Mi fascinación por la obra de Francis Veber no tiene límites, me encantan sus guiones y disfruto como un enano con sus películas y en esta ocasión tampoco me defrauda.
"El Jaguar" es un compendio de todos los elementos típicos de las producciones europeas de aventuras propias de los setenta, un poco de acción, humor y una estética un tanto descuidada que hacen las delicias de los amantes de los cines de barrio (el film bien podría haber sido carabina de algún spaghetti western o algún Maciste en "lujosa" sesión doble palomitera).
Además de todas las bondades propias de la serie B, "El Jaguar" cuenta con el buen hacer de Jean Reno, genial como siempre, en un papel que le va como anillo al dedo, un defensor de la cultura india y ecologista convencido que lleva al timorato Patrick Bruel a adentrarse en la más espesa jungla para encontrar su propia alma (y de paso salvar la de una apetitosa Patricia Velásquez, años antes de dejarse engatusar por Imhotep en "La Momia" de Sommers).
Un film divertido, sin otra pretensión que resultar de pasatiempo familiar (lo cual no es poco) y exponente de la más alta "creme" del blockbuster europeo, con guiños que van desde las aventuras de Tintín y el Capitán Haddock (auténticos equivalentes de Bruel y Reno, respectivamente) pasando por las películas de Bud Spencer y Terence Hill... Lo dicho, diversión garantizada, que va más allá de una bonita colección de postales del Amazonas y una melodía bucólica con ecos de John Barry (de hecho, creo que es un trasunto puro y duro de su partitura para Memorias de áfrica", pero pueden ser cosas de mi "mal oído").
Tras todo esto sólo me resta decir:
¡¡¡Larga vida a Francis Veber!!!

Sábado por la tarde. Tras una copiosa comida y unos cuantos "vinillos" de más, todo parecía indicar que me iba a rendir ante los encantos del seductor Morfeo; sin embargo, de pronto aparece en la pantalla del televisor el apuesto caballo alado de la Tri-Star y comienza la fiesta...
Sí, es "Cita a ciegas", la pelicula protagonizada por una (todavía inexperta) Kim Basinger y un Bruce Willis post-Luz de Luna y pre-Jungla de Cristal..., y lo que es mejor una comedia de Blake Edwards. De pronto, una cierta alegría despierta mis sentidos y me prepare para pasar una hora y media de "slapstick" y viejo amor por el cine cómico.
Para mí, Blake Edwards es uno de los Grandes Maestros del género; algunas de las mejores tardes que un servidor ha pasado frente a la pantalla han sido gracias a las peripecias de Peter Sellers (como Inspector Closeau o como invitado en el guateque más divertido de la historia), a las rivalidades entre el Gran Leslie y el Profesor Fate en "La Carrera del siglo" o con las infidelidades de Dudley Moore en la infravalorada "10, la mujer perfecta". Con esta "Cita a Ciegas" recuperamos a un Edwards en forma, aunque no en todo su esplendor (no todo iba a ser jauja); se echan de menos unos protagonistas con mayor dominio de los resortes de la comedia y capaces de levantar el film por encima de la modestia, sólo destacaría a William Daniels juez amargado y sentencioso y al gran John Larroquete, sin duda uno de los talentos más desperdiciados en las sitcoms televisivas.

En fin, cuando llegan los títulos de crédito, me doy cuenta de que he pasado una tarde muy entretenida, he esbozado unas cuantas sonrisas, pero he añorado continuamente las carcajadas del cine de antaño... Y es que no basta con un puñado de escenas graciosas o unos cuantos diálogos jocosos, la Gran Comedia (para mí, el más glorioso de los géneros y también, el más difícil) es una manera de vivir y de ver el mundo, una forma de entender las cosas que no está al alcance de todos. No hay duda, de que Blake Edwards es uno de los "elegidos", uno de sus Maestros, un gurú en este arte, aunque en esta ocasión no haya conseguido el "Orgasmo" en esta primera "Cita a Ciegas"... ¿quién sabe? a lo mejor es que necesita una segunda velada... Habrá que darle otra oportunidad.

Jason Reitman lleva camino de acabar (cinematográficamente hablando) con la figura de su padre Ivan con tan sólo dos películas en su haber; si en los ochenta, Reitman padre rompía las taquillas de medio mundo con sus célebres albondigas y cazafantasmas, su hijo, gracias a los avatares de una adolescente embarazada y verborreica consigue meterse a la crítica en el bolsillo y regalar al respetable un "juguete" divertido a la par que original.

La anterior obra de Reitman (Jason), "Gracias por fumar" ya nos prometía las mieles de un paraíso que no se ha hecho de rogar, este "Juno" es un caramelo del que es muy difícil resistirse, cuenta con un guión sentencioso, de los que deja poso, una actuación magnífica de Ellen Page (sin duda,la mejor interpretación del año, aunque le den el Oscar a la Christie por aquello de la compensación de errores históricos) y una dirección no exenta de pulso (y gusto, esas imágenes de Juno con su caperuza roja pasando entre filas de chicos corriendo es de una exquisitez pictórica y simbolista tal, que nos hace dudar si este Jason Reitman no sea hijo del butanero... imposible que haya aprendido eso de su progenitor, visto su curriculum).

En fin, este año la ración de comedia indie para los Oscar es esta "Juno", mucho más reposada que sus homólogas "Lost in Translation" o "Pequeña Miss Sunshine" y con vistas a convertirse en una auténtica pieza de culto. Esperemeos que así sea.

Lo mejor: A estas alturas no hará falta que lo diga... Ellen Page y el gusto de Jason Reitman
Lo peor: Que no vayan a darle el Oscar a la Page, una pena. Julie Christie no le llega ni a las suelas de las bambas. Ah, me olvidaba del soso de Michael Cera.

Estamos ante una comedia típica del panorama cinematográfico americano de la época, divertida, plagada de actores cómicos salidos del Saturday Night Live y con una banda sonora pop melosa y romanticona (con canción incluída del pasteloso Barry Manilow). Sin embargo, "Juego peligroso" destaca sobre las demás, por su creativa puesta en escena que intenta emular el "savoir-faire" de Alfred Hitchcock a través de algún que otro plano secuencia sugerente y ciertas soluciones de cámara brillantes.

A destacar de entre todo el elenco a Dudley Moore, divertido en su rol de obseso sexual, cuyas apariciones son con mucho lo mejor del film.

Lo dicho, una comedia entretenida, para pasar un rato distraído, pero con poca miga más allá de su trama elemental.

El conocimiento enciclopédico que del cine tiene José Luis Garci no es algo que vaya a pillar a alguien por sorpresa, su programa de televisión "¡Qué grande es el cine!" demostró esto con creces regalándonos todas las semanas algunas de las mejores veladas que un servidor ha podido disfrutar frente al tubo catódico. Sin embargo, y mal que les pese a sus (cada vez más numerosos) detractores, Garci es también un enamorado de las imágenes y un genuino cineasta de corte clásico (con todo lo bueno que ello conlleva).

"El Crack" es buena prueba de ello, un homenaje a las raíces de un género poco cultivado en nuestro país, aunque con notables ejemplos como "Los Ojos dejan huellas" o "Apartado de Correos 1001". Alfredo Landa compone un Germán Areta para la eternidad, un personaje que queda en la memoria del espectador mucho más tarde de haber dejado la retina, una composición casi "lemmoniana" (de Jack, por supuesto) que lo convierte en el más grande entre los grandes.

Pero, como no iba a ser extraño en la filmografía de Garci, la película está plagada de guiños cinéfilos y notas para el alumno aventajado que redondean una historia enormemente entretenida. Sin animo de desvelar nada, les remito a una escena cercana a "Los sobornados" de Lang, en la que... bueno, cuando lo vean sabrán a que me refiero.

A destacar el gran elenco actoral, no sólo Landa está magnífico, tenemos a toda la pléyade propia del Garci de la época: Miguel Rellán, José Bódalo, María Casanova... Un lujazo y un film a rescatar del olvido.