Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Fernando Puertas
1 2 3 4 10 20 25 >>
Críticas 121
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
19 de agosto de 2011
29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conan, el bárbaro, de Marcus Nispel, es una película que deja mucho que desear, que se reduce a un puñado de luchas, destrucciones y violencia, aunque sin duda la mayor catástrofe de esta mierda de película es su guión, horripilante hasta la médula.

No hay ni un solo personaje carismático en toda la puñetera peli, y sus “diálogos” consisten principalmente en gritos y gruñidos más propios de bestias que de hombres. Pero claro, es que Conan es bárbaro.

Tampoco existen en esta obra de Nispel esas gracietas que tan bien quedan en las películas de acción de este tipo, y los personajes, por mucho 3D que tengan metido, son planos hasta la extenuación.

Por otra parte, se ha optado por un montaje demasiado picado, hasta el punto de costar sangre, sudor y lágrimas leer el fotograma al completo, y no digamos ya si contamos con unas gafas para visión tridimensional, cuyos cristales oscuros entorpecen más que ayudan.
Siendo, de todas formas, la segunda mitad menos mala que la primera, la película da la sensación de tener velocidad pero no conocer siquiera el significado de la palabra “ritmo”. ¿Cómo es posible que un montón de escenas de acción, explosiones, sangre y villanos saltando por los aires sea algo aburrido? Pues Nispel lo ha logrado, haciéndome emitir los más sonoros de mis bostezos, únicamente silenciados por los berridos que pegaba Conan el bárbaro cada diez segundos de metraje.

Es triste, pero la película no vale ni como peli palomitera. El vestuario y el maquillaje se pueden salvar de la quema, pero todo lo demás, a la hoguera con ello.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
7 de abril de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de Billy Wilder es hablar de palabras mayores, y debe hacerse a sabiendas de que no se está hablando de un cualquiera, sino de uno de los más grandes cineastas que nos ha brindado el séptimo arte. Habiendo realizado ya algunas de las joyas que han quedado enmarcadas en la vitrina de los trofeos de la Historia del cine, como El crepúsculo de los dioses o Perdición, en 1957 Billy Wilder lo volvió a hacer: volvió a hacer magia, volvió a demostrar que el cine era un arte, volvió a dejar patente que él era único, y que era el mejor. En definitiva, volvió a dirigir una película, la cual llevaba por nombre Testigo de cargo y estaba basada en una obra de Agatha Christie.

Testigo de cargo es una joya que lo tiene todo. En primer lugar tiene un guión brillante, medido al milímetro, que no se permite la osadía de dejar un solo cabo suelto, que está escrito por el propio director en colaboración con Harry Kurnitz y que reserva para el final un triple salto mortal que acaba por conseguir meterse al público en el bolsillo definitivamente. Cada escena se cierra a la perfección y logra mantener el ritmo con una capacidad asombrosa.

En segundo lugar, Testigo de cargo es una de esas películas que explica la sociedad, que habla de la sociedad con una maestría y una elegancia tales que cuesta creer que haya sido realizada por un ser humano. Wilder nos cuenta una historia acerca de la justicia, de la ley, del bien y del mal, de la cantidad de canallas que hay sueltos por el mundo dispuestos a lo que sea por dinero. Y también por amor. Testigo de cargo es, por todo ello, una película casi perfecta.

Cuentan que Alfred Hitchcock una vez dijo que, en el rodaje de una película, no se podía trabajar ni con niños, ni con animales, ni con Charles Laughton. Pues bien, ignorando si es cierto que Laughton era una persona intratable en los rodajes, es preciso señalar que en Testigo de cargo hace todo un papelón, interpretando a uno de esos personajes que en contadísimas ocasiones ves y que no se te olvidan en la vida. Sir Wilfrid Roberts constituye uno de los personajes más originales y carismáticos que me he encontrado en una pantalla en mucho tiempo, y cada una de sus frases es digna de enmarcar para la posteridad, algo que, de nuevo, vuelve a dar fe del excelente guión sobre el que se asienta esta obra maestra que es Testigo de cargo, película que invita a reflexionar en torno al hecho de que Billy Wilder haya pasado a la Historia como el maestro de la comedia (películas como El apartamento o Con faldas y a lo loco prueban que él, y no otro, es el único e indiscutible maestro de la comedia), siendo que muchas de sus más grandiosas obras constituyen auténticos dramas.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
7 de abril de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1994, el anciano Alvin Straight (Richard Farnsworth) recorrió la distancia que separa Iowa de Wisconsin montado en su máquina cortacésped para ir a ver a su hermano, con quien no se hablaba desde hacía diez años y que acababa de sufrir un ataque al corazón. Una historia verdadera, de David Lynch, recoge aquel emocionante momento en la vida del viejo Alvin, resultando una preciosa película que nos habla del amor fraternal y familiar en general.

La película, sus imágenes, me roza y me acaricia, pero no me abraza y me envuelve como sí lo hicieron Mulholland Drive o Carretera perdida, quizá porque, siendo de David Lynch, me esperaba del filme una cosa y me encontré con otra, o quizá porque, precisamente, el guión no se debe a la creación del maestro surrealista, sino a la de John Roach y Mary Sweeney.

