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Paterson

Drama Historia sobre un conductor de autobús y poeta aficionado sobre las pequeñas cosas llamado Paterson, que vive en Paterson, New Jersey. (FILMAFFINITY)
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Críticas 163
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2016
261 de 304 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paterson (Adam Drive) vive en la ciudad de Paterson, New Jersey, es un gran aficionado a la poesía de William Carlos Williams, un poeta que vivió también en la ciudad de Paterson. Su vida es rutinaria, se despierta cada día sin necesidad de despertador, da un beso a su mujer, Laura (Golshifteh Farahani), desayuna cereales, trabaja conduciendo un autobús en el que escucha las conversaciones de los pasajeros, regresa a casa para cenar, saca a pasear a su perro, y termina la jornada tomando una cerveza en el mismo bar todas las noches. Además de eso, en sus ratos libres, Paterson escribe poemas en su libreta.

No puedo ser objetivo con Jim Jarmusch. Me enamoré de sus películas desde la primera que vi (“Mystery train”) y cada vez que veo una película suya salgo convencido de que él es el director que yo querría ser si me dedicara a hacer películas. Las ha hecho muy buenas, buenas, regulares y malas (como casi todos), pero su sello particular siempre está ahí. Un sello que entronca conmigo, lo cual siempre me reconforta. Si además sucede como en esta ocasión, que el nivel de la película es muy alto, la fiesta es completa. “Paterson” está entres las tres o cuatro películas de Jarmusch que más me han gustado, y eso es mucho decir. Pero, insisto, no soy objetivo, pues hablo del director que yo sería. Es decir, de algún modo, hablo de mí mismo, y uno nunca es objetivo consigo mismo.

“Paterson” es un canto a la poesía y a la vida. No a la poesía académica, grandilocuente o elitista, sino a la lírica, la belleza, la poesía que se encierra en las cosas cotidianas, aquella que solo quienes tienen alma de poeta pueden percibir. A la pureza de las cosas. Más que eso: a mirar las cosas con pureza. Con la actitud poética adecuada, tu mujer puede ser una princesa, un rutinario viaje en autobús puede convertirse en una maravillosa aventura, los versos torpes de una niña pueden ser un primoroso poema. Lo que para unos puede ser feo, aburrido o lánguido, alguien como Paterson lo encuentra interesante, armónico, bello, con la belleza de la sencillez y la ilusión de la ingenuidad.

Paterson ama a Laura, una mujer infantil, voluble, soñadora, que se pasa el día diseñando cosas en blanco y negro, pintando, inventando recetas, que tan pronto quiere montar un negocio de cupcakes como ser cantante de country. Dominante, habladora, impredecible, sacaría de quicio a casi cualquier hombre, pero a Paterson no. El la ama, la idolatra, la apoya incondicionalmente en sus caprichos por absurdos que sean.

Jarmusch derrocha todo su talento retratando una semana de la rutinaria vida de Paterson con un prodigioso buen gusto cinematográfico, mostrándonos al Paterson externo y sus cotidianos quehaceres y al interno, con sus pensamientos, los versos que se le van ocurriendo, sus sensaciones, de modo que el espectador no tiene el más mínimo problema en empatizar con el personaje. Uno se siente Paterson desde el principio hasta el final. Incluso algunos, después de salir del cine.

La repetida rutina diaria de Paterson no es un problema para él. Despertar cada día al lado de su amada es una bendición, no un problema. Conducir cada día el autobús no es un problema sino una oportunidad de escuchar nuevas e interesantes conversaciones. Volver a casa o ir cada noche al bar son siempre situaciones abiertas a la sorpresa. Y por si esto fuera poco, Paterson no solo disfruta de su coreografiada vida, sino que tiene algo más, algo muy importante, su libreta.

Con su bolígrafo y su libreta, las limitaciones de su mundo cuadriculado desaparecen. La vida no es un cúmulo de obligaciones sino una fuente inagotable de inspiración, desde una simple caja de cerillas hasta la más grande historia de amor, las posibilidades son inabarcables. Solo hay algo mejor que un cuaderno lleno de poemas: uno en blanco, con todos los poemas posibles por ser escritos.

Jarmusch pone a la ciudad de Paterson en el mapa y la glorifica durante toda la película. No solamente está presente William Carlos Williams en el film, sino que también se mencionan continuamente otras personalidades gloriosas de la ciudad, como el también poeta Allen Ginsberg, el actor Lou Costello o el boxeador Rubin “Hurricane” Carter.

Hay que decir también que para que el personaje de Paterson nos llegue tanto hay que valorar el magnífico trabajo del actor que lo encarna. Adam Driver se sale en esta interpretación. Creo que Jim Jarmusch no solo ha dado a luz una gran película, sino también un gran actor. Bueno, dos. Porque Goldshifteh Farahani también se luce. La iraní deslumbra y si tiene más actuaciones de este nivel pronto aprenderemos todos a escribir bien su nombre.

“Paterson” ha sido una inyección de vitaminas para mi sensibilidad. No me ha defraudado, con lo fácil que hubiera sido, ya que llevo varios meses esperando verla. Tiene varias escenas memorables que me costará olvidar, y tuve en todo momento la sensación de estar viendo una película extraordinaria con envoltorio de película sencilla. Una película vestida de normal que cuando se desnuda te deja totalmente boquiabierto de tanta belleza.

Y es que esta película es una carta de amor a la vida. Paterson no usa smartphones ni ordenadores, escribe a mano, prefiere el contacto físico al virtual, es un enamorado de las cosas simples y es feliz simplemente con tener al lado a Laura, como el poeta Petrarca. Si, definitivamente Jarmusch, con su habitual estilo minimalista, nos regala una carta de amor a la vida, un disparo de utopía humana repleto de sensibilidad artística que nos recuerda que la vida debería ser algo de lo que disfrutar cada minuto.

Gracias maestro, has vuelto a hacer la película que yo haría.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
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10 de diciembre de 2016
155 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que, a priori, parecen diseñadas para gustarme, pero como toda obra de arte quizás necesita su momento y su circunstancia para lograr que nos llegue lo que ambiciona. Y a mí me ha dejado frío, despegado, impertérrito… saboreo su estructura, sus intenciones, su ritmo, su delicadeza, su entramado paciente y gradual, pero nada de lo que muestra me ha interesado ni lo más mínimo. Es encomiable y original dedicarle a la creación poética una atención tan minuciosa y meditada, alejada de cualquier convencionalismo al uso y llena de un sincero y transparente amor hacia la palabra escrita y hacia el proceso creativo perseverante y anónimo de un autor – ficticio – inédito. Sin embargo, puedo admirar cada uno de sus muchos detalles esmerados sin que el conjunto me parezca que alcance nada de lo que se propone.

Me resulta frustrante que me haya dejado impasible. La adorable pareja protagonista se hace querer desde el comienzo y su periplo vital está lleno de deliberadas repeticiones que nos adentran en un microcosmos cálido y envolvente, persuasivo y seductor, que embauca y despierta la complicidad inmediata e incondicional del espectador. Pero al igual que con la poesía en general – que según el día, la situación emocional o de lo receptivos y permeables que nos sintamos – todo dependa de un misterioso e inexplicable fogonazo mágico e insondable que hace prender la llama de la conexión, consiguiendo que nos llegue hasta lo más profundo del corazón y nos subyugue o conmueva. Pero el chispazo telúrico y arbitrario no se ha producido y me he quedado al margen de la propuesta. Muy a mi pesar.

Todo el reparto es cómplice del empeño y encarnan con entusiasmo y convicción unos personajes atípicos y encantadores, sin recurrir a grandilocuencias ni excesos, abrazando la sencillez y naturalidad como un tesoro. No hay ningún detalle baladí: el antipático perro gruñón, las cortinas tornadizas, los bollitos sabatinos, la voluble creatividad fantasiosa e irrefrenable de la compañera, la insulsez insistente del prosaico trabajo del bardo, el hábito de escribir en los lugares más pedestres, la cerveza nocturna, los amores desengañados de los parroquianos… Todo ello configura un amoroso mosaico de vulgaridad que contrasta con los desbordantes poemas que van jalonando el metraje. Y es de justicia destacar, sobre todo, a Adam Driver y Golshifteh Farahani, del todo exquisitos.

Lo dicho, enumerando y analizando cada pieza por separado pareciera presagiar un peliculón resplandeciente. Y quizás lo sea, pero yo he sido incapaz de entrar en este mundo hechizado y embaucador que se despliega, a contracorriente del cine comercial acostumbrado. Equívoca y ambivalente conclusión.
antonalva
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9 de diciembre de 2016
80 de 98 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo cinco películas favoritas de Jim Jarmusch. A día de hoy, soy incapaz de poner una por encima de otra ni ordenarlas de ninguna forma, pertenecen a universos distintos, generan sensaciones completamente diferentes y se sienten como obras únicas e independientes.

«Dead Man» es un viaje espiritual que a ratos se siente como un viaje físico, una obra cautivadora dirigida principalmente a los sentidos. «Broken Flowers» se mueve en otra dirección, es una cinta conceptual que presenta en sus personajes y sus acciones ideas abstractas que el director busca analizar. Su objetivo es el intelecto, pero es capaz de emocionar.

En «Ghost Dog», al margen de sus hallazgos estilísticos, prima el encanto, poblada de entes jarmuschianos rebosantes de vida. Es una película que cala hondo y llega al alma. «Only Lovers Left Alive» parecía coger un poco de todo: el planteamiento conceptual de «Broken Flowers», la experiencia audiovisual de «Dead Man» y la vitalidad de «Ghost Dog», pero en esencia, su virtud es la fuerza, un torrente cinematográfico que cala hasta los huesos.

Jarmusch ve el póquer de maravillas, y no duda en subir a escalera de color. Su maravillosa filmografía se redondea con «Paterson», una obra delicada, íntima, cotidiana y hermosa, enorme en su aparente pequeñez y compleja en su supuesta sencillez que apunta al fin a aquello que su autor siempre había rozado con mayor o menor fortuna, acertando en esta ocasión de lleno en pleno corazón. Cinco obras maestras, cada una para un estado de ánimo particular.

«Paterson» parece para aquellas noches en que una suave tristeza nos embarga, hace tal vez algo de frío, quizá nos sentimos solos, probablemente echamos de menos a alguien y seguramente necesitamos un abrazo. Es una película tierna, seria, dulce e inteligente con capas y capas para ver una y otra y otra vez y seguir descubriendo cosas al tiempo que nos preguntamos, supongo, al enésimo visionado si preferiríamos ser un pez y por qué no otro animal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
AlvaroFaure
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1 de enero de 2017
116 de 180 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda decepción la que me he llevado al visionar la nueva creación del director de obras tan interesantes como "Noche en la tierra" y "Down by Law"; es evidente que este creador ha envejecido fatal, no ha sabido capear a los lameculos de rigor que le bailan cualquier parida y se ha regodeado en una autosuficiencia vacua sin el menor interés por narrar una historia, sabedor de que siempre saldrán hipsters y gafapastas que se lo aplaudan. Ahora me entra hasta la duda de si no fue Benigni quien le escribió "Down by Law".

Pero no se puede decir que la cinta carezca de esfuerzo, de hecho la película se esfuerza con meticulosidad en no contar nada mínimamente interesante. Realizando también una intensa labor de ensalzamiento de los poetas sin talento, a lo que parece que solamente por el intento parece que hay que dorarles la píldora, No señores míos, poesía norteamericana es Walt Whitman, no un petardo imagista como el que nos intenta vender Jarmusch.

Siempre que escucho a un "poeta" decir que prefiere la poesía sin rima me digo "cuidado, otro genio incapaz de embellecer su riquísimo mundo interior con una métrica sencilla"; y le mando a hacer haikus lo más lejos posible.

Así, el esfuerzo "poético" del personaje del conductor se muestra plasmado en unos textos tan malos, que te llevan a pensar si sufre algún tipo de retardo, o a la vista de la foto condecorada de la mesilla si lo que tiene son traumas de guerra. Lo que es evidente es que el cerebro no le funciona a la suficiente velocidad. Y no parece casual que la cría que se encuentra le demuestre en 4 versos que lo hace mejor que él. Paterson es un "poeta" como podría ser un "pintor" que rellenara mal los libros de pinta y colorea o un "carpintero" al que se le rompieran los muebles.

Quizás por eso, para compensar su mediocridad cargante tiene de mantenida a una petarda que malgasta sus ociosas 24 horas en pintar las cosas de blanco y negro, hacer cocina indigesta, o cualquier otro capricho de niña de 7 años que se le ocurra esa semana.

Con semejantes compañeros de piso, vemos diariamente como el bulldog se esfuerza cada noche en llegar al bar tirando de la correa, con la esperanza vana de que durante el tiempo que está atado fuera alguien lo robe y le devuelva las ganas de vivir.

En fin, sólo espero que los admiradores de esta cinta puedan disfrutar de la versión extendida, donde el director en lugar de limitarse a 7 intensos días nos ofrece 30 emocionantísimos días, aunque algún crítico sin escrúpulos ya le ha acusado de que lo que hace es repetir la grabación de la misma semana 4 veces.

Lo mejor de la cinta, la pareja protagonista que llena la pantalla cuando aparece y eclipsa totalmente a los demás; el perro y el puente.
Pallando
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7 de diciembre de 2016
109 de 179 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejándonos llevar por las buenísimas críticas que tenía la cinta, hemos ido a verla.
Por no enroscarme, diré que tiene una fotografía preciosa, que la tiene, que el papel interpretado por "Laura" acaba resultando bastante entrañable, y que si no fuese por los guiños del Bulldog, no hubiese sido soportable.
En un formato semanal, en el que realmente no pasa nada (¡Por que no pasa nada en toda la película!), circular, absolutamente plano, con más cabos sueltos de los que puedo enumerar (¿Gemelos? ¿Conversaciones de los pasajeros del autobús?) nos hemos encontrado con una historia absolutamente insulsa, en la que no se llega a nada y que nada tiene que contar realmente.
Una absoluta decepción, que se hace larga, pesada y roza lo infantil por la sencillez del guión. Y sí esta es la definición de lo cotidiano y la agradable vida en pareja, que se pare el mundo, que yo me bajo aquí.
Crepa
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