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Críticas de jamago1978
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Críticas 9
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
16 de marzo de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cráteres de silencio en carne viva derriten antiguas heridas oxidadas. Lejos de histrionismos desbocados y de los gemidos apocalípticos inaccesibles al entendimiento, el asesino a sueldo contiene su agonía entre transparentes placas de duro hielo. Su alma infectada de veneno corrosivo se pudre con el frenético y mudo ritmo de la muerte. No hay lágrimas de cocodrilo ni sucedáneos de amor bajo las farolas, sólo crudas mañanas solitarias y recuerdos de una noche ensangrentada.


El pájaro enjaulado silba su aburrida canción doméstica. Un vacío inexplorable se desploma sobre los muros acuchillados, ante el estrépito sordo de la vida. Las gasas únicamente cubren la superficie; el dolor y sus despojos permanecen junto al remordimiento y la misericordia de los culpables. El criminal intuye su sepulcro. Sobran sombreros y gabardinas en este último envite al fracaso. La pistola ya no está cargada. Firme y sereno se rinde a su sepultura prematura, empujado a un suicidio involuntario.


La chica negra acaricia el órgano esperando el disparo que no llega. No reflejan pánico sus ojos; una terrible piedad amorosa por su ejecutor le ilumina toda la cara. Las notas huyen del teclado recreando una melodía de pasión idiota. Sólo una pregunta: "¿POR QUÉ?". El asesino enamorado susurra la esencia de su triste vida desperdiciada: "Porque me pagan". Son palabras en las que ya no cree, pero prefiere mantener la patética farsa de su existencia hasta el final.


Un hombre yace en el suelo. Vomita sangre por la boca. Su cargador vacío revela el secreto de un hombre redimido. Olor a deseo frustrado y desesperación definitiva. La batería sellará la angustia de otra morbosa claustrofobia francesa.
jamago1978
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10
6 de mayo de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En El buscavidas no hay héroes, solo hay un hombre que busca la muerte. Su sombra se aferra al fracaso, fabricándose una frustración propia para poder compadecerse de ella. ¡Qué sórdido placer es sentir compasión de uno mismo! "El chico del billar" se sumerge en un proceso autodestructivo a cambio del mayor motivo de complacencia en este mundo: mirar fijamente a los corrosivos ojos del éxito, para después escupir sobre su trono impoluto. El rechazo del triunfo es el mejor orgasmo que puede alcanzar un hombre. ¡Qué mayor triunfo que tener la victoria ya en nuestras manos y arrojarla de nosotros con desprecio!

Pero la autocompasión no es más que un signo de debilidad y mediocridad que puede desembocar en el "fracaso supremo": el suicidio. Esto es lo que ocurre con el personaje que interpreta Piper Laurie; harta de ser apaleada por la vida no es capaz de enfrentarse a ella y tratar de escapar del espeso lodo en que se encuentra inmersa; al contrario, decide optar por el frívolo suicidio en un arrebato de rabioso despecho. Esta muerte servirá a Eddie Felson - Paul Newman - para realizarse y vencer su fragilidad inicial; fortalece su carácter y abandona su mirada cargada de derrota, para tratar cara a cara sus problemas y superar los obstáculos con que tropieza en el camino. Ya no hay lugar en el personaje para la autocompasión; se ha desecho de su trágica expresión de hombre sin suerte, para "golpear" a la vida con la misma dureza con que golpea las bolas de billar.

El buscavidas es una atmósfera muerta. Colores ásperos y aromas grises inundan la pantalla; no hay canciones, ni risas, ni agua. El aire es un hombre ahogado por la monotonía y su tumba el triste cuarto donde Eddie Felson y su amante lloran la vida. El alcohol es un bálsamo de piedra donde ocultan su rendición. Solo una máquina de escribir vomita la verdad que no quiere oírse. En el exterior, se respira el aire puro que sale de los tubos de escape. La violencia en la ciudad no es más que un gracioso lunar en el paraíso. ¡Nada es comparable a los llantos de una habitación muerta!