Sea como sea, y a pesar de que los encuentros del viejecito con diversos personajes a lo largo de su gesta contribuyen a amenizar la película aportando interesantes lecciones de vida y de moral, la película resulta bastante lenta y simple, y uno no puede dejar de tener la sensación de que todo esto no hacía falta contarlo en casi dos horas, sino que en treinta minutos la historia podía estar ventilada perfectamente. Una historia verdadera me recuerda en este sentido a Los puentes de Madison de Clint Eastwood, película también lenta a su manera, pero transmisora, en mayor medida que el film de Lynch, de fuertes emociones que tienen que ver con el amor y la pasión.

Los paisajes que nos son mostrados y la forma en que nos son presentados se aproximan ligeramente a lo que podríamos denominar "atmósfera Lynch", pero no llegamos a tener plenamente la sensación de estar ante una película dirigida por el creador de Twin Peaks, cosa que sí parece ocurrir en el caso de la siempre adecuada música de Angelo Badalamenti, habitual colaborador del director, que encaja a la perfección con las bellas imágenes para regalarnos una película que, si bien defrauda a aquellos que esperábamos la típica película de David Lynch, es indudable que se trata de una bella historia digna de ver. Si es en compañía de tu hermano, mejor aún.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
7 de abril de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las mejores películas del western en particular y de la Historia del Cine en general es El hombre que mató a Liberty Valance, del maestro John Ford, director también de otras obras maestras del séptimo arte como La diligencia o Centauros del desierto.

Al igual que en dichos filmes, en El hombre que mató a Liberty Valance Ford vuelve a explicarnos su visión acerca de la sociedad estadounidense, de su sistema político y económico, resultando la película toda una defensa republicana del Estado de derecho y la democracia por encima de las dictaduras y de los tiranos. Lo cierto es que la película no deja un sólo cabo por atar, tratando temas tan vitales a la hora de analizar una sociedad como es la libertad de prensa, el papel que juegan los medios de comunicación en la democracia, y la forma en la que la ley y el orden deben hacer frente a la delincuencia y a la tiranía.

Siendo muy icónica a la hora de desarrollar sus personajes y muy teatral en su simplona puesta en escena, en esta película escrita por James Warner Bellah y Willis Goldbeck y basada en el relato corto de Dorothy M. Johnson, Ford vuelve a demostrar por qué es el mejor director de la Historia del Cine, por qué nadie maneja el lenguaje cinematográfico como él, y por qué él sí que se puede considerar todo un cineasta de oficio, y de los buenos, de los que no hacen chapuzas, sino auténticas obras de artesanía.

La película sitúa al espectador ante la llegada del anciano senador Ransom Stoddard (James Stewart) al pueblo de Shinbone para asistir al funeral de un antiguo amigo suyo. Ante unos pocos periodistas, Stoddard relata la historia que explica su relación con el difunto, y en la que aparece también involucrado el legendario bandido Liberty Valance (Lee Marvin).

Con un reparto de oro entre el que encontramos nombres tan atractivos como John Wayne, Vera Miles o el mismísimo Lee Van Cleef, esta obra maestra de Ford habla al espectador de política muy a las claras, y le invita a explorar las luces y las sombras por las que, en muchas ocasiones, la democracia se ve obligada a atravesar para hacer prevalecer sus intereses frente a aquellos que pretenden imponer los suyos a base de golpes de Estado.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
7 de abril de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El gran Lebowski, dirigida y escrita por los hermanos Coen, es una entretenida película que muchos reivindican como de culto y que relata la vida de El Nota (Jeff Bridges), un tipo cualquiera de una ciudad cualquiera al que un día cualquiera se le complican las cosas por accidente y vive una pequeña aventura que recordar con sus amigotes mientras juegan a los bolos. Quizá sea porque no estoy muy puesto en el cine de los Coen, pero he de decir que la película me ha decepcionado ligeramente, y no he conseguido entrar de pleno en ella. El guión es bueno, está bien estructurado y ofrece giros interesantes, pero lamentablemente El gran Lebowski se queda en una locura momentánea que tiene más de chorrada que de cine a tomarse en serio. Jeff Bridges interpreta a un vago y harapiento deshecho social que en un momento dado recibe la visita de unos matones reclamándole un dinero que su supuesta esposa les debe. Ocurre que dichos matones le han confundido con Jeffrey Lebowski, “El gran Lebowski”, un multimillonario poseedor de una gran fortuna con quien el Nota tratará de ponerse en contacto para aclarar todo el asunto. Dicha acción, en principio inocente, acabará por crecer como si de una bola de nieve se tratase hasta meter a El Nota y sus amigos Walter y Donny (John Goodman y Steve Buscemi) en una (en teoría) apasionante aventura de enredos y malentendidos donde los personajes más originales y peculiares desfilarán ante nuestros ojos, completando el reparto Julianne Moore y el siempre excelente John Turturro, entre otros. El Gran Lebowski constituye un original retrato de la sociedad norteamericana, tratando de forma elegantemente sutil temas que van desde la Guerra de Vietnam y su síndrome hasta la relación entre el poder económico y la corrupción, cargando con el peso de la historia un Jeff Bridges en el papel de un personaje que, hasta donde yo sé, estaba hecho a su medida y que resulta ser todo un icono de la sociedad occidental contemporánea. Lo mejor de la película es John Goodman, cuyo personaje ayuda a amenizar la película a aquellos que, como yo, no ven en El gran Lebowski aquello que todo el mundo ve.
Fernando Puertas
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 10 20 25 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow