Franklin & Bash (Serie de TV)

Abogados irreverentes preparados para cualquier causa por estrambótica que esta sea…Fresca y desenfadada. Moderadamente transgresora. Divertida fantasía en el mundo de los juzgados de Los Ángeles y de los bufetes para economías saneadas.

La pareja protagonista, Meyer & Gosselaar, conecta en una química que se hace contagiosa con el resto del elenco: un reparto competente y bien conjuntado, desde el veterano McDowell a la exótica Beauvais.

Banda sonora cuidada.

No pretende más de lo que es. Tópicos y arquetipos a gogó en un baile comercial nada desdeñable. Entretenimiento con oficio.

Desde La ley de Los Ángeles, no recuerdo una serie de abogados que me interesara tanto. Buenos guiones, muchas tías buenas, argumentos descacharrantes, naturalidad en las relaciones interraciales y dos abogados sumamente originales. Añadamos a Malcom McDowel y mucho sentido del humor y nos sale F&B. Es el tipo de serie que llena de estudiantes las facultades de derecho.

Franklin y Bash son dos abogados con una personalidad más bien inocente, con un toque infantil, pero que saben usar muy bien trucos poco ortodoxos, y cómicos, para ganar sus casos. A menudo también deben, como los abogados importantes, investigar por su cuenta algunos aspectos de las causas.

Las tramas e investigaciones judiciales son interesantes. Asimismo, te diviertes y te ríes con los trucos que usan. En paralelo, también se tratan aspectos de la vida personal de los protagonistas (las fiestas que montan, sus relaciones sentimentales, etc) y las relaciones entre los miembros del bufete.

Los personajes están en general bien logrados. Entre ellos, destaco al ayudante, fóbico y obsesivo hasta el extremo (Kumail Nanjiani) y al jefe del bufete, vividor, despreocupado y algo friki (Malcolm McDowell).

En resumen: quizá no sea una gran obra maestra, pero lo cierto es que, cada vez que la emiten en televisión, me alegro porque sé que voy a pasar un gran rato.