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Más corazón que odio

Western. Aventuras Texas. En 1868, tres años después de la guerra de Secesión, Ethan Edwards, un hombre solitario, vuelve derrotado a su hogar. La persecución de los comanches que han raptado a una de sus sobrinas se convertirá en un modo de vida para él y para Martin, un muchacho mestizo adoptado por su familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 218
Críticas ordenadas por utilidad
19 de diciembre de 2009
272 de 328 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Verás, el mundo se divide en dos categorías…” decía El rubio en “El bueno, el feo y el malo”. Pues bien, si me lo permitís voy a parafrasearle. Solo un poquito.

Veréis, FA se divide en dos categorías: los que aman “Centauros del desierto” y los que no. Los que le adjudican esas merecidas 8, 9 o 10 estrellas y los que la castigan con 5, 6 o 7. De los que la catean prefiero no hablar. Sería desagradable.

Yo soy, como habréis adivinado, de los que la veneran. No porque sea mi western preferido ni porque la considere perfecta, porque no lo es. La venero, sencillamente, porque jamás había visto a un cineasta sacarle tanto partido a un personaje. Un personaje, el de Ethan Edwards, que podrá gustar poco o nada, pero que sintetiza -en cualquier caso- la personalidad más compleja jamás observada en un icono del western. Y solo por eso vale la pena ver “Centauros del desierto” las veces que sea necesario.

Todo lo demás, a mi juicio, es secundario. Tanto lo bueno como lo malo. La rapidez de los caballos, la tonalidad del río, la puntería de los indios, las incongruencias geográficas o cronológicas… todo eso ni me molesta, ni me disgusta. Me parece poco relevante, vaya. Tan poco relevante como la fotografía, la extraordinaria selección de planos, el montaje o cualquier aspecto que tenga que ver con la narrativa clásica de Ford. Y digo que no me parece relevante porque en un maestro como Ford todo eso y más se da por hecho.

Lo que sí me parece extraordinariamente relevante, excelso y sublime es -como ya he dicho antes- la inconmensurable hondura psicológica con la que Ford modela a su protagonista. Un tipo solitario, hosco, desagradable, intolerante, obstinado, racista y cruel. Un tipo con el que resulta imposible empatizar pero por el cual uno no puede evitar sentirse fatalmente atraído. Porque por mucho que podamos llegar a deducir a través de sus propias reacciones o a través de las sutiles y metafóricas imágenes de Ford, Ethan Edwards es una persona que alberga un oscuro pasado. Un pasado que le impide adaptarse o integrarse a ningún tipo de ámbito social o familiar y que le obliga a vivir tan errante como los indios a los que odia y que no son más que el reflejo de la repugnancia que siente hacia sí mismo.

En fin, que cada cual es muy libre de extrapolar la inevitable animadversión que suscita Ethan Edwards a la peli en sí pero creo, sinceramente, que establecer este tipo de paralelismos constituye un tremendo error. Pero bueno, tampoco pretendo convencer a nadie. Ni tan solo pretendo buscarle justificaciones a la peli porque, francamente, no las necesita. Solo quería dejar bien claro que Taylor pertenece a la categoría de los que aman esta peli. Y ese es un privilegio que nada ni nadie me podrá arrebatar. Amén.
Taylor
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6 de septiembre de 2006
558 de 933 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hace 10 o 15 años el western de moda era ”La diligencia” ahora estamos con ”Centauros del desierto”. Todos aquellos que amamos el western y que hemos visto cientos de ellos sabemos que "Centauros..." no solamente no es el mejor western de todos los tiempos sino que al menos (a mi juicio más) más de media docena de películas de John Ford son mejores que esta.
No se trata de destacar sus virtudes (muy numerosas por cierto) como la magnífica fotografía de Winton C. Hoch o la preciosa música de Max Steiner ni tampoco criticarla por el tan cacareado racismo, que eso a mi me parece intrascendente (aunque lo hay), sino que desde el punto de vista cinematográfico, una obra maestra no se define por sus momentos estelares o brillantes sino por la falta de errores, por su redondez, por la ausencia de fallos claros de guión, montaje, interpretación...Y ”Centauros...” tiene varias cosas que vamos...Estoy por asegurar que es una de las películas que más errores tienen de toda la carrera de John Ford ¿Qué es eso de que el Monument Valley está en Texas? ¿A los que sabemos de geografía nos debe dar igual que el río de la lamentable persecución de los comanches a veces sale rojo y al siguiente plano azul y así sucesivamente? Y paso de contar más, leer la crítica de Txarly al respecto aunque yo apuntaría muchos más como la psicología de Natalie Wood que está más mal definida que los cuadros de Miró.
Existe una moda de ”juzgar” a las películas de forma anecdótica, valorando momentos puntuales que nos fascinan y olvidando lo que molesta y añadimos luego el calificativo de ”Obra maestra”, si hiciéramos caso de eso tendríamos 50.000 películas que son obras maestras...en fin
Pensad en una matrícula de honor, se conceden por la calidad del trabajo o examen y la ausencia absoluta de errores (aunque esto sería matizable) si en alguna pregunta se está más flojo, ya no es posible obtener esa nota. Perdonar este comentario tan pedagógico pero a los que amamos el cine nos parece turbulento que se conviertan a obras maestras a todo bicho viviente que se mueve.
"Centauros del desierto” no es ni de lejos el caso más sangrante, porque es una correctísima película de uno de los directores más importantes de todos los tiempos, pero sus evidentes errores en algunos momentos de guión por ejemplo no permitirían el calificativo de obra maestra, claro que en una sociedad populista y de consumo rápido, todo es posible... y sin estar en Granada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vircenguetorix
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29 de septiembre de 2008
144 de 166 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eminente western de John Ford, para algunos el mejor de su filmografía. Escrito por Frank S. Nugent ("Fort Apache"), yerno de Ford y colaborador suyo en varios films, adapta la novela "The Searchers" (1954), de Alan LeMay. Se rueda en exteriores de Utah (Monument Valley), California (Bronson Canyon) y Colorado y en los RKO Studios (CA). Producido por Merian C. Cooper ("La legión invencible") y Patrick Ford, se estrena el 13-III-1956 (EEUU).

La acción tiene lugar en Texas y territorios próximos, a lo largo de 5 años, en 1868-73. Ethan Edwards (Wayne) es un personaje atormentado, solitario, obsesivo, terco y racista, que emprende junto con Martin (Hunter) la búsqueda de su sobrina, la pequeña Debbie (Wood), que los comanches han secuestrado tras asesinar a sus padres.

El film suma western, aventura y drama. Como western es una obra atípica y singular en muchos aspectos. Desarrolla un relato sombrío, en el que el protagonista se mueve a impulsos de deseos dudosos y oscuros, alejados de la iconografía del héroe y de la mitología del género ¿A qué se debe su sed de venganza? ¿Por qué alienta unas ansias de matar irracionales? ¿Cuáles son las intenciones reales que le impulsan a buscar a la sobrina? ¿Lo hace porque quiere matarla, como sospecha Martin? ¿En qué medida influyen en él sus frustraciones y derrotas? ¿Cuáles son realmente sus fantasmas interiores? ¿Padece algún tipo de trastorno psicológico?

El comportamiento de Ethan muestra afanes contrarios a los códigos morales de la sociedad que le rodea (desea a la mujer del hermano, a su sobrina Lucy...). No oculta una actitud racista explícita, descarada, agresiva y exagerada (odia a los indios, les dispara por la espalda...). Practica una violencia desmesurada y escalofriante. Conoce los referentes de los comanches, como demuestra al disparar a los ojos de un comanche muerto para que sus hermanos de tribu sufran pensando que el alma del difunto no conocerá el reposo. Su comportamiento se basa con frecuencia en reacciones primarias, compulsivas y viscerales, en las que no anida la compasión, la comprensión, la tolerancia, el afecto, el respeto. Sumido en un abismo de odio y vileza, conforma uno de los personajes más crudos, desabridos, trágicos e intensos de Ford. Su caracterización, dramática y terrible, incorpora hechuras y dimensiones propias de un personaje de Shakespeare. A través de él, Ford explora algunos de los rincones más oscuros del ser humano y de la conciencia colectiva norteamericana. Algunos críticos advierten paralelismos entre Ethan Edwards y Travis Blickle, el protagonista de "Taxi Dirver".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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17 de noviembre de 2010
180 de 257 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Como todos sabemos, John Ford era facha acabado. Empiece la crítica reivindicando el maltrato del director a los indios a lo largo de toda su filmografía y la apología del genocidio navajo que supone el conjunto de su obra. Compárelo con Hitler o con Stalin, por ejemplo. Perdón, con éste último no, que era comunista.

2. Por si fuera poco, realce los asertos misóginos de los que siempre hizo gala el realizador: que si mujeres florero, papeles denigrantes, violencia doméstica implícita... explote la vertiente política, que arrastrará por sí sola a la artística hasta el fondo del pozo.

3. El protagonista, John Wayne: el peor actor de todos los tiempos, unidimensional, inexpresivo precedente de Stallone y Chuck Norris que lo único que hacía bien era fumar, beber y empuñar pistolas y en todo esto ya lo superaba Bogart, otro que tal...

4. No deje de apuntar los fallos de raccord (se notará que conoce el lenguaje cinematográfico y todo lo que diga después parecerá que tenga verosimilitud y criterio), los ríos que cambian de color de un plano a otro, los cientos de disparos al aire realizados con pistolas de fogueo, etc. Mófese atribuyéndolos a las continuas borracheras del director durante la filmación y en la sala de montaje.

5. Recalque lo penoso de los decorados, que se nota que son cartón-piedra, que esas llanuras ya fueron filmadas antes y mejor. Los errores geográficos también son errores al fin y al cabo, demuestre su conocimiento topográfico del terreno, reivindique que Monument Valley, como todo el mundo debería saber, no está en Texas ni en Almería, sino en la frontera sur de Utah con Arizona, concretamente en las coordenadas 36º 59’ 0’’ N, 110º 6’ 0’’ W. ¡Incultos!

6. Utilice la expresión comodín "mito a derribar", muy adecuada pues da una idea de las mastodónticas proporciones de la farsa y nuestra ineludible y ontológica función como demoledores de espejismos cinematográficos; reivindique que no pasa de ser un film de sobremesa dominguera.

7. Revele la verdad, sin miedo: está sobrevalorada porque la firma quien la firma y queda bien ponerla en las listas predeterminadas entre las primeras posiciones de "Mis westerns favoritos”. En el fondo, a nadie le gusta; la culpa es del populismo mitificador, el consumismo capitalista y de Belén Esteban, sin duda.

8. Por favor, desbarate sobre todo su último, legendario y pretencioso plano con un apunte que le haga cercano al lector medio, como por ejemplo que Ford se gastó al final del rodaje el presupuesto en whiskey y no tenían para focos, o algo así. Hala, ya está preparado para cargarse “Centauros en el desierto” y cualquier western de Ford, menos “El hombre que mató a Liberty Valance”, que es la única intocable por consenso unánime. Suerte y al toro. Digo… al centauro.
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RandolphCarter
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20 de mayo de 2009
198 de 304 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía pendiente a los Centauros y además, me apetece despotricar un rato...

- Yo, Valkiria, derribo mito apoltronado en puesto número uno: “vircen-torix sentado” aunque tener razón en que río primero ser azul, después ser rojo. Es lo que tiene Monument Valley, magia... No importar que Monument Valley no estar en Texas, tampoco está en Almería y nadie quejar.

- El que uno se parta de risa con los Centauros no es proporcional al 3 que le cuelas, Antonio. Por yo reír a gusto, poner 8.

- “Película perfecta”, según Bloomsday... de no ser porque Wayne lleva el traje de los confederados tres años después de que acabe la guerra, podría ser... Por otra parte, mi no entender porqué si ser perfecta tú poner 9 y no 10.

- “Los oscuros secretos de Ethan”... copiosamente argumentados por los sobrados recursos cinéfilos de Miquel y su elegancia. Y tan oscuros, digo yo... ¿cómo se le ocurre disparar a los ojos de un muerto? Mi odiar John Wayne.

- Helen..., Natalie Wood se parece tanto a sí misma de pequeña como Espartaco a Batman. No poder poner 10 porque niña crecer en 5 años al menos 20.

- Querido Kriza. Sé que adoras este western. Tengo que insistir en que el mejor es el de Liberty... pero, pese a nuestra adoración por Ford... admite que John llevaba una moña del 15 cuando montó los Centauros... de repente de día, al segundo después de noche, que si los caballos tintados de betún, que si el río cambia de color...

- “Hogar, dulce hogar” decir Kik’em arms y hacerme recordar turrón Delaviuda pero si indios saquear tu casa y matar todos cristianos, tu casa no ser hogar sino infierno en desierto. Ya lo dice la suegra del Centauro Hunter... “Texas no ser tierra para ser humano”. Por eso Bush nacer allí.

- “Obra maestra contra el racismo”... dice Entrañable. En tal caso indio malo no estar maquillado como Cicatriz de Mairena y ser indio de verdad.

- Fantomas... lo que te preguntas sobre ¿qué tiene el desierto que convierte a los hombres en Centauros?, realmente me inquieta. Yo una vez vi un unicornio...

- Munny..., otro con el mito a derribar... Como intentes derribar Centauros en arena tú atragantar y morder polvo. Si querer derribar ir a cantera o a Costa del Sol.

- Trinitolueno: sí haber racismo; haber racismo hasta entre caballos porque si tú fijar, caballos indios ser lentos como si fumar porros.

- Jajá, genial Dukito, me encanta tu “incoherencia consentida” y tu “incoherente 10”. Tu seguro ser votante de Eurovisión.

- Lenny, no te imaginas cuán profundas son en Texas esas raíces a las que te refieres... tanto que hay que alejarse de un bar, a otro Estado, para fumar un cigarro. En bares Houston, no dejar fumar, ni entrar menores, tampoco entrar con armas, pero sí venderlas en calle para que tipos como Wayne disparen por espalda.

- Txarly... ¡un westerncito! La culpa ya no ser de Yoko Ono, ahora ser de Patxi López.

sigo, sin spoilear...
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Valkiria
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