Sudán: La Reina del Nilo

María Montez, actriz dominicana de belleza alejada de los cánones anglosajones, exótica como Carmen Miranda, fue denominada "La Reina del technicolor" por participar en filmes de fantasías orientales, lugares lejanos, llenos de tules y colores chillones, sin resquicio de realidad y sí de imaginación hoy en día tremendamente camp.

Sudán: La reina del Nilo, rodado en New México, es un film claramente hollywoodiense, una fantasía en la que el vidrio pintado y los decorados ambientan un mundo irreal, colorido, apoyados en unos vestuarios exageradamente abigarrados, más propios de un musical de Broadway que de un filme ambientado en tiempos presuntamente egipcios. Un guión tonto, con un final algo sorprendente para la época, se parece a cualquier film de aventuras tanto westerns como filmes coloniales o de piratas, no hay demasiada diferencia y parecen todos realizados con un guión standard. No obstante, se deja ver, ya que tanto color hipnotiza y María Montez, con esa belleza tan particular, seduce al espectador. Que pena que muriese con 39 años.

"Sudán" supone el final de la trilogía de la Universal sobre "fantasías orientales", iniciada con "Las mil y una noches" (1942) y continuada con "Alí Babá y los cuarenta ladrones" (1944). El reparto vuelve a ser el mismo, con María Montez como gran estrella, muy bien secundada por Jon Hall, Turhan Bey y Andy Devine. La historia y su ambientación también se repite, con guión facilón pero con buen ritmo, mucha arena de desierto, bailes y bailarinas exóticas y erotismo tamizado con un vestuario inverosímil.

"- ¿Cómo se llama la esclava?
- Las esclavas no tienen nombre, sólo precio".

Entretenida "fantasía oriental" (aunque no tenga nada de género fantástico) de la maravillosa Universal, no recuerdo si la última dentro de este agradecido género protagonizada por la gran y prontamente desaparecida María Montez. Cuando hizo esta peli tenía 28 años y falleció con 34.
Aquí se consigue un filme de aventuras muy reconfortante, dinámico, entretenido y vistoso, amén de entrañable por varios motivos. Uno de ellos son las "chistosas" trasparencias, que cantan lo suyo, pero le dan un empaque a genuino cine de barrio de cuando éramos niños.
Otros puntos a su favor son la maravillosa fotografía que ensalza los bonitos paisajes donde se desarrolla la acción y por supuesto la labor de vestuario, con preciosos y muy variados vestidos, sobre todo a cargo de la gran Montez, que aquí (y como siempre) sale preciosa.
Excelentes canciones con entonados coros y un sabor de cine añejo pero que no pasa de moda, constituyendo un seguro pasatiempo para chicos y mayores.
Deja un buen sabor de boca esta peli tan amena con excelentes intérpretes, sobre todo de aquellos que erróneamente se les llamaba "secundarios" y que sin embargo elevan la calidad de la peli (Zucco, Devine, Cording, Teal...).
Para disfrutar.

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Se trata de una producción sencilla que oscila entre el humor y el drama en la que destaca cierto tono dulzón y buenista al que tampoco se priva de un punto espinoso que imprime profundidad a la historia.
Una banda sonora de carácter solemne proporciona al relato el empaque de un verdadero relato ambicioso.
Los decorados son vistosos y coloristas pero no quieren ocultar la naturaleza de su modesto modelado porque ese era el único modo de rodar una película con escasez de recursos materiales-
Cine familiar, fantasioso y con rasgos de ingenuidad que se aceptan de buen grado.