En el celuloide se oyen los aullidos de la noche herida; los marginados, los desgraciados, aquellos que ni siquiera han podido gozar de la vigilia del "sueño americano", son retratados en su amarga pesadilla. Entre el incansable humo y los cigarrillos pisoteados se escuchan los alaridos de los enfermos. Una inquietud desolada escapa entre las botellas de whisky y las copas olvidadas. El acero invade la pantalla, la cubre de eterna tristeza. Puede que Robert Rossen tampoco encontrara la forma de olvidar que diez años antes había delatado a sus antiguos compañeros del Partido Comunista. Tal vez sea El buscavidas la magistral obra póstuma de un ex-boxeador muerto.
jamago1978
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9
19 de abril de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La fábrica de asesinos engrasa su maquinaria de acero. El dispositivo de alerta ya está a punto. Es la hora de estirpar a los jóvenes sus blandas conciencias de chicos buenos y proclamar la esclavitud canina de los robots mercenarios.


El sargento sabe quién es el amo. Su función consiste en crear soldados mecanizados y hacer crujir los huesos de sus esclavos. Ha nacido para sodomizar a sus siervos y cumple esta tarea como una misión casi divina. Él es el encargado de cargar las armas y enterrar a los niños. Ya vendrán los señores de las corbatas a fijar nuevas guerras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jamago1978
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10
30 de marzo de 2010
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peckinpah recuerda:

Una canción antes de la muerte. Una sucia canción mejicana de sabor amargo, que se pierde con la última tarde. Un homenaje a los camaradas que se han forjado entre el polvo y no se esconden ante el peligro. Es una canción al héroe que llevamos dentro, oculto en la maleza de nuestras entrañas.

Peckinpah recuerda:

Una sonrisa que se cruza con otra. Una sonrisa que al ser esbozada ilumina los rostros de William Holden y Ernest Borgine, diciendo lo obvio - lo que no podía ser de otro modo -. Una última sonrisa para la vida - en la antesala de la muerte -, que parece decir: las partidas empezadas entre amigos merecen ser terminadas juntos, aunque se divise un final desastroso para todos. Una sonrisa para la despedida. Una sonrisa-reflejo de la amistad, en homenaje a la dignidad humana.

Peckinpah recuerda:

Miradas que son palabras. Miradas que lo dicen todo, cobrando un sentido exacto en aquellos que han luchado juntos contra la adversidad vivida. Son destellos de rabia que gritan con fuerza: ¡Mejor morir matando!¡Vamos a por esos cabrones! No son estúpidas miradas de ilusos: es la mirada de los que saben que la muerte les está esperando en la siguiente esquina, pero prefieren no huir cobardemente de ella. Son el espejo de la frustración, cuando esta se hace insoportable y estalla en un implacable aullido. Son el reflejo de la derrota conocida de antemano - lo que solo acrecienta el valor de la partida -.

Peckinpah recuerda:

Una orgía de sangre y violencia: niños asesinados, abstemios perforadas por las balas, viejas puritanas vestidas de negro pisoteadas por los caballos a un ritmo frenético, dulces putitas perfumadas con la cabeza abierta de un disparo, un alacrán que arde ante el cruel delirio de unos niños armados con palos...

¿Quién dijo que la violencia no es poética?

Peckinpah lo desmiente sin tener que recurrir a engaños metafísicos ni sensiblerías baratas. La frustración que acompaña a la vejez, la amistad, la honestidad, el amor... son algunos de los motivos eternos exaltados por Peckinpah, bajo la siempre dudosa sombra de la derrota.
jamago1978
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9
14 de febrero de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El jinete pálido" es con "Sin perdón" los mejores westerns de Clint Eastwood. Sirvieron además para sacar de la UVI a un género que estaba ingresado con un diagnóstico de enfermedad terminal. Puede ser previsible, pero en este caso esto es más una virtud que un defecto, que lo conecta con innumerables clásicos del western.
La historia se refiere a la lucha por las tierras entre sus propietarios, unos buscadores de oro sin dinero, que son amenazados por el rico del pueblo y sus matones. La gran industrafia frente al trabajo artesanal. La explotación y el abuso de los poderosos sobre los humildes. Los buenos frente a los malos. La historia que se repite una y mil veces. Nada nuevo bajo el sol, pero qué sol.
jamago1978
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