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Kanal: La patrulla de la muerte

Bélico. Drama Polonia, septiembre de 1944. Los valientes soldados de un pequeño ejército de la Resistencia se ven forzados a ocultarse en los laberínticos canales de Varsovia tratando de escapar de la ofensiva nazi. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
30 de junio de 2009
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
232/32(29/06/09) Claustrofóbico film del aclamado director polaco Andrzej Wajda, que veo como una metáfora de la Polonia del año de realización, una Polonia sumida en las catacumbas, que veía la luz. Fue su segundo trabajo y pertenece a una trilogía que hizo sobre la W.W.II, el primero es "Generación" del año 55 y el tercero "Cenizas y diamantes" del 58. Esta ”Kanal” es un desgarrador viaje a las profundidades del infierno de la guerra, aquí representado por las alcantarillas de un ciudad polaca, un recorrido por las entrañas del ser humano, el apocalipsis de un mundo que tocaba a su fin. El comienzo de la cinta es la antítesis de lo que nos espera, un plano aéreo en el que vemos una ciudad destrozada por el jinete de la guerra, donde la luz lo inunda todo, se nos presenta un batallón de resistencia polaco acosado por los nazis al que una voz en off envuelve en aura de fatalismo diciendo <"Estos son los protagonistas de la tragedia. Observadles bien, son sus últimas horas de vida">, el grupo para escapar de los alemanes es enviado a cruzar la ciudad por las alcantarillas, es aquí donde da comienzo la odisea de esta compañía, esto les supone adentrarse en una senda hacia una muerte lenta, agónica, donde la única luz proviene de unas pequeñas linternas que hace solo se vea entre penumbras acentuado por una neblina procedente de los vapores de los gases de las cloacas, en las alcantarillas el aire es denso, irrespirable, donde el olor a excrementos es nauseabundo, la fatiga hace que cueste andar, los túneles se transforman en un laberinto repleto de bifurcaciones que no se sabe a dónde van, por donde incluso navegan muertos, todo esto origina que los personajes estén al límite y salgan relucir lo mejor y lo peor de cada uno. La atmósfera creada en las alcantarillas resulta colosal, de aquí han tenido que beber otros films, como los de submarinos o por poner un nombre “Cube”, una atmósfera irrespirable que traspasa la pantalla, hace que te cueste respirar, que sufras con ellos, en este crisol de personas que representan a Polonia, donde el amor, la rabia, el honor, el instinto de supervivencia hacen presencia y donde un rayo de luz, que podría ser el fin de la guerra, es un halo de esperanza, que se apaga contra unas rejas que quiero pensar representa el maldito comunismo. Recomendable a los que gusten de magníficas radiografías humanas en situaciones extremas. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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18 de mayo de 2012
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien no tiene tanto reconocimiento como "Cenizas y Diamantes", Kanal es aun más definitiva que esta para entender el arraigo del sentimiento nacional polaco en toda la obra de Wajda. Hay dos puntos en la obra que conmueven e invitan a la reflexión por igual. De una parte la ficisidad del film, donde con abundantes primeros planos podemos palpar el sudor, oler la cloaca y compartir la desesperada y vana huida de la locura, a través de unos recursos técnicos que Wajda maneja con maestría (uno de los puntos fuertes es el excelente montaje de la obra que nos sumerje en la podredumbre de la desesperanza casi como de realidad virtual se tratara).
El otro elemento a valorar es la encrucijada polaca;si bien el film muestra el descenso al inframundo de la nación polaca bajo la bota nazi esta situación era alegoricamente extrapolable a los acontecimientos políticos en Polonia a mediados de los años cincuenta (la cinta es de 1957), donde esta vez los tanques soviéticos sustituyeron a los panzer de Hitler pero el regreso a las catacumbas del sentimiento polaco se repetía otra vez con idéntico pesimismo y ausencia de futuro.
savira
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18 de julio de 2009
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la segunda parte de su trilogía, Wajda se pone serio para contarnos la terrible huida de un pelotón de la resistencia por las alcantarillas de Varsovia. Escapar o morir es la premisa que impulsa a estos hombres a sumergirse en las oscuras y laberínticas mazmorras subterráneas, sin apenas orientación y carcomidos por la oscuridad y el gas.
Se trata de una película extraña que sucede casi exclusivamente en una atmósfera oscura y opresiva, donde es difícil distinguir lo que ocurre. El pelotón se dispersa y se pierde, conduciendo a los hombres a la locura y con el único deseo de encontrar una salida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Japa
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2 de marzo de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La rapidez y crudeza con que vemos hoy en día pasar los distintos acontecimientos frente a nuestras narices, nos aleja un tanto de la comprensión del trauma por el que pasa un ser humano en medio de la guerra.

A 57 años de esta obra maestra de Wajda, el heroísmo del pelotón de resistentes a la ocupación nazi pudiera parecer desde una lectura superficial, una interpretación plana y no muy bien lograda (como la del músico al escuchar vía telefónica una inminente muerte de su esposa e hija); así como ciertas secuencias más cercanas al teatro que al lenguaje meramente cinematográfico.

Es sin embargo, un descenso paulatino a los infiernos que magistralmente emparenta la obra de Alighieri con el monstruoso resultado de la codicia y la megalomanía de algunos hombres que es la guerra; de modo tal que esa aparente interpretación plana del músico, no es otra cosa que el estado de shock de un hombre a punto de caer en la locura y esa teatralidad de la mujer que busca desesperadamente a su hija, no es sino un poético relato, obsequio del director para comprender a quienes se saben solos en medio del holocausto.

¿Quién mejor que aquel que estuvo en el frente combatiendo al fascismo para relatar la agonía previa a la muerte de aquellos héroes caídos?

Así, lo que sigue es el regreso a las cloacas, al submundo que emparenta a seres humanos con la mierda, que los reduce a nada y los obliga a buscar en medio de la oscuridad un viso de luz y esperanza, la única expresión humana posible en ese contexto.

El músico de nuevo, ahora sí, trastornado tocando un pequeño instrumento de viento parecido a una armónica a través, de oscuros túneles anegados de gas, es una surrealista descripción, un apocalíptico retrato, de lo no-humano: Nuestro artista está ya fuera de este mundo, se encuentra en el infierno que fueron capaz de construir ciertos hombres para millones de inocentes y todos los personajes corriendo el mismo destino.

Un trabajo catártico el de nuestro director, quien quizá solamente tratando de describir lo indescriptible en su trilogía (Generación 1954, Kanal 1957 y Cenizas y diamantes 1958), fue capaz de abrirse paso a trabajos más amables y humanamente disfrutables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vladimiro Fonseca
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10 de marzo de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda parte de la trilogía de Wajda sobre la II Guerra Mundial.

'Generación', la primera de todas, era claramente un alegato de tintes nacionalistas que pretendía buscar la gloria del pueblo polaco, sus orígenes, un ensalzamiento de su pasado.

Inesperadamente, Wajda vuelve a sorprendernos con esta segunda entrega, donde narra los momentos siguientes a la sublevación a finales de 1944 de los polacos de Varsovia y su inmediata huida a las cloacas de la ciudad hasta el final del conflicto. El director polaco parece querer dar otra interpretación más crítica, mostrando a un pueblo derrotado, insolidario, ciertamente mezquino, que ha perdido esa gloria que antaño artesoró. Es por ello que en su día le valió duras críticas por poner en duda la nueva versión de posguerra que la historiografía polaca, apoyada en los poderes políticos de turno prosoviéticos estaban diseñando.

Posiblemente la lucha contra los nazis existió, fue gloriosa, pero también oscura.

Como dijo el crítico Antonio Pinedo en 1977 a raíz de 'Kanal' y parafraseando al propio Andrzej, la cultura sirvió de soporte para el mantenimiento del nacionalismo polaco, para que perviviera durante siglos frente a continuas invasiones de extranjeros. La cultura, el doble rasero.
Hantoker
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