Es muy probable, creo yo, que pasemos a través de nuestras fugaces y vacuas vidas sin pena ni gloria, por lo menos la gran mayoría de nosotros, los mortales, no descubriremos ni la cura para una enfermedad ni ganaremos una medalla olímpica en salto en largo, lo único que conseguiremos será saltar y caer y posiblemente fracturarnos tibia y peroné pero nos levantaremos porque nos motiva algo... el dolor? el amor? la esperanza? de qué? no sé. De algo quizás... pero esa vaguedad es lo que nos hace tan fuertes como vulnerables y generalmente es el motor de todo lo que hacemos... el problema surge cuando nuestros ventrículos y válvulas aórticas se desbaratan gratuitamente ante la presencia de cualquier muchacha idiota que de conocerle un poco mas nos daríamos cuenta de que no vale ni un minuto de nuestro tiempo... Esto le sucede a Zia en la película, "Zia", nombre árabe de significado "luz" nos genera la incógnita de pensar si será Zia un iluminado? o será solo un salame egoísta con pocas luces? probablemente me inclino por la segunda opción ya que suicidarse teniendo quien te quiere (los padres, amigos) es el peor acto de egoísmo que uno puede tener pensando que tu vida te pertenece solo a vos... y realmente no es así.
Sin dudas recomiendo darle una oportunidad a esta película que transita inteligentemente un mundo paralelo de interminable agonía que habita algún que otro suicida en busca de segundas oportunidades.

El problema que viene luego de una ruptura es de carácter temporal, lo que yo llamo “los años perdidos” como si fuera una serie de televisión de los ‘80s y se refiere al tiempo que pasa desde que sentiste realmente lo que es amor y el momento en que encuentras al amor de tu vida. (Que quizás sea nunca porque la vida es corta) pero, en todo caso, ¿Qué es el amor? Como definir algo tan abstracto, tan benigno y maligno a la vez. Creador de otros malditos estados mentales como la tristeza o la soledad. ¿Será eso el amor? ¿Un maldito estado mental de momentánea felicidad?
Tom es un “tipo bueno” y ya sabemos que los tipos buenos tienen un destino miserable, es un destino escrito, irremediable. Y un tipo que encaja en esta categoría cuando se enamora se atonta y se vuelve cíclicamente repetitivo y ligeramente aburrido, cursi y peligroso para el romance. Summer de momento no cree en el amor (probablemente todavía no lo ha sentido realmente) ó simplemente se rehúsa a creer porque termina viendo en los tipos buenos como Tom algo negativo donde no lo hay… como quizás que el trabajo que él tiene no es lo suficientemente bueno o cualquier otro ejemplo relativamente fuera de contexto que será razón suficiente para no creer en el amor entre los dos y cortar la relación... Excusas que llevan a frases típicas. Él se enamoró, ella no (no del todo) y es cuando más duele.

La película comienza en un parque de diversiones abandonado en el oeste de la provincia de Buenos Aires a orillas de la autopista, a la altura de Ituzaingó, donde antaño solía haber por lo menos dos de estos parques, de vez en cuando un circo, ferias, mercados de pulgas, ventas de autos, pistas de kartings y demás atracciones familiares a lo largo del camino. Todos esos lugares resuenan con nostalgia cada vez que alguien recuerda alguna anécdota ya que le daban color a los domingos y eran una salida semi-divertida en aquella ostentosa y a su vez despreciable época menemista. Hoy, aquellos parques de diversiones supieron transformarse en repetidos y seguramente más rentables hoteles alojamiento… o quizás ya estaban, no lo sé. Es posible que ya estuvieran y que los fui notando a medida que dejaba atrás mi infancia.

Retomando la película, la historia es simple: Coco y Peluca (protagonizados por el gran Diego Capusotto y un correcto Martín “campi” Campilongo) fueron estafados por su ex jefe y en el transcurso del día recorren algunos lugares tratando de encontrarlo, también visitan amigos para zafar el "morfi", recuerdan viejas historias y esperan que pasen las horas y llegue la noche para ver si dan con el desaparecido individuo en el baile que se realiza en el club del barrio. Zapada no es una comedia de risa fácil, sí es simpática, inteligente y nostálgica… y quizás mas beatnik que beat.

Un crimen, un tesoro, una apuesta. 3 historias, 18 capítulos y 4 horas de duración. Mariano Llinás dirigió, escribió y protagonizó esta arriesgada “película literaria” completamente curiosa desde cualquier ángulo que se la mire, como si fuera una aventura que nosotros mismos estamos viviendo, porque los largos pasajes temporales y los ojos de los personajes parecen ver al mismo tiempo lo que el espectador ve, convirtiéndose ellos mismos espectadores de las historias y meta-historias que suceden… como si fuera una lectura audiovisual narrada en 3era persona donde (vaya paradoja) los personajes principales carecen de identidad, no tienen nombre, como si se generalizaran todas las historias que similares a estas son contadas por personas, personas comunes, como vivencias y anécdotas de la vida. Una película donde realmente los principales actores son la voz en off y las imágenes de los ríos, los campos y los pueblos del corazón de la provincia de Buenos Aires, lugares que de solo estar parado ahí ya te hacen sentir como en una aventura o en una película… en mi infancia fueron los campos cercanos a Junín e imagino que ustedes tanto como yo tienen historias para contar.
Sin embargo y como puntos negativos se podría mencionar que el director parece excederse por momentos y juega con la inteligencia del espectador. También que luego de un comienzo que pintaba para obra maestra daría la impresión que al relato se le va acabando la magia ó la pierde por el camino...

"El hombre que plantaba árboles" es un cuento corto de Jean Giono escrito en 1953 que narra la historia de Elzéard Bouffier, un hombre que golpeado por la tragedia encuentra la paz realizando un trabajo propio de Dios mas que de los hombres sin tener mayor interés que el de reconvertir tierras áridas en un próspero bosque para devolverle algo de alegría al lugar. Es una obra que genera conciencia e inquieta, educa y emociona.
En 1987, Frédéric Back realiza este cortometraje de 30 minutos ganador de varios premios incluyendo el Oscar logrando una verdadera obra maestra de la animación.
Narrado en voz en off por Phillip Noiret en francés y Christopher Plummer en inglés logran un elevado nivel de hipnotismo entre la narración y la técnica de dibujo utilizada. Sin duda, imperdible!