Tierra de armarios

Me dejó sin aliento. Enormes actores y unos personajes maravillosamente perfilados. Impertérrito Alan Rickman como interrogador . Convincente y de estética tan convincente como original, nos encontramos ante una película de Amnistía Internacional injustamente olvidada. Necesaria para todos aquellos que disfruten con películas lentas y grandes reflexiones sobre la vida, la mente y sobre nosotros mismos.

Escalofriante relato de 90 minutos que transcurre en un único escenario y con solo dos personajes.

La película es como una cebolla con incontables capas: censura, libertad de pensamiento, totalitarismo, propaganda, Derechos Humanos, manipulación, abuso, injusticia, impunidad. Alan Rickman y Madeleine Stowe, en estado de gracia, harán que te hagas muchas preguntas y sientas algo parecido al miedo.

Algunos pueden tener problemas para digerir las escenas de tortura o las insinuaciones de abuso, aunque lo verdaderamente terrorífico de este largometraje es la intensidad emocional, de una brutalidad nunca vista.