Una serie, ligera, original y entretenida. Con magníficos personajes, buenos actores y sorprendentes hallazgos visuales.
Con un argumento aparentemente banal, basado en hechos reales –la historia del soñador y emprendedor Axel (Arne Bybjerg, inventor del rizador eléctrico) – en los que todos acabaremos interesados.
Con una reconstrucción de época brillante –la transición a la modernidad de la sociedad rural y socialdemócrata danesa–, particularmente en cuanto a la moda se refiere. Con emoción y su punto de suspense.

A pesar de su aparente banalidad, Carmen Curlers podría haber sido un pasatiempo muy satisfactorio si:
- si no hubiese estirado tanto su duración con subtramas innecesarias, muchas de las cuales se dejan abiertas o se cierran de manera apresurada e incoherente
- si no hubiese insistido en los aspectos más políticamente correctos que no añaden nada a la historia.

Podría haber sido BUENA (7) Se queda en INTERESANTE de 6,5 por su frescura.

Un liberalio divorciado y cuarentón (Thomas Gullestad) y una treintañera idealista (Kathrine Thorborg Johansen) ya son para mí la pareja del año.

Los protagonistas de esta miniserie, rodeados de una variada fauna de compañeros de trabajo, parientes y vecinos, encarnan de un modo tan afable como directo las contradicciones de la pulcra y ordenada sociedad noruega.

Una sátira amable que, en episodios autónomos de 25 minutos, confronta capitalismo y socialdemocracia de la única forma posible: con inteligencia y humor. Sin discursos, dogmas o eslóganes facilones. Sin burlarse de nada ni de nadie excepto de la estupidez y la corrección políticas.
Una joya.

Para disfrutarla al máximo, no está de más saber de la existencia del tan inverosímil como real "Fondo de Pensiones del Gobierno de Noruega" (Oljefondet/Oilfund, título original de la serie). Con wikipedia vale.

Si tras el descoloque de los dos primeros capítulos llegas a la negociación con los oligarcas rusos (3), ya no podrás dejarla.

1. Si les gustó "Los Soprano", ni se acerquen a este bodrio.
2. Si la consideran una de las mejores series de la historia de la televisión, huyan de esta parodia grotesca, de este torpísimo pseudohomenaje.
3. Si todavía no han visto "Los Soprano" –lo siento–, peor para ustedes; pero rechacen esta broma siniestra. Olvídenla. No existe.

Un patético supertruño que pretende rendir pleitesía a la serie original y apenas consigue burlarse de nuestra paciencia. Quizá David Chase se arrepienta hoy de haber firmado una historia cruda y verdadera en 1999 y pretende hacerse la autocrítica y redirigirnos hacia la corrección política: disturbios raciales de Newark, mujeres independientes, afroamericanos guays vs blancos ultramachistas... Y todo incrustado en una reconstrucción de época tan falsa como pretenciosa que más parece un mal viaje de ácido.

El único interés: comprobar el increíble parecido físico del joven Michael Gandolfini –un Tony de 21 años– con su padre James, fallecido en 2013 a los 51. Lástima que el chaval ni siquiera sea buen actor.
¿Y Carmela jovencita?!?!? ¿Y el ridículo imitador de Silvio Dante!!!? ¿Y el papá chungo de los Moltisanti, un decrépito Ray Liotta que, de pronto...?
¿Y la música atorrante sin venir a cuento?!!!

No digan que no les he avisado.

Como teatro, es estupenda: un ‘Estudio 1’ de lujo.
Por las interpretaciones de Caine y Olivier, merecería un sobresaliente.
Su ambientación: única, naif y conmovedora, notable.
El guion: so british, bueno.

PERO.

Ahora bien, como película es un artefacto acartonado e inverosímil. Una historia sin pies ni cabeza, de principio a fin.
Y no vale argumentar que “hay que verla con una mirada de 1972”. ‘El Padrino’ es de 1972.
‘Deliverance’ es de 1972. ‘Play it again, Sam’ y ‘Cabaret’ son de 1972.

Duración: inmisericorde y excesiva. Con 90 minutos habría bastado y no habría incurrido en tortura hacia el espectador.

Por otra parte: los ojitos que pone sir Lawrence en la segunda parte son tre-men-dos.

He aquí una correcta película de guerra que naufraga en su propia ambición sin lograr su objetivo.

El título original en neerlandés de este largo largo largometraje es "La Batalla del Escalda". Pero NETFLIX la comercializa como "La Batalla Olvidada" (The Forgotten Battle); cuando lo que el director Matthijs van Heijningen pretende contar en estas inacabables dos horas largas-larguísimas es la batalla de la Calzada de Walcheren; que fue uno de los muchos combates de la batalla mayor del estuario del Escalda; que derivó, a su vez, de la catastrófica operación "Market Garden", también conocida como la 'Batalla por los puentes', prematuramente lanzada por los aliados en el otoño de 1944, cuando Alemania parecía a punto de caer.

¿Se han perdido? No me extraña, porque la película no hace nada por diferenciar esos combates (en los que murieron más de 35.000 hombres) y alimenta la confusión del que ignora los detalles de la liberación de Holanda y la peculiar geografía de la provincia de Zelanda, con sus canales, islas y deltas fluviales.

Para acabar de liarlo todo, el director ha querido humanizar la historia con la peripecia vital de tres personajes: un joven holandés, voluntario en la Wehrmacht y veterano del frente Oriental; un novato y aguerrido piloto británico que no tiene mayor interés que el de ser hijo de su padre (literal) y... la chica. Pues resulta que la chica es una holandesa que trabaja en el Ayuntamiento del pueblo junto al alcalde colaboracionista y con un padre médico bondadoso y apaciguador que... zzz…zzz. ¿Me siguen? Más un montón de tramas secundarias y terciarias entrecruzadas, que incluyen la Resistencia, los colaboracionistas, el Holocausto, el estrés de combate, las miradas intensas, la decepción política, la belleza de las marismas, la maldad de un SS...

Lo mejor: las escenas de batalla, la aproximación de los planeadores a Holanda, la reconstrucción de armas y uniformes.
Lo peor: la profusión y confusión de tramas, el caos narrativo disfrazado de montaje dinámico de historia cruzadas

TOTAL: floja, un 3. Pero con muy buenas intenciones