Epílogo

Extraordinaria reflexión sobre el proceso creador.Charo López está tan guapa como siempre. El duelo interpretativo entre Rabal y Sacristán es de los que no se olvidan, y eso que llevo por lo menos 10 años sin volver a verla. Sin duda, la mejor película de mi paisano Gonzalo Suárez

Gonzalo Suárez es un polifacético artista de una singularidad férrea, tenaz e inderrocable que era a su vez la base que garantizaba la configuración de un universo expresivo plenamente personal, sin duda uno de los más originales y sugestivos con que contaba nuestra cinematografía, prácticamente hoy retirado. Reconozco mi agradable sorpresa al volver a ver tras muchos años este film. Según el propio director, “Epilogo era el combate entre dos hombres por una mujer”. Una mujer que merece mucho la pena, pienso yo, nada menos que Charo López en todo su esplendor. Junto a José Sacristán y Paco Rabal protagonizan un extraño triángulo unido por una pasión más fuerte que el amor, la pasión literaria.

“Epilogo” está basada en dos de las novelas del propio cineasta: “Rocabruno bate a Ditirambo” y “Gorila en Hollywood”. Suárez reinventó el material original para fundirlo en un todo absolutamente fílmico e integrado. “Epilogo” no es un film con discurso, sino que en todo caso él mismo es su propio discurso. Una inmejorable muestra de coherencia para un film que aborda precisamente el tema de la ficción, de su enfermiza omnipresencia y de lo casi insoportable de su encanto, tratado entre un sin fin de posibles cuestiones que lo hacen plural y enormemente abierto.

El argumento recrea el encuentro entre José Ditirambo, escritor, que acude a buscar a Rocabruno, su inseparable y a la vez incompatible compañero profesional ahora ya retirado, para pedirle un último favor: elaborar una última ficción, una historia, la mejor. Con la ayuda de la mujer que ambos aman (Charo López), ambos volverán a vivir la ficción por ella, en ella y, en cierto sentido, gracias a ella. De la misma forma, ambos se detestan y se necesitan, y de la misma forma como la ficción y la vida se identifican a la vez que parecen divorciarse. Las relaciones entre dos vertientes narrativas: la literatura y el cine. Pero no es, sólo eso, es también, la crisis del creador, Ditirambo (Sacristán) y Rocabruno (Rabal), serían las dos caras del mismo personaje, el escritor Gonzalo Suárez.

El director se sirve del caos, el desorden mezclando el espacio-temporal, acogiéndose a una fragmentariedad de la que el cineasta hace un estilo narrativo. Para Suárez, la linealidad narrativa es un resquicio antiguo que ya no tiene cabida en el contexto actual. La vida no es tan simple como para poderla recrear con la petulante y presunta exactitud del que aún cree en la objetividad. “Epilogo” es una comedia dramática, una reflexión sobre los seres humanos tan complejos a veces y tan primitivos en otras ocasiones, de la mano de dos espléndidos actores que el cineasta sabe extraer lo mejor de ambos. No quiero olvidarme del trabajado, sentido visual del operador Carlos Suárez, hermano del director. Todo ello constituye una de las mejores películas que jamás se han realizado sobre el tema.

Tras diez años de distanciamiento, dos escritores que firmaban conjuntamente sus novelas y que amaron a la misma mujer, se reencuentran para concebir un epílogo que concluya su obra y su tempestuosa relación.

Gonzalo Suárez retoma sus personajes Rocabruno y Ditirambo, en una lúdica reflexión sobre el desdoblamiento del literato durante el proceso creativo. Un laberinto de ficciones y tiempos narrativos que se cierra de forma circular, devolviéndonos al principio de la historia. Excelente trío protagonista formado por José Sacristán, Francisco Rabal y Charo López.



"El señor Rocabruno y el señor Ditirambo han sido siempre, en cierta manera, una sola persona."

Estamos ante la típica historia de 2 hombres, en este caso escritores, que conviven juntos por necesidad pero que no se soportan.
La historia nos la cuenta, a modo de flash-back, Charo López, mujer de uno de ellos (José Sacristán) que ejerce de vértice del triangulo.
Este planteamiento, manido pero esperanzador, se malogra en un catalogo de frases sentenciosamente lapidarias, que se arrojan los protagonistas entre si, en interminables discusiones ridículamente infantiles.
Los protagonistas principales no están en sus papeles mas inspirados precisamente, si acaso se salva Charo López, que luce guapísima por otra parte. Pero algunas secundarias ya es que están de vergüenza ajena.
Tiene algunos momentos buenos, como la forma en la que crean las historias, a 3 voces, nuestros protagonistas. Luego también, la recreación de alguna de dichas historias entra en el terreno de lo cinematográfico, pero en general, es una película muy literaria, muy teatral, que deja muy poco poso.

Érase una vez...
La (frágil ambigua) identidad, la literatura (como jocosa enormidad), la ficción (o el arte de la fuga), los dobles o dúos (somos muchos), los tríos (amoroso creativos), el fin del discurso, el cansancio del artista o el amor por el cuento que nunca acaba con Shakespeare y Hamlet de fondo y de frente (lo mejor de la película de largo, ese jugoso juego) si le sumas el boxeo (... ), el whisky (o lo que sea, copazos, botellas) y las mujeres y los cigarros. Pero claro, a cada poco te fusilan meten o endiñan enjaretan a mala idea con saña verbenera citas o frases a troche y moche de agárrate que hay curva y no te menees que estropean la fiesta y te dan apuro si no (directamente) vergüenza lo mismo que en conjunto es todo de una pobretería rudimentaria artesanal que más que ternura, que también un poco, por su infinita cachonda pedantería, acaba produciendo dándote más bien grima.