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España España · Madrid
Críticas de Argay
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Críticas 84
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
22 de julio de 2023
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al procesar la película, muchas ideas se agolpan en mi cabeza. Intentaré ponerlas aquí, sin demasiado orden ni concierto.

Es la película más política que ha hecho jamás en su carrera. Oppenheimer es la JFK de esta década. Es diferente a las demás, es Nolan haciéndose mayor. No es una película para todo el mundo. Ninguna de sus película lo son, cierto, pero esta menos que cualquier otra. Es densa y seria, comprometida y grave, con un gran poso de solemnidad. La película más madura y sólida que jamás haya hecho. Una nueva etapa en la filmografía de Nolan.

Había un Nolan joven, juguetón, descarado, tramposo y divertido (El Caballero Oscuro - El Truco Final - Origen). Los actores eran meras herramientas necesarias para llevar a cabo su obra. Los espectadores simples títeres. El acto final de dichas películas lo confirma. Era Nolan manejando al espectador, divirtiéndose con él.

Luego llegó Interstellar. La "2001" del Siglo XXI. El ego de Nolan. Nolan asentado en el trono de hierro, jugando a ser Dios. Imágenes pasándote por encima de la cabeza. Una historia que te sobrepasa como la ola de 500 metros de la película. El espectador es un ser diminuto aplastado ante la magnitud de la obra, de las ideas que maneja. Es el apogeo de la fascinación. El punto culmen de su ambición. Es Nolan autoconsciente de su grandeza. No es una película para disfrutar, es una película para contemplar.

Oppenheimer es la obra de un Nolan maduro, dejando atrás el ego, poniéndose al servicio de los actores, dejando que estos brillen y lleven parte del peso de la película. Nolan siempre ha cargado con el peso de toda su obra, siempre ha llevado consigo la mochila en la espalda. Aquí la comparte con los demás.

Es la película con la mejor dirección de actores de toda su filmografía. Es Nolan al servicio de la historia. No hay juego, ni descaro, ni trampas. No hay nadie manejando los hilos. Su final le delata, es un final entregado a la narrativa, a cerrarla de la forma más certera posible. No hay una peonza que gire.

La película respira, tiene aire, no está aprisionada a la magnificencia de la obra o la ambición de sus ideas. Los actores pueden darle forma, con más matices que en ninguna otra de sus películas. La brillantez entregada a la voz y su respiración, a las palabras y su pálpito, a la historia y el compromiso de contarla.

Es Nolan entregado a la magnificencia del cine. No el cine entregado a la magnificencia de Nolan.

Si El Caballero Oscuro es una película para disfrutar e Interstellar es una película para contemplar, esta es una película para reflexionar.

Termina la película, piensas en los actores, en escenas, en matices, en gestos, en momentos. La grandeza de Nolan servida a algo más grande que él mismo.

Nolan se hace mayor.
Argay
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5
10 de abril de 2023
67 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez entiendo menos a los críticos y medios de comunicación de hoy en día, AIR es una película sencilla y totalmente normal desde todo punto de vista. Es un telefilme en pantalla grande, sin ningún alarde narrativo, ni visual, ni interpretativo alguno. Nada sorprendente, ni emocionante y lo que es peor, ni siquiera especialmente entretenido. Una película totalmente predecible, que navega por ríos que ya han sido mil veces vistos antes y que no ofrece ningún momento que destaque a lo largo de toda la película.

El tono escogido tampoco ayuda, la dirección de Ben Affleck podría considerarse, al menos a ojos de este espectador, incluso algo insípida, por lo poco imaginativa ni interesante que es, y la interpretación de Matt Damon está mucho más provista de buenas intenciones que de otra cosa, sin la fuerza y la garra que necesitaría un personaje así, para cargar mochila al hombro con la película, como pretende.

Dicho esto, y más allá del resto de problemas que tenga, su error más llamativo es intentar hacer una película de Michael Jordan sin los derechos de imagen de Michael Jordan. Es ciertamente sonrojante la forma en la que tratan a este personaje, con pretextos ridículos para no verle nunca, donde ni siquiera puede responder al resto de personajes cuando le hablan, y con una resolución de planos a la hora de esconder al personaje, en las reuniones donde forzosamente debe aparecer, ciertamente ridícula.

