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Spring Breakers: viviendo al límite

Thriller. Drama Cuatro jóvenes estudiantes con ganas de mucha juerga acaban en la cárcel, tras ser sorprendidas en una casa llena de drogas durante sus locas vacaciones escolares de primavera (spring break). Pronto salen bajo fianza gracias a un joven traficante de armas y de drogas (James Franco) que ve en las chicas a unas potenciales delincuentes que podrían serle útiles. (FILMAFFINITY)
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Críticas 149
Críticas ordenadas por utilidad
13 de octubre de 2012
263 de 386 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Spring Breakers" no es una película. Como "Drive", "Mulholland Drive", "Carretera perdida" o "Enter the Void", es una experiencia que cada espectador vivirá a su manera, que lejos de intentar contar un argumento tradicional busca crear una serie de sensaciones y emociones a través del poder de la imagen. Sus primeros cuatro minutos ya marcan el tono del film: vemos cómo en unas vacaciones de primavera (el "Spring Break" del título) un montón de adolescentes lo pasan bien en unos ambientes playeros, desfase puro y duro, una fiesta que no cesa y en la que todo es posible dentro -pero sobre todo fuera- de los límites.

Rápidamente entran en escena las protagonistas, tres adolescentes atrapadas en la rutina y una cuarta, interpretada por Selena Gomez, católica practicante aunque pareciera que no es el camino que desea seguir. Decir más del 'argumento' es innecesario porque todo es una excusa, porque "Spring Breakers" no es narrativa pese a tener un subtexto, es una metáfora llevada a sus últimas consecuencias que cristaliza el parecer de toda una generación actual en la que los iconos pop sobrepasan la propia realidad, se convierten en trending a diario en redes sociales y en torno a los cuales se crean auténticos círculos de seguidores.

Nima Nourizadeh nos mostraba en "Project X" cómo varios adolescentes montaban una fiesta aprovechando la ausencia de sus padres, llegando al absoluto desfase. Y si bien en aquella película el realizador no se atrevía a ir más lejos, forzando la moraleja, en "Spring Breakers" no hay tal cosa. Korine deconstruye todos los clichés posibles, el nihilismo más anárquico se apodera de la imagen y durante noventa minutos el espectador se mantiene en una nube, en trance, en éxtasis, mientras que la música e imagen se fusionan a la perfección. La elección de las protagonistas es perfecta, como ocurría con Robert Pattinson en Cosmopolis (David Cronenberg, 2012) para conseguir atrapar a esa generación actual apegada a sus iconos, de la misma forma que los únicos adultos que aparecen representados son claramente dementes. Las figuras paternas están desaparecidas; no son necesarias, ni siquiera las oímos.

Toda la experimentación formal de la filmografía de Korine se fusiona en "Spring Breakers" llegando al límite, consiguiendo crear -paradójicamente- su película más accesible pese a que pueda sufrir la ira de quienes sólo esperen un trabajo de encargo de fácil digestión. Su soberbia banda sonora, momentos memorables como el plano secuencia del atraco, el Everytime de Britney Spears al piano o todo el personaje de James Franco en si mismo, un Tony Montana 2.0. la acreditan como una de las experiencias cinematograficas -o audiovisuales- de 2012. Al final lo que Korine consigue es capturar este nuevo mundo sin discursos ni moralejas, yendo directamente a la raíz, filmando un viaje iniciático total, sin peajes. Superlativa y digna de verse en la pantalla de cine más grande posible. No deja indiferente.
Caith_Sith
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1 de noviembre de 2012
316 de 499 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spring Breakers es al cine como un eructo a la música. Puedes ser que tú, critico gafapastero, seas extremadamente kitsch y quieras distinguirte de tus amigos profanos aludiendo a su carácter transgresor, pongas enfásis en que los planos y los primeros minutos te hicieron sentir consumidor de LSD , o te las quieres dar de erudito y te pongas a hablar del plano psicológico, de la búsqueda de la libertad.. y en la transmigración del alma... Di lo que quieras, pero no puedes engañarte: esto es un truño como una catedral y lo sabes. Si en vez de Harmony Corine lo firma Bigas Luna podrias desaogarte sin complejos. Unas tipas interpretándose a si mismas, poniendo morritos al final de cada frase y poses de culo en pompa al estilo choni frente a una web cam, sí y James Franco, que después de ser el Duende Verde pone otro personaje de peso interpretativo en su infravalorada carrera: el Gansta Tierno. En Spring Breakers ves un largo videoclip de Pitbull mientras esperas que pase algo, con la misma actitud con la que uno ve los videos que te ponen en las paradas de metro. El caso es que parece que Harmony nos quiere contar algo, pero se ha pasado con el garrafón y se traba. Quizás el que fuera la película de la sesión sorpresa de el festival de Sitges creó en mi expectativas que nadie más se planteaba, por eso quizás esperaba algo, pero la película me recordaba inevitablemente a esas comedias americanas con títulos absurdos que reponen en Antena 3 y ni recuerdas haber visto. Ahora, si lo que quieres es ver culos y tetas botando que actúan mejor que sus propietarias, pero te da vergüenza ir a ver una de Mario Casas aquí tienes la excusa para que tus amigos no te pierdan el respeto, siempre que puedas justificarlo, claro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mano_negra
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15 de julio de 2013
125 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos tipos de películas de adolescentes. Las tontas, que hay alguna pasable. Y las muy tontas, que son las que tienen pretensiones de no ser tontas, y son infumables.

A mí estas pelis que van de pesimistas, nihilistas y demás gaitas ciertamente consiguen su propósito: espero que la siguiente escena será aún peor, y acierto; luego no espero nada porque de nada va, y efectivamente como si en la pantalla no hubiese nada. Así que la nota sólo puede ser igual al relleno de las cabezas que han perpretado esto: nada.

Lo más inquietante de esta película es la confirmación de que FilmAffinity no hace control antidoping para publicar críticas.
Gilbert
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14 de octubre de 2012
125 de 200 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que noche la de aquel día (A Hard Day's Night, Richard Lester, 1964), Help (Richard Lester, 1965), Magical Mistery Tour (Bernard Knowles & The Beatles, 1967) o Yellow Submarine (George Dunning, 1968) son algunos de los trabajos cinematográficos protagonizados por The Beatles, la banda de Pop-Rock más grande de todos los tiempos. Sus hordas de fans (sobre todo quinceañeras) llenaban las salas de cine convirtiendo cada estreno de los cuatro de Liverpool en un éxito sin paliativos. Lo más llamativo del asunto era que no les importaba en absoluto los personajes, la trama o la historia. Lo importante era que actuaban The Beatles haciendo de eso mismo, de The Beatles. John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison eran las cuatro estrellas más mediáticas del planeta, lo que obligó a sus agentes y asesores de marketing a construirles una personalidad diferente y propia a cada uno con la que su público pudiera identificarse. Por lo tanto, eran personas corrientes disfrazados de músicos. A su vez estos músicos, en sus aventuras para el celuloide, se volvían a colocar otra careta que los transformaba en una figura diferente a la original pero popular para el pueblo. Al final, en sus films británicos, no eran más que representaciones manipuladas adaptadas al gusto de los espectadores que, entusiasmados y satisfechos, reclamaban más y más. Richard Lester y cía no necesitaban una construcción detallada de personajes, ni que estos tuvieran aristas o fuesen redondos. Solo precisaban que The Beatles fueran The Beatles en otro medio durante noventa minutos, cuatro pases a la semana. Harmony Korine ha ejecutado la misma jugada con Selena Gomez y Vanessa Hudgens. El realizador caloforniano ha colocado a las estrellas de High School Musical y Los Magos de Waverly Place en un ambiente diferente, totalmente alejado de sus anteriores trabajos y ha confiado en que la percepción de sus entusiastas admiradores haga el resto, ahorrándole la laboriosa misión de crear desde cero. La película es un gran "y si Selena Gomez y Vanessa Hudgens fueran unas auténticas zorras?", sirviéndose íntegramente de la realidad para alimentar la ficción. Mi respuesta a ese "y si...?" es:no me interesa en absoluto, señor Korine, en absoluto.

Me produce cierta gracia cuando el director de turno se queja de que su película no es tomada en serio debido a que el protagonista de la misma es un cantante, una modelo o similar, argumentando que no es justo que se condicione todo un proyecto por la presencia de un rostro conocido. Lo que no se suele comentar es que su intención al situar ante los focos a una estrella no cinematográfica es puramente comercial, para atraer al mayor público posible, algo que me parece muy loable, pero no cuando a los espectadores se nos limita la crítica y se potencia el elogio. Si un estudio pretende explotar la imagen de una celebridad solo puede obtener dos resultados:éxito de taquilla o desprecio absoluto. Y es que Spring Breakers es un film autoconsciente de su apuesta por lo vacío que muchos verán rebosante y donde la provocación fácil y barata alcanza cotas pornográficas y repugnantes. En pleno Siglo XXI que unos chavales hagan fiestas con droga, alcohol y sexo en la playa no es descubrir América y la obsesión del firmante de Trash Humpers por potenciar estas imágenes durante todo el metraje llega a ser desesperante, saturando hasta al más pervertido. Entendemos lo que se quiere hacer, el significado descriptivo de la repetición de tetas, culos, cuerpos desnudos, desfase y cerveza, pero con el 10% de ello hubiera provocado el mismo efecto y no nos sentiríamos hastiados ni desganados de continuar con la proyección. La elaboración del montaje tampoco ayuda en lo más mínimo. El batiburrillo de ocasos, planos de postal, fotografía de anuncio de colonias de saldo, diálogos en off pretendidamente profundos (pero sin la más mínima sustancia dramática) y la constante repetición en espacios y tiempos diferentes de todo esto, incita al suicidio colectivo. Editar no es intercalar planos sin conexión al azar esperando que forme una experiencia nueva y refrescante. La sala de montaje se usa para corregir ritmos, potenciar virtudes, disimular defectos, pulir la narración...y no para llenar la pantalla de efectos superficiales que harían las delicias del Hunter S. Thompson más colgado.

Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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11 de noviembre de 2012
134 de 228 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el ambiente de una sala de cine de Sitges la confusión, la perplejidad se perciben casi como si tuvieran cuerpo propio. Hay quien silba, hay quien ríe nervioso, algunos dan palmas y otros tienen cara de extasiados mientras en pantalla James Franco, todo trenzas y dientes de oro, toca al piano Everytime de Britney Spears y Vanessa Hudgens, Ashley Benson y Rachel Korine (bikini amarillo, pasamontañas de unicornio rosa, el círculo que forman cerrado por escopetas) bailan con sus cuerpos recortados contra el ocaso de Miami. Hay quien se siente molesto e incluso indignado y es que Spring Breakers es lo suficientemente libre, lo necesariamente audaz que se precisa para provocar taquicardias entre los talibanes de lo convencional, sin duda habrá las suficientes reseñas acompañando a ésta para demostrarlo... si es que era necesario hacerlo.

“Yesterday was Thursday, Thursday Today i-is Friday, Friday (Partyin’) We-we-we so excited We so excited We gonna have a ball today Tomorrow is Saturday And Sunday comes after… wards” así rezaba ese clásico instantáneo del trash involuntario que cantaba (?) Rebecca Black. En la película de Korine se nos lleva de la mano al centro de este universo pop, nos mimetizamos y somos uno con Rebecca o al menos con lo que representa, el viaje, por tanto, no puede ser más nihilista porque va exactamente hacia el corazón de la nada, a un reino donde sólo importa la imagen y la repetición de lo obvio, a la búsqueda de lo uniforme, de lo masivo. No se puede esbozar un retrato más generacional, Korine dibuja el alma cani y el resultado, por supuesto, es un lienzo en blanco. ¿Se puede retratar el vacío sin caer en él? El director de Gummo cree que no y nosotros le agradecemos la valentía sabiendo como sabemos que hay quien confundirá mímesis con vacuidad gratuita.

Si hay quien no termina de pillar el juego arriesgado y mordaz de Korine siempre puede disfrutar con su forma de rodar, con ese alternar testosterona videoclipera y esencias clásicas (véase por ejemplo el largo plano-secuencia del atraco). Hay mucho de Michael Mann en ese retrato de las noches de Miami irrealmente iluminada, en esa continua sensación de viaje lisérgico fomentada por la electrónica y potente BSO de Skrillex y de Cliff Martínez que vuelve a confirmarse como un tipo a seguir muy de cerca tras sus magníficos trabajos del año pasado en Drive y Contagio.

No debemos pasar por alto, nos asustan demasiado las probables amenazas de sus fans, el trabajo de Selena Gómez, Vanessa Hudgens, Ashley Benson y Rachel Korine a las que no podemos más que aplaudir, en primer lugar por la valentía de aceptar un trabajo tan marciano y que probablemente descoloque a la mayor parte de sus seguidores. Dinamitar esa imagen de virginidad, de princesas Disney creada durante tantos años con sumo esmero ha debido suponer todo un reto. Ya avisamos a los seguidores de Los magos de Waverly Place y High School Musical: hay frases y dibujos sobre lo mucho que les gustan las pollas, hay unas buenas fumadas de marihuana, polvos en la piscina y asesinatos a sangre fría. Además de su valor personal al decidirse a rodar esta peli tampoco se les puede poner un pero en el desarrollo de sus papeles, han sido elegidas con gran acierto para representar una tipología concreta y lo hacen de una manera más que creíble, otro acierto de casting como lo es el de Robert Pattinson en Cosmopolis, criticar a cualquiera de los dos es guiarse más por el fanatismo de lo anti que emitir un jucio real basado en unos criterios definidos. Mención aparte merece, eso sí, un fabuloso James Franco, su papel de gangsta tiene momentos que dan ganas de ovacionar en pie, verbigracia su speech sobre sus posesiones, si hubiera justicia habría nominación este año, no se puede interpretar una caricatura y ser más creíble. Sencillamente soberbio.

Reseña escrita originalmente para cinemaadhoc.info
Talamasca
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