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España España · Oaxaca
Críticas de Minke
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Críticas 90
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
6 de mayo de 2024
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Del director con apellido shakesperiano, En lo más crudo del crudo invierno, siempre un punto sorprendente, a veces desbarrado, casi siempre atrayente, BBC nos ofrece una película curiosa, interesante a pesar de ser distópica, un género que aborrezco, con una excelente banda sonora como siempre en este director, buena fotografía de un Shanghái oníricamente muerto, mezclado con las arenas de Dubai y las pesadillas de un futuro que no podría ser peor. ¿O sí?

Un consultor viaja a la ciudad donde nació el partido comunista chino y ahora alberga nuestros peores sueños para identificar a una persona que falsifica papeles para los de fuera, y mientras ejercita sus poderes empáticos alimentados por un virus, se enamora de una muchacha extraordinariamente interpretada, con un físico subyugante, por Samantha Morton.

Tim Robins intenta que no se note que le saca una cabeza a todo el elenco mientras mira con cierto arrobo a la muchacha, que acaba convirtiendo en su amante. Pero en ese futuro no se permiten los incestos ni siquiera en un 25%, algo que, por cierto, no vendría mal por estos caserío yertos.

Los guionistas se empeñan en teñir el sórdido futuro con una leve capa de romanticismo roñoso, quizá para brindar al sol una levísima esperanza de un cielo azul celeste.
Merece la pena verla.
alfonso
Minke
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6
28 de abril de 2024
8 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Caramba con la familia "normal" como reza el subtítulo, es lo primero que se viene a la mente al ver el afiche de la miniserie, un altar a la corrección teñido con no poca timidez, que se agradece por el tratamiento muy respetuoso de la niña, la pequeña actriz y el personaje original, pero que derrapa en algunas partes en este inflado metraje, como todas las miniserie, para acabar rematando pésimamente en el último capítulo, el del juicio.

Por lo demás, todo muy correcto de nuevo, la ambientación, los secundarios, incluso Javier Gutiérrez; muy bien, el antaño Tristón Ulloa, sic, y un verdadero ejercicio en el alambre de Candela Peña, interpretando a una perfecta chalada, sin pasarse, contenida incluso, pero apuntando los tics, las paranoias y un acento galego venenoso para una mujer llena de escorpiones como diría Shakespeare de lady Macbeth, aunque aquí ese papel lo borde Tristán Ulloa.

Por fin va aflorando a la superficie de la vida las verdades que se han ido escondiendo en aras también a la piojosa corrección política; a saber, que no es lo mismo hijo de sangre que hijo adoptado, que la empresa es muy difícil, que los hijos también matan a sus padres porque no soportan ese yugo que les recuerda permanentemente su abandono y desarraigo. No hay más que atender al reciente caso de la catequista de Castro Urdiales.

En fin, poco a poco y remando contra el viento, algún día se podrá hablar de la inmigración, un tema absolutamente vetado por el gobierno y sus conmilitones.
alfonso
Minke
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6
23 de abril de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Había una canción que glosaba los ojos de Bette Davies, estrábicos, perezosos y más malignos que los de Patricia Highsmith. Los de Benicio del Toro no le andan a la zaga, aunque más achinados. También algo reptilianos, encienden cualquier película donde actúa el hipnótico actor puertorriqueño, ya sea como el Che, como Sicario o en Cosas que perdimos en el fuego.

Aquí escribe el guion, produce la película en parte y borra a todos los otros actores excepto a Domenick Lombardozzi, descendiente directo de Luca Brassi del Padrino I, ese mafioso auténtico que hacía de guardaespaldas en el set y que Coppola incorporó al rodaje.

La historia importa poco, se trata de una trama enrevesada tejida en torno a una agente de la propiedad inmobiliaria y un turbio negocio de drogas e inmuebles.

Y todos los personajes, aunque la mayoría endebles, se parecen a los políticos españoles, incluidos los confederados: que todos son sospechosos. En la película, del asesinato; en el que nos atañe en la realidad más chusca y torera, de corrupción rampante y sinvergonzonería.
Desde el siglo XIV. Al menos.
alfonso
Minke
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2
16 de abril de 2024
2 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho ha tenido que caer Ariadna para perpetrar este bodrio nacido al calor de las subvenciones de todo aquello que hable de las mujeres y su problemática, en este caso de las agresiones por parte de su pareja. También es verdad que su repertorio no alumbra casi nada bueno, porque la eximia actriz brinda un historial sin nada resplandeciente y con muchos truños en su haber, Solo quiero caminar, Torrente2, Appaloosa, El embrujo de Shangai...

Aquí nos ofrece un recital completo de sus gestos y guiños, repito, guiños, ante la cámara, muy de la actriz, que probablemente le faciliten la subyugación rendida de su interlocutor, como la víctima ante las carantoñas de una cobra, aunque al respetable le acaben cansando.

La película es una bobada mal escrita y peor interpretada que transcurre íntegramente en un centro de atención a mujeres maltratadas. Se le agradece que sus tópicos no sean un bofetón para el espectador, sino una leve caricia a las neuronas en estado de letargo que proporciona la cinta.

Nada nuevo, amontonar metrajes, libros, teatro y demás manifestaciones levemente culturales para arramplar con los millones que el sanchismo reparte entre sus acólitos. Solo en cine el año pasado 360 millones de euros que no han conseguido nada más que atufar al público y montar un pingüe chiringuito de apesebrados feministas y femeninas con algún sobrevenido trans cambiado de apellido y abducido por el almadovarismo más vergonzoso.
alfonso
Minke
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5
26 de febrero de 2024
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, el de su factotum supremo, Bradley Cooper, director, actor y guionista de este convencional y aburrido biopic, en el que ni siquiera deja brillar a mi muy admirada Carey Mulligan, perdida entre las nubes de humo del eterno cigarrillo del otro ego inflamado, el de Leonard Bernstein, el perpetrador de varios ladrillos musicales altamente indigestos como West Side Story.

Mucho melodrama, exquisito cuidado para no ofender sensibilidades con el bisexualismo del personaje, -al que se le ve arrullando a muchos hombres pero a ninguna mujer excepto la suya-, una cuidada fotografía en blanco y negro al principio y luego con un color algo ingrávido en la segunda parte, tiende al aburrimiento que el respetable puede conjurar admirando a Carey, disfrutando del vestuario de ambos protagonistas o observando fascinado el trabajo de director de orquesta de Lenny, que se asemeja al de un mecánico de tractores intentando desmontar el embrague de un John Deere de 200 CV.

Entre los productores destacan viejos monstruos como el catolicón y sobrevalorado Martin Scorsese, cuya carrera derrapa hacia el arcén y Steven Spielberg, autor de un remake de West Side Story, más melifluo, cursi y saltarín que el original, al que solo le faltaba el Travolta poniendo caras de Cienciólogo con hemorroides.

Este año llevamos dos de directores musicales inflamados de sí mismos, esta y la insufrible Tar. Espero con ansia la de Pink Floyd o McEnroe, (los músicos, no el tenista encabronado).

Para desbravar la conciencia y eliminar toxinas musicales.
alfonso
Minke
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