Un 6 y soy generoso. Más allá de esa nota, no puede entender dónde está su mérito.
Argay
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8
17 de diciembre de 2022
19 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía que venir tito Cameron para recordarnos lo que es hacer un blockbuster con alma, con corazón y con emoción y, de paso, revolucionar de nuevo la tecnología audiovisual, llevándola a cotas jamás vistas.

Bienvenidos a Pandora:

Lo primero es lo primero, por mucho que a algunos les pese, y en Avatar es obligado empezar por el apartado audiovisual. Ese aspecto tantas veces ninguneado, aún siendo el motor básico de cualquier película (el cine es, ante todo, imagen y sonido). El motion capture de los actores y el CGI de Avatar el Sentido del Agua deja en pañales a cualquier producción de Marvel y cuántas películas más se le presenten. Apabullante y fascinante a partes iguales, obligatoria en su visionado en 3D, la recreación de Pandora, ese planeta al cual Cameron se iría a vivir si pudiera, es absolutamente inmersiva y una invitación a no poder pestañear por miedo a perderte el siguiente plano. Tecnología al más alto nivel, sí, pero siempre al servicio de la narración y la dirección artística. Siempre acompañando, siempre con el propósito de sumergir al espectador en Pandora.

Pura fantasía, pura ensoñación, cine en estado puro, en pantalla grande, en mayúsculas. Cine de magia y asombro. Cameron nos recuerda el motivo por el que se inventó el séptimo arte.

La música además siempre acompaña de manera certera a la imagen, logrando en no pocas ocasiones ese moméntum tan sumamente preciado y tantas veces inalcanzable de pura expresión de placer, de felicidad, de sonrisa que no puedes quitarte de la boca.

Cameron ha hecho una película con un corazón enorme, gigantesco. Avatar el Sentido del Agua es pura emotividad, grandilocuente, sí, pero siempre honesta, auto-consciente y llena de amor, a Pandora, a la naturaleza, al mundo océanico especialmente y, en última instancia, a la familia, al poder que de ella emana y a la naturaleza humana cuando está presente. Auténtica poesía en movimiento, a veces incluso rozando lo cursi, lo sentimental.

Dicho esto, ahora sí, entremos en la narración. La polémica absurda de la que algunos hacen bandera. Tantas vueltas con lo mismo cuando se habla de Avatar y después nos tragamos cualquier estupidez de blockbuster con la mitad de cerebro y diez veces menos de corazón.

La narración de Avatar el Sentido del Agua es sencilla, sí, y se siente a gusto siendo así, vistiéndose desde el principio de esta manera, sin engañarte, ni tomarte como estúpido (ejem, ejem, Spider-man No Way Home).

Nunca es compleja, densa ni rimbombante. Valores que aquí hubieran sido un punto claramente negativo, aunque algunos no logren entenderlo.

No cuenta nada fuera de lo común, ni original y tampoco lo pretende. Reclama tu corazón y tu emoción a través de un viaje épico impregnado de valores universales. Una narración siempre efectiva y clara en su mensaje y en sus motivaciones.

Es un blockbuster, lo que significa que es una película de masas, de enormes comunidades, de millones de personas adentrándose en una sala oscura a disfrutar de una gran aventura. Castigar a Cameron por hacer un guión sencillo es, no solo injusto, sino la enésima demostración de qué el público muchas veces pierde de vista la naturaleza del contenido que luego consume.

Para dejarlo claro, eso sí, el guión de esta segunda parte es, en su mayoría, claramente superior al propuesto en la primera parte. Aquí se nota que Cameron no ha estado sólo a la hora de abordarlo (la escritura nunca ha sido su punto fuerte), lo que permite encontrarnos con un mejor tratamiento de personajes, más historias cruzadas, más profundidad en ellas y con mayor grado de emotividad.

Sólo dos apuntes apartan a Avatar el Sentido del Agua del sobresaliente:

Cuando tienes que meter tijera en una película de tres horas y cuarto es para hacértelo mirar y mucho. Aquí se nota perfectamente como han tenido que recortar ciertos momentos y ciertas cosas quedan sin explicar. El caso más flagrante es el personaje de Kiri (interpretado por Sigourney Weaver), cuya resolución queda difuminada por este motivo.

Toda la parte de los humanos está representada como un mero esbozo, sin depurar. Puro cliché estereotipado, sin ningún disimulo. Cameron es honesto hasta en eso y no le preocupa. Para él, su presencia es una mera obligación contractual. Nadie te da 400 millones de dólares para hacer una película sobre el océano y la familia.

Héroe contra villano, es la exigencia mínima de cualquier blockbuster que se precie. Lucha, acción, aventura, buenos y malos... Cuando la película entra en ese terreno, la magia comienza a evaporarse, el corazón de Avatar mengua y su fantasía se difumina, pero el retorno de la inversión es más importante, es lo que le permitirá a Cameron seguir viviendo más años en Pandora.

Nada es más importante para él. Su corazón está allí, entre esas montañas flotantes, entre esos corales infinitos, entre esos arrecifes, en alguna de sus cientos de islas. Allí nos espera dentro de dos años.

Hasta entonces tenemos esta carta de amor a la naturaleza, al agua y a la familia. Eso es todo. No hay nada más (ni menos).
Argay
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4
7 de mayo de 2022
31 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine frío, que huye de cualquier atisbo de emoción, que rehuye de permanecer ni un solo segundo en cualquier punto enclavado entre la acción narrativa y el simple y pleno disfrute. Un cine que aspira, como tantas otras propuestas, a ser aplaudido sin mesura por ciertos paladares presuntuosos, que se auto-consideran sofisticados. Es cine gélido, vacío, sin narración, sin impacto, sin interés.

La película queda completamente contada en el primer minuto, a partir de ahí la nada, ver vidas pasar, intentando que parezcan lo más reales y naturales posible, sin entender que la propia realidad, sin artificios, ya es mucho más interesante de lo que la película propone.

Es cine tan vacío de contenido, tan agarrado a la naturalidad, que por el camino pierde su propio sentido de película, sin conseguir llegar tampoco a ese pretendido espacio documental y costumbrista que te atrape.

La vida es arrebato, es pasión, es deseo, es belleza, es comedia, es drama, es risa y llanto, es placer, es dolor, es fuerza, es conflicto,… sin eso no hay vida, sin eso no hay alma.
Argay
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4
7 de mayo de 2022
48 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puro sci-fi, de principio a fin, sin descanso, sin tregua, sin pararse a contemplar otras posibilidades, sin ningún tipo de escarceo a otros géneros. Con un sentido del espectáculo recargado, caro y con efectos digitales suntuosos y espectaculares, pero cuyo envoltorio constante de pantallas verdes, esconde un corazón de puro estilo noventero.

Un espectáculo sci-fi que te retrotrae constantemente veinte años atrás. Lo cual es un problema, porque en Doctor Strange lo que esperas en ver cosas que realmente te transporten a lugares diferentes, nuevos, frescos y originales, no a que tu cabeza regrese al pasado, para encontrar el mismo tipo de composiciones, encuadres y estilos, aunque estos tengan un envoltorio más sofisticado.

El guion es puro Macguffin, una simple excusa, el multiverso, para obligar al Doctor Strange a iniciar una escapada imposible hacia los efectos digitales. El problema es que ese Macguffin no está demasiado elaborado y su capacidad para transportar narrativamente al espectador, en ese viaje imposible es bastante limitado. El otro gran problema del guion, (sin entrar a hablar en el (muy triste) inclusismo forzado que encuentras a lo largo de todo el metraje, tanto en la forma como en el fondo, que daría para hablar largo y tendido) es que los personajes son puro arquetipo y la historia es inconsistente y débil. En todo momento te deja bastante frío, emocionalmente hablando, todo lo que está pasando en pantalla. Nada sorprende, nada llama realmente tu atención, todo pasa dejándote en todo momento frío. No hay alma en la historia, sólo un viaje hacia espacios digitales donde todo se inicia y termina con luces, brillos y espectáculo pirotécnico.

Al final de la película nada ha quedado en tu interior. Nada ha llegado a ti. Tan pronto como ha aparecido el multiverso, se ha ido y no te podía importar menos. Sales del cine y sigues con tu vida, sin más, porque fuera de las pantallas verdes, fuera de ese mundo digital, todo lo que le ocurre a América Chávez (y a su chaqueta), no podía resultar menos interesante.

Al final, si haces cuentas en tu cabeza, en el cine de superhéroes se sigue una regla estadística que casi nunca falla: cuantas más luces, brillos y colores saturados veas en pantalla y más seguida sea su propuesta pirotécnica de fuegos y batallas, menor es el número de ideas interesantes y escenas emocionantes que contiene.

Haz tu lista, verás que no falla.
Argay
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