Terrícola

Es una pena que un debut como "Earthling" se quede a las puertas de lo que pudo haber sido puesto que todo queda reducido a trazos argumentales demasiado densos y a una multitud de capas de entre las cuales no se decide Liford en ningún momento para terminar de encauzar su trabajo. No hay que negarle, pues, que deje temas interesantísimos en el camino y sobre cuyos mimbres se podrían armar debates de lo más jugosos, pero aquí la cuestión no reside en si se pasa de puntillas por encima de ellos, sino más bien el hecho de que su director prefiera derivarlo todo hacía conflictos entre personajes que no terminan de cuajar por la vaga descripción que se obtiene de algunos de esos carácteres.

Probablemente, lo que le falta además de concreción a un film tan sugestivo (a ratos) como éste, es la búsqueda de unas formas que logren contactar del todo con el fondo y dejar al espectador fascinado como ya ocurrió con tantas otras óperas primas enmarcadas dentro del género fantástico, pero que aquí no terminan de cuajar, y es que pese a la curiosidad que supone desgranar esa especie de misterio presentado durante su tramo inicial, y un ejercicio que podría recordar vagamente a esas intrigas cercanas a la sci-fi de los años 70 (por el modo de presentarlo todo y de juguetear con los planos buscando una respuesta en el espectador), todo se descompone a causa de una patente carencia de ritmo y una falta clara de objetivos.

No obstante, "Earthling", una de esas propuestas tan necesarias debido al hecho de pretender subir un peldaño más, arriesgando y apostando por un relato para nada cómodo o fácil, será otra de tantas denostadas cintas que llegan a fin de año y no sólo resultan denostadas, sino también despreciadas por ser erroneamente ligadas a un cine que no se corresponde con el de Liford, y que queda muy lejos del ideario del cine independiente norteamericano.