Haz click aquí para copiar la URL

Kamikaze 1989

Ciencia ficción. Intriga El futuro, en una sociedad totalitaria, donde el gobierno controla exhaustivamente todas las facetas de la vida de los ciudadanos. Un detective de homicidios investiga una serie de bombas. (FILMAFFINITY)
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
21 de septiembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
”Tenemos tu porvenir atado y diseñado con una tabla de eventos tan precisa que hasta nos da miedo contemplar ese futuro brillante y pluscuamperfecto.”

La Nueva Carne, Sagrado Corazón de Jesús

La última peli de Fassbinder ni tiene autoría suya en el libreto ni en la dirección ni nada. Es en calidad de actor, y sale hecho un escombro y respirando con dificultad cada vez que camina dos pasos; se le ve de salud incluso peor que en su segmento de Alemania En Otoño, aquella cosa del Nuevo Cine Alemán donde aparecía hasta las trancas de farla y paranoico perdido alzando la mano a su anciana madre por ponerle acelgas de cena. Kamikaze 1989 es una locura de Wolf Gremm, amigo suyo de siempre. Salen unos cuantos de la cuadrilla de Rainier; ahí andan la gran Brigitte Mira y Günther Kaufmann, que se presta de buen grado a invertir con Fassbinder lo que fuese su relación en el plano real: si Werner llegó a agasajarle hasta con 4 Lamborghinis en el plazo de un año para que le dejase probar su esmegma aquí es del revés, Günther sufre desplantes y desaires de su jefe en la ficción. Una especie de venganza, vaya.

Aquí lo que hace Wolf es sentar las bases de un neo-noir divergente del modelo canónico que crearía el diseño de producción de Blade Runner, al menos en lo formal; tal es la influencia del film de Ridley Scott que rara es la distopía que se atreve a no moldear el futuro a su manera so pena de quedar relegada al ostracismo. Kamikaze 1989 se atreve a ello, instaurando un modelo para posteriores films tales que The Running Man, The Prix Du Danger y la española Pájaros de Ciudad; películas que no temen a presentar distopías con diseños de producción circenses, decorados estrafalarios y vestuario definitivamente mamarracho. La cultura pop aplicada a todo lo utópico, distópico y ucrónico: esto viene de El Prisionero y La Décima Víctima. Que Fassbinder se pase todo el film vestido de riguroso leopardo en su traje, que ubicuas pantallas emitan constantemente un concurso esquizofrénico de sostener la risa, que las damas tengan un fondo de armario de los de santiguarse Ágatha Ruiz de la Prada… todo esto no te saca de la distopía. Incluso la hace más plausible: de cuándo el futuro ha sido sosegado en sus formas, a ver. Lo esencial se pinta con la naturaleza utópica de la sociedad de puertas para afuera y la inevitable distopía que es conforme se conoce de qué forma lo institucional garantiza los índices utópicos de criminalidad y tasa de suicidios cero: con algo tan sencillo como es controlar las estadísticas ellos mismos. Es decir, que si alguien se suicida en el parte forense se señala que el óbito se ha producido por cualquier otra razón y listos. Algo que tiene mucho que ver con los simulacros de la miniserie de Fassbinder El Mundo Conectado, pues la realidad que conoce el ciudadano no deja de ser el simulacro resultante del cincelado final que dan a dicha realidad quienes la controlan en la sombra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow