su vestimenta y a su astucia, es ahora un apuesto Steve Reeves, actor que hace lo mejor que puede para lucir como un héroe creíble, en el que podría ser uno de los títulos más interesantes de su carrera.

Junto a él, luce muy afortunado Gérard Herter, quien, como el príncipe Sergei, impone los momentos más fuertes de la historia con sus celos -bien fundados- y con sus afanes de ganar, para el bando ruso, a su más poderoso rival. También hay que mencionar a Scilla Gabel (Maria Grabilievna Vorontsova), una muy digna competidora de Sophia Loren en ciertos rasgos físicos, quien hace muy atractivo cada plano en el que aparece, al tiempo que nos ofrece un personaje de interesantes matices y de apreciable valor humano.

A Freda, se le abona un atractivo diseño de producción, un ajustado vestuario, una agradable fotografía… y cierta composición de imágenes que da cuenta de un potencial artista. Faltaron mayores elementos dramáticos y mejores escenas de acción, pero, en general, “EL DIABLO BLANCO” se deja ver con cierta complacencia.
Luis Guillermo Cardona